La magia del primer amor.

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"La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin. -Benjamin Disraeli"

Él cuarto de aquella casa estaba completamente oscuro. Los susurros casi no se escuchaban. Guillermo estaba sentado, sus piernas dobladas mientras que su mano derecha tenía una linterna encendida, apuntando a su rostro. Ruben, su amigo, estaba enfrente de él, abrazando a Miguel. Él cual tenía una cara de seriedad. Era obvio que aquel cuento de terror no le causaba él efecto deseado. Ruben tembló un poco cuando escuchó de los labios de Guillermo decir que la protagonista de la historia bajo al sótano porque escuchó ruidos extraños cuando de repente se apagó la luz.

—No entiendo por qué baja al sótano con la luz apagada —susurro Ruben, un poco más apegado a Miguel, el cual río por él tono de su voz—. Yo ya hubiera corrido.

—Corrección. —Guillermo dijo, con una sonrisa—. Ya te hubieras meado los pantalones...

La pequeña risa que soltó Miguel hizo a Ruben saltar un poco en su sitio, pues había sido desprevenida y le había asustado solo un poco, aunque no lo admitiría en voz alta. Ruben y Miguel son amigos desde niños, aunque no llevaban tanto tiempo de amistad como lo llevaban Miguel y él.

Ellos se habían conocido cuando iban en segundo de primaria. Y él y Miguel iban juntos desde el preescolar, así que eso era un punto para Guillermo.

—Ja ja ja —dijo Ruben, simulando una risa, se levantó de su lugar y camino hasta la puerta, donde se encontraba el botón color verde que encendía y apagaba la luz de su cuarto—. ¿Alguien podría acompañarme al baño?

Su voz estaba teñida con un poco de miedo, pero trataba de disimularla sonriendo mientras preguntaba aquello. Pero su sonrisa se desvaneció al ver las caras de pánico de los otros dos acompañantes.

—Ruben, no voltees —dijo Miguel, su voz temblando un poco.

Él cuerpo de Ruben se tensó rápidamente al escuchar aquello. Y siguiendo órdenes, no movió ningún músculo.

—Hay alguien detrás de ti —ahora el que hablaba era Guillermo, un poco asustado.

Ruben estaba a punto de mearse en los pantalones cuando la habitación se llenó de risas alocadas. Su cara se pintó de color rojo y salió azotando la puerta de la habitación. Por suerte no estaban los padres de Miguel o posiblemente los matarían por asustar al pobre de Ruben "soy todo un macho" Doblas.

Miguel salió detrás de él, un poco apenado. La habitación de baño de la planta de abajo estaba con la luz encendida y detrás de él estaba Ruben, quien estaba intentando calmar sus nervios echándose agua fría en la cara.

—Ruben, lo siento —dijo, mientras daba pequeños toques en la puerta—. No quería asustarte así, ¿podrías abrirme la puerta y cerrármela en la cara para saber que si me escuchas al menos?

Los siguientes sonidos que se escucharon fueron pasos dentro del baño, para después escuchar el cerrojo de la puerta ser quitado y ver como esta era abierta. Miguel sonrió un poco y dio un paso al frente, pero la puerta cerrando en su nariz se lo impido. Ruben había hecho lo que le había pedido, así que no tenía por qué enojarse.

Guillermo miraba todo desde el pasillo, un poco alejado de aquellos dos tórtolos. Y es que el sabia, o al menos se había dado cuenta que Miguel y Ruben estaban enamorados uno del otro. Pero eran tan estúpidos que no se atrevían a declarase.

Antes él les habría hecho burla, pero hoy en día simplemente lo único que hace es reírse de sí mismo. Había pasado dos semana desde aquel día en la cafetería, dos semanas en las que conoció más a aquel chico de chaqueta de cuero.

Y entonces entendió a Miguel y a Ruben, entendió aquel sentimiento que tenía al estar con Samuel y como no quería que eso terminará nunca. Él estaba enamorado de Samuel, y no quería decírselo por temor a arruinarlo todo.

Pero ya tendría tiempo para eso, pues Samuel es su primer amor y el primer amor nunca se termina, ¿verdad?

Amor A Primer Bostezo | Wigetta. (Primera version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora