✦ DÍA 4 ✦

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La mañana los sorprendió con sus tonalidades rosadas

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La mañana los sorprendió con sus tonalidades rosadas. El sol asomó temprano y disipó los grises y negros que habían dominado el firmamento durante la noche.

Anahí olvidó el sueño y el cansancio, se dejó llevar por el compás de la música que solo cesaba su ritmo cuando era necesario dar vuelta al casete. Lucio dejó atrás sus prejuicios y odios. Por unas horas, fueron tan solo una pareja de tango que coordinaba sus pasos con cuidado en un claro intento por impresionar al otro, llenos de vanidad.

Suaves golpes en la puerta del estudio rompieron el hechizo.

—¿Señor? —llamó Inés desde el pasillo.

—¿Sí? —contestó Lucio, sin invitarla a pasar.

—No olvide su reunión con el general Soriarte al mediodía.

—Llamalo y decile que lo pasamos para esta noche. Que venga a cenar acá con su esposa y hablaremos después de comer —respondió él, a los gritos.

Se oyeron los pasos de la empleada que se alejaban por el pasillo.

—Te habías olvidado, ¿no? —preguntó Anahí, sonriendo.

—Para nada —mintió Lucio. Soltó a su compañera de baile y apagó el estéreo—. Pero no me gusta pasarme la mitad del día manejando. El general vive en el centro de Argentina. No soporto ir a su casa, siempre que vuelvo hay mucho tráfico. Además, ya bastante tuve que manejar ayer, ¿no te parece? —se excusó.

—¿Quién es el general? —La chica no respondió a la pregunta, sino que formuló otra.

A Lucio le tomó un par de segundos reaccionar; daba por hecho que todos en el purgatorio habían oído hablar de Soriarte en algún momento. Incluso los criminales más peligrosos tenían pesadillas con él.

—Es un exmilitar que lidera a los sunigortes de toda Argentina. Tiene más sangre en sus manos que la que Drácula podría beber a lo largo de su inmortalidad —explicó él con sarcasmo.

—¿Y qué hace acá? ¿No debería estar en el infierno?

—Matar y ser malvado no es lo mismo. Si bien algunas de sus decisiones son cuestionables, se supone que el general es un juez imparcial. Es solo que tiene mano dura. —Lucio se encogió de hombros—. Intentá comportarte y caerle bien. No es bueno tener a Soriarte de enemigo.

«Juez imparcial», pensó Lucio al repasar sus propias palabras. Esa era una de las mentiras menos creíbles que había dicho en su existencia.

Anahí tragó saliva. Por su mente pasó la escena vivida pocas noches atrás con Irina. Se estremeció.

—¿Estás bien? —preguntó Lucio. Le dio la espalda a la pelirroja y caminó hacia la silla frente a su escritorio. Se sentó cruzado de brazos—. Si necesitás algo, avisame y llamo a Olga o a Inés.

Purgatorio (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora