Capítulo 30: Decisiones.

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-Dijiste que no haría frío, Finnegan. -comenté, mientras frotaba mis brazos con mis manos intentando entrar en calor.

Me bajé del coche que había rentado Finn para la ocasión; una camioneta pickup. Enseguida sentí una cobija sobre mis hombros, suave y acogedora, y al mirar hacia atrás me encontré con los ojos verdes, con motitas cafés por doquier, mirándome fijamente.

-¿Que no te dije que amarías el lugar? -presumió Finn.

Y vaya que así era. Finn había escogido posiblemente el lugar con la mejor vista de toda la ciudad. A pesar de ser una ciudad grande, con miles de edificios, había encontrado un lugar en el que pudiéramos estar completamente solos. El sol comenzaba a meterse, y una luz anaranjada iluminaba toda la escena.
Llevaba mirando el lugar lo que parecía una eternidad, hasta que voltee hacia mi lado y me encontré con Finn sosteniendo un ramo de flores desconocidas para mí. Además, había instalado un par de sillas plegables en la parte trasera de la camioneta, con un par de velas.
¿Pueden imaginarse la escena? ¿Pueden imaginarse cómo se me encogió el corazón, de felicidad, al mirar al chico con quien había pasado toda mi infancia, verme como si fuera lo mejor que le hubiera pasado en la vida?

Sentí mis ojos húmedos, y antes de poder derramar la primera lagrima me lancé a sus brazos, y lo abracé lo más fuerte que pude.

Su olor me inundó por completo, y no era en ningún sentido como el nuevo olor de californiano de Jack. Era el olor familiar de Finn, el olor a casa. El mismo aroma al que, sin darme cuenta, me había acostumbrado.
Nos separamos ligeramente, y Finn me miró. Me dedicó una de esas miradas que todas anhelamos, que te dicen mucho más que cualquier canción o poema, que te prometen miles de cosas sin necesidad de mencionarlas en voz alta.

-¿Te he dicho lo increíblemente hermosa que te ves hoy?- preguntó, sonriendo de medio lado, y el comentario completó la escena perfecta. Me paré de puntas para robarle un beso en el hoyuelo que se le formaba al rededor de sus labios.

••

Conforme avanzaba la noche, el clima se hacía más frío, y por primera vez sentí un indicio del clima de Londres. El cual, por cierto, no extrañaba para nada.
Sin embargo, cuando el clima enfriaba, tenía excusas para abrazar a Finn. Y en el calor del infierno que hacía en América, no había tenido la oportunidad de abrazarlo con ese pretexto. Y tampoco es que muriera por hacerlo, sinceramente, ya que aunque quería abrazarlo, no me apetecía hacerlo si ambos estábamos cubiertos en sudor.
Así que se inclinó hacia mí, al mirarme tiritar, y lo abracé instintivamente.
Coloqué mi cabeza a la altura de su clavícula, inundando mi nariz con su loción de nuevo.

-Pide un deseo. -me susurró al oído.
Lo miré de reojo, para después mirar al cielo en busca de la estrella fugaz que se encargaría de cumplirme mi deseo, pero el cielo estaba completamente despejado.

-Pero no hay ninguna estrella, Finn... -comencé.

-Ni necesita haberla. Pide un deseo. Vamos, dilo, el primero que se te venga a la mente. -continuó hablándome al oído, provocándome cosquillas.

Me volteé completamente hasta mirarlo de frente. Llevaba su cabello despeinado por la helada brisa, y las luces de las velas afilaban su perfil aún más. Sus ojos brillaban, me miraban con expectación, y me acerqué a su rostro una vez más, lo suficiente para sentir su respiración contra mi piel.

-¿Cuál sería tu deseo? -pregunté.

Sabía que normalmente su respuesta hubiera sido que yo tenía que contestar primero, porque él formuló la pregunta primero. Sin embargo, esta vez decidió contestar él.

