Capítulo 31.

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Arabella necesitaba hablar con Paul.

Había estado toda la mañana calculando las horas para llamarlo.

Había corregido ya un informe.

Miraba el reloj esperando que las horas pasaran rápido.

Lo llamó después de su hora de colación para así asegurarse de que él estaría disponible.

-¿Diga? -contestó él del otro lado de la línea.

-¡Paul! Que gusto oírte.

-Hola, Arabella.

-Quise llamarte ayer pero, bueno, de hecho te llamé pero no contestaste. Luego llamaste pero estaba ocupada -se lamentó.

-Si me di cuenta -dijo en un tono seco.

Arabella intuyó algo y arrugó su frente.

-¿Sucede algo?

Él se encogió de hombros ignorando el hecho de que ella no podía ver sus actos, y murmuró un nada.

Pero ella lo ignoró esperando una buena respuesta.

Carraspeó su garganta y él no podía aguantar más, pues sentía una presión en el pecho.

-¿Por qué no me dijiste que trabajas con tu ex? -fluyeron las palabras de su boca casi de manera involuntaria.

-Porque no consideré que fuese algo relevante-formuló ella.

Él soltó una risa seca.

-¿En serio?

-Si. Además, perdona pero tú trabajas con tu ex mujer -rió ahora ella. -Sólo coincidimos. Él siempre quiso trabajar en la empresa de papá.

-¿Contigo?

Ella rodó los ojos.

-No, Paul. Yo no quería trabajar aquí pero necesito el dinero -se encogió de hombros.

-¿Y por qué él estaba en tu casa?

-Porque íbamos a la fiesta de Tim y él no sabía llegar.

-¿Y por qué...

-Paul, basta -le interrumpió cansada. -Eres tierno celoso, pero ya me aburrí. Tony es mi amigo. ¿No confías en mí?

-Disculpa, ¿olvidas tu escena de celos en casa de Asher? -se puso a la defensiva.

-Yo no hice eso por ti, si no por ella. Paul, soy consciente de la cantidad de chicas que querría estar contigo, de las chicas que te coquetean donde sea que vayas... Pero confío en ti -se sinceró. -Todos me dicen que esto no funcionará, que pronto querrás algo más serio, y aún así, decido amarte y luchar por esto. Pero sobretodo decidí confiar en ti.

Él soltó un largo suspiro. Le avergonzaba actuar tan infantil, y se sentía tonto después de esas palabras emitidas por una chica dieciséis años menor que él, pero más madura.

-Lo siento -hizo una mueca. -Sólo tengo miedo a que te des cuenta de que puedes encontrar a alguien mejor.

Ella sonrió con ternura y con ganas de acariciarle el cabello con dulzura para luego acogerlo en un abrazo.

-Eres lo mejor que me ha pasado. Tu único defecto es tu ubicación actual -bromeó. -Pero dentro de un tiempo eso ya no será impedimento -dijo con ilusión.

Él sonrió también esta vez con complicidad.

-Te extraño muchísimo -confesó. -Y en cuanto a mi ubicación...pues, al parecer ese tiempo será dentro de poco. Menos de lo que pensábamos.

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