Hailey

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Luke.

-No le veo el sentido de cambiar de escuela.- Dije comiendo mi cereal.

Mi padre quitó la mirada del periódico y dirigió su mirada hacia mi.

-Luke, es una escuela diez veces mejor que la tuya.- Volvió a leer su diario sin dejar que le conteste.

-¿Que acaso mi opinión no importa?

Volvió a dirigir su mirada hacia mí, pero segundos después continuó leyendo las noticias, ingonardo lo que había dicho.

Mi padre ignorandome.
Que sorpresa.

Me levanté de la mesa con el tazón de cereal ahora vacío, y me dirigí a la cocina.
Dejé el tazón en el fregadero y gruñi.

-Buenos días para ti también.- Dijo mi madre, quien estaba lavando los platos sucios.

-Lo siento.- Me disculpe.- Buenos días mamá.- Dije besando su mejilla.

-¿A que se debe tu mal humor?- Preguntó mirándome, pero sin dejar de fregar.

-Nada importante.- Sonreí falsamente.

Mamá me dio una mirada de desaprobación, sabía que mentía, pero simplemente decidió no volver a preguntar.

Salí de la cocina y me dirigí a mi habitación ignorando los reiterados llamados de mi padre.

Cerré la puerta de un fuerte portazo e intenté ponerle seguro.
Gruñí al recordar que mi padre me había quitado y escondido la llave.
No estaba de acuerdo con que me encerrara en mi cuarto.
Y no lo culpo, veía su rostro sólo en las mañanas, luego de venir de la escuela mi tarde se basaba en escuchar música y mirar videos en YouTube. No salía de mi casa.

Tal vez por eso no tengo amigos.-Pensé.

Tomé mi mochila, auriculares y mi celular.
La escuela empezaba en media hora, y mi casa queda a la otra punta de la ciudad donde se encuentra la escuela.

Y como siempre, debía ir caminando.
Mis padres aún no aprueban la idea de que tenga mi propio auto.

Tal vez piensen que voy a escapar de casa si me compran uno.

Reí mientras bajaba las escaleras.
Esa idea no podría ser más cierta.

-Buena suerte en la escuela Lucas.- Escuche la voz de mi padre.

Cerré la puerta.

El clima era bastante frío, subí el cierre de mi chaqueta y comencé a caminar.
En el transcurso podía ver como pasaban autos a mi lado, muchos eran alumnos de mi misma escuela quienes los llevaban sus padres, u otros eran alumnos de último año con sus propios autos.

Gruñí.
Diecisiete años y ni siquiera sé andar en bicicleta.

No había momento en el día en el que no pensara en como seria la vida fuera de ésta ciudad.

Lejos de mi horrible y rota familia, la escuela que odio, y todas las personas que aborrezco.

Mire hacia el frente, no había nadie en ese solitario vecindario, solo yo.
Solo a mis padres se les ocurría vivir casi a las afueras de la ciudad.
La mayoría de los vecindarios de esta zona estaban rodeadas por pequeños bosques.

El lugar era bastante bonito, pero no dejaba de ser aburrido.

Tome mi celular para poder subirle a la música.
Pero choque con algo haciendo que este se cayera al piso.

Inmediatamente mire hacia en frente.

-Lo siento, los siento, lo siento.- Se disculpó la muchacha que había hecho que mi celular se estrellara contra el piso.

Esquizofrenia. LHWhere stories live. Discover now