Capítulo 19: Malacca City

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Capítulo 19: Malacca City

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Capítulo 19: Malacca City

Tres meses después


Rebecca descargó con amargura un ramo de tulipanes blancos sobre la lápida de piedra, y sin preocuparse por acomodarlas dejó el sitio con rapidez, su expresión estaba serena, tranquila y al llegar a la entrada del cementerio, esta contrastó con el gesto afligido de Helena. Ambas mujeres caminaron con lentitud a través de los andenes adoquinados hasta que encontraron a Chris apoyado sobre su camioneta con unas gafas oscuras de aviador cubriéndole los ojos.

—¿Ya está? —preguntó el Redfield, dándose la vuelta para subir al vehículo, acto seguido Helena y Rebecca se acomodaron en los asientos traseros.

—Si —habló Rebecca con apatía—. No entiendo por qué no entraste tú Helena, es tu hermana.

La morena inclinó la cabeza y soltó un pesado suspiro sin despegar la vista de su teléfono, el que no había dejado de mirar desde que se acomodó en la silla.

—Ya lo había hecho antes —respondió indiferente, tecleando algo en el celular—, sólo faltaba dejarle las flores. No podía hacerlo mientras hablaba con Hunnigan.

Rebecca volcó los ojos, y cruzándose de brazos fijó sus ojos en los castaños de Chris quién la miraba a través del retrovisor. Él exhaló y volvió su vista a la carretera.

—Como sea, ya no podemos perder más tiempo.

La castaña asintió y al ver a su compañera, había vuelto a recibir otra llamada como lo había hecho durante todo el día. Tres meses habían transcurrido desde el día en que Anchorage desapareció del mapa, el día en el que sintió perder más de lo que había esperado nunca. Veinte minutos después, Chris estaba aparcando la camioneta en el parqueadero del Centro hospitalario de Washington. Helena seguía hablando por teléfono al parecer sin tener intenciones de dejarlo en todo el día. Rebecca se adelantó al ascensor y tan pronto como los tres estuvieron en el séptimo piso, ella se apresuró a la recepción. Detrás, Helena se sentó en la sala de espera y Chris se acomodó a su lado. Entonces observaron un par de figuras conocidas aparecer en el pasillo blanco con una expresión neutra. Cuándo Claire vio a su hermano se aproximó hasta él rodeándolo con los brazos en búsqueda de protección, gesto que él imitó con calma; Leon quién venía atrás saludó con un asentimiento a Helena y ella lo correspondió sin dejar de atender la llamada.

—¿Ha estado todo el día así? —preguntó Leon, curioso. Chris asintió con la cabeza apartando a su hermana con delicadeza—. Estos días están agitados, hay muchas cosas por hacer y poco tiempo.

Claire se acomodó en la silla al lado de Chris y le dedicó una mirada intranquila, angustiada.

—¿Cómo está ella? —cuestionó el mayor, sintiendo un nudo en la garganta al pronunciar esas simples palabras. Kennedy soltó un suspiro y tomó asiento junto a Claire, iba a tomarla de la mano pero ella fue más rápida al impedir su movimiento y posar su propia mano sobre la pierna de su hermano.

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