-Poder vivir con la decisión que tomes. Porque, podría desear que me elijas en lugar que a mi hermano, ¿pero qué caso tendría? No podría vivir sabiendo que pudiste haberlo elegido a él también. -Desvió la mirada hacia lo que ahora era la escena de las luces de la ciudad en contraste con el cielo obscuro. - Quiero que elijas no sólo en base a lo que sientes en este momento, si no a lo que has sentido, y sentirás. Y quiero poder vivir conforme a esa decisión.

Cerré mis ojos, y suspiré profundamente.

-Yo también... -susurré.

••

Había sido una noche hermosa, a pesar de la ausencia de estrellas en el cielo.
Me había levantado quizás un poco más temprano de lo normal, algo que no era habitual en mí, y al bajar a desayunar me encontré con Jack.
Llevaba su cabello largo, sedoso, atado a un moño en lo alto de su cabeza. Se veía impecable.
Me acerqué a la mesa en la que ya estaba sentado, tomando el café tan oscuro como siempre acostumbraba.

-¿Desde cuándo eres una persona que se levanta temprano? -pregunté a modo de saludo.

Él levantó la vista hacia mí y me regaló una sonrisa radiante.

-Desde que tú lo eres, Allison. -Me hizo señas con su cabeza para que me sentara.- Si no mal recuerdo, prometiste que me dejarías invitarte un café, o helado...

Asentí, y sacudí mi cabello que todavía estaba ligeramente húmedo, después de haberme duchado, antes de sentarme.

-Cuando quieras. -le devolví la sonrisa.

••

El lugar que eligió Jack era una típica cafetería con un estilo ligeramente vintage, y un aroma intenso a café a pesar de estar al aire libre.

Era un lugar agradable, y no me mal entiendan, pero no me sentía cómoda.
La gente al rededor estaba demasiado preocupada por su aspecto físico y porque la bebida que pidieran fuera lo más sofisticada y diferente posible.
Jack, sin embargo, parecía pez en el agua. El lugar iba totalmente con su nuevo estilo, y me di cuenta que en realidad, todavía no me acostumbraba al nuevo Jack. Al Jack deslumbrantemente hermoso, al que todas las chicas miraban sin poder evitarlo.
Era una de esas personas que ni siquiera tenía que esforzarse. Hoy, literalmente, se había levantado y recogido el cabello, y era mucho más atractivo que cualquier otra persona que estuviera en la cafetería en ese momento.
Estaba muy ocupado tomando su taza de café demasiado cargado, y ni siquiera se percató de mi mirada en él. Probablemente pensó que provenía de una fan más, y me di cuenta que no quería formar parte de la lista.

-¿Qué opinas de las relaciones a larga distancia, Jack? -pregunté, hablando de algo relevante por primera vez en todo el día.

Él simplemente movió los hombros en señal de indiferencia.

-Son difíciles, pero no creo que imposibles. ¿Y tú?

-Se tiene que estar realmente enamorado para si quiera intentarlo, ¿no crees? La mayoría de nosotros no somos lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta que el contacto físico no es tan importante como parece.

Jack sonrió de lado.

-Supongo.

Y eso fue todo.

••

-¿Entonces, Al? ¿Ya tomaste una decisión al fin? -preguntó mi mejor amiga desde el otro lado de la línea.

Sonreí para mí misma, ya que ella no me podía ver.

-Creo que si.

Se escuchó un gritito, y me alejé el celular del oído para no quedar sorda.

-¡No lo puedo creer! Es lo más cerca que has estado de tomar una decisión en la que se vean involucrados esos dos bombones...

-¡EMILY!

-Ya, ya. Sabes que voy de broma. ¿Y entonces? ¿Quién es el afortunado?

Después de que Em hiciera esa pregunta, cerré los ojos inconscientemente.

-Tengo que hablar con Jack. -contesté, más hacia mí que hacia mi mejor amiga.

••

#TeamFinn vs #TeamJack

Los hermanos Harries.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora