Capítulo 3: Juntos.

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Sasuke no podía dejar de mirar mientras aquel chico se quitaba el casco con cierta lentitud dejando ver su despeinado y sudoroso cabello rubio. En una de las dunas de arena, las chicas del pueblo que se habían reunido se sonrojaban y miraban atónitas a aquel rubio de permanente sonrisa. Había algo en él que le resultó extrañamente atractivo... aunque recordar su encontronazo en el baño consiguió sacarlo a la cruda realidad, a la vergüenza que había pasado aquella mañana.

- Naruto Namikaze, capitán del equipo – le explicó Fugaku.

- No me jodas – susurró Sasuke sin saber dónde meterse mientras veía cómo se acercaba Naruto hacia ellos.

Sasuke trató de disimular todo lo que pudo y sobre todo... intentó centrarse en quitar el sonrojo que seguro se le acababa de poner al recordar la escena del baño. Parecía que últimamente todo le ocurría a él. Este pueblo era un infierno y para colmo... ahora tenía a ese chico rubio mirándole con una sonrisa gigante en el rostro.

- Naruto – le llamó Fugaku cuando llegó a su lado – te presento a mi hijo pequeño, Sasuke Uchiha.

- Sí, ya he tenido el placer de conocerle esta mañana – comentó divertido mientras estrechaba la mano de un sonrojado Sasuke.

- ¿En serio? ¿De qué le conoces? – preguntó Fugaku a lo que Sasuke se sonrojó el doble y trató de hablar para impedir que Naruto dijera el motivo.

- Vino por el bar – comentó Naruto adelantándose a un sorprendido Sasuke.

- Bien, yo voy a ir a comentar un par de fallos que he visto en el resto de jugadores – comentó Fugaku empezando a caminar.

- ¿Sólo un par? – susurró Sasuke apenas inaudible aunque no pasó desapercibido para Naruto que sonrió viendo cómo se alejaba Fugaku por la playa hacia el resto del equipo.

- Quizá no seamos un equipo constante y de primera división – comentó Naruto al ver que Fugaku ya estaba a cierta distancia – pero nadie aquí ha pedido tu opinión, no eres nuestro entrenador, así que si tan mal te sienta ver los errores de los demás puedes quedarte en tu casa en vez de venir a vernos "arruinar tu deporte". – comentó Naruto sonriendo cogiendo un trozo de bizcocho del papel de aluminio que llevaba Sasuke – Dale las gracias a tu madre por el bizcocho. Un día me pasaré a pedirle la receta.

- Ey – le llamó Sasuke de malas maneras – no era mi intención ofenderte pero se ve a la legua que vuestro juego no está a la altura de la primera división. No tenéis ni idea del nivel que hay actualmente en esa liga. Si entráis ahí os destrozarán.

- Confío en tu padre, es un buen entrenador. Llegaremos a primera división. Este año lo conseguiremos – sonrió Naruto marchándose.

Vio cómo Naruto se marchaba caminando por aquella arena blanca en dirección al pueblo. Ni siquiera le había agradecido por no decir nada de su encontronazo en el baño pero ya era tarde. Ahora mismo lo único que le preocupaba era que todo lo que siempre aprendió de su padre se estaba derrumbando. Siempre le había exigido ser el mejor en el deporte, siempre con estrategias firmes que había que seguir al pie de la letra, el deporte para Sasuke se había convertido en sacrificio y esfuerzo pero esos chicos eran un desastre, sólo jugaban y reían. Eso no era deporte para Sasuke, era un patio de colegio.

Se acercó hacia el resto del equipo, faltaba más de la mitad de la gente. Un equipo de Lacrosse se formaba con diez jugadores en el campo más el resto de suplentes, ahí ni siquiera estaban los diez reglamentarios para poder jugar. No entendía cómo su padre permitía que sucedieran esas cosas, que no tomasen la responsabilidad ni de llegar a un entrenamiento. ¿Qué había ocurrido con aquel hombre estricto que le hizo olvidarse de que el deporte podía ser divertido? No reconocía a su padre en ese momento sonriendo con los jugadores y compartiendo bizcocho con ellos.

El último partido (Naruto, Sasu-Naru) Where stories live. Discover now