• Capítulo 22 •

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A la mañana siguiente, fue la enfermera quien había entrado a atenderla la que me había despertado. Caroline aún seguía dormida, por lo que aún no sabía que me encontraba en aquel lugar.


Hasta ese instante...

_ ¿Qué haces aquí?_ susurró débilmente y suavemente, después que la enfermera había salido_. ¿Qué sucedió? ¿Qué hago en este lugar? ¿Dónde esta Keith?
_ Cálmate... Keith está bien. Llamé a la niñera y ella esta con él, cuidándolo. Ayer te desmayaste... Por casualidad llegué a tiempo y llamé al 911 y a la niñera de Keith. Te encontré muy mal... Y el niño estaba preocupado por ti.
_ ¿Perdí el conocimiento?_ dijo al recostarse en la cama. Obviando un momento el disgusto que le daba mi presencia. Hasta que se detuvo en aquel pequeño detalle que era imposible ignorar_. ¿Cómo supiste en donde vivía? ¿Quién te lo dijo? ¿Acaso Rachel? ¿Cómo sabes quien es la niñera de Keith? ¿Nos has estado vigilando?
_ No importa quien me lo haya dicho... Llegue a tiempo. Y es lo importante. Y puedes estar tranquila, lo de la niñera lo supe al ver la agenda que tenías en la mesita en donde esta el teléfono de la sala... Ahora sabremos a que se debió tu desmayo...
_ Eso a ti no te incumbe..._ dijo fríamente, mientras me miraba a los ojos_. Te agradezco tu ayuda. Pero es mejor que te vayas...
_ No... no me iré. Ya no puedo alejarme de ti... Créeme. No volveré a...
_ Me dijiste cuando era una niña que nunca acabaría nuestra amistad... Me enseñaste a creer en ti. Me diste aire para respirar para después quitármelo al crecer... Me prometiste que nunca lloraría. Y fue exactamente lo que hiciste...Tú fuiste en mi vida la peor mentira que alguien me hubiese podido decir una vez._ dijo al interrumpirme. Aun ocultándose a sí misma lo que sentía al verme allí junto a ella. Me encontraba preocupado. Y no quería alejarme de ella.
_ Sé que no vale la pena decir lo siento. Pero es la verdad... Desde que abrí los ojos comprendí que... que siento todo lo que te hice.
_ ¿Y pretende que te crea?... Es mejor que te vayas. No tienes nada que hacer aquí... Absolutamente nada._ dijo y desvió la mirada hacia otro lugar.

Ella no quería que notara que ese inevitable encuentro le había hecho sentir algo por mí. De cierta manera le había salvado la vida. Cuando entré a su casa y llamé al 911. Algo que en su silencio agradecía. Además de hacerla sentir odio, rabia y cualquier otro sentimiento... ¿Incluso Amor?

_ Sé que no soy digno a que me creas...Pero tienes que creerme. Además debemos hablar.
_ No tengo nada de que hablar contigo...

Conocía tan bien el dicho de que si amas a alguien, debes dejarlo libre. Pero al verla cerca de mí, comprendía lo difícil que era hacerlo. Y sé que dicen que si no vuelve a ti, entonces fue echo para ser así. Pero esas palabras por más que quería asimilarlas, no podían. Y no me ayudaban para nada. Porque la amaba a ella más de lo que había pensado alguna vez amarla. Y ahora por mi culpa estábamos separados por el abismo que yo mismo había creado.

Ahora, en ese instante, comprendía que en mi soledad, había tomado la costumbre de preguntarle a mi corazón si realmente le di a nuestro amor una oportunidad. Al menos una sola oportunidad. Y sé sin ninguna duda, que lo intente cuando ya era demasiado tarde. Y que me equivoqué. Tomé una mala decisión... Y comprendía a su vez, que me destrozaba por dentro, pensar que todavía podíamos intentarlo. Y ella no quería tenerme cerca. Haciéndome preguntarme: "¿Cuanto tiempo más tendríamos que estar en el carrusel dando vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte? ¿Qué clase de amor es el que te rompe el corazón?".

_ Sabes que sí..._ dije al levantarme para marcharme. Ya no la quería asfixiar más con mi presencia_. Pero sé que no es el mejor momento. Me iré... Pero cualquier cosa llámame. Esto no es un adiós...

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora