La visita

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Me levanté del sofá algo desorienetada y con vértigos. Seguramente me debía de haber acostado al venir. Diambulé por el salón cual zombie y acabé sentada en uno de los taburetes de la cocina.
-Buenos días niña. ¿Me vas a decir por qué dormías en el sofá?-dijo mamá con su tono habitual.
-La verdad... no podía dormir y salí a qu me diera el aire- dije entrecerrando los ojos. ¿Y sabes?-bostecé-. Me he enterado de... cosas.
- ¿Qué cosas si se puede saber?-dijo con la frente arrugada mientras huntaba una tostada apoyada en la encimera.
- ¿Te acuerdas de la casa de los Burke? Que demonios, pues claro que la recuerdas-dije, con tono de borracha etílica.
- Qué pasa con la casa.
-Pues que creo que hay nuevos inquilinos. No los he visto, solo ví un camión de mudanzas descargando muebles.
- ¿Que me dices? Ya era hora que después de seis años volviera a tener alguien con quien charlar de lo que pasa en el vecindario- rió.
- ¿Osea que sólo querías a los Burke por eso?-dije acusante pero riéndome.
- Ya sabes que para mí los Burke eran más que vecinos- dijo como si eso fuera algo evidente-. Eran algo parecido a una segunda familia. El hecho de que los abuelos nunca se hubieran preocupado en demasía de mí y hubieran muerto en mi infancia, había hecho que me aferrara a los entrañables Thomas y Hazell Burke.
¿Bueno, habrá que hacer una visita para conocer a los nuevos, no?-dijo mamá animada, intentando cambiar de tema.
- Si- dije con falsa ilusión, intentando que su mente omitiera mi aprobación.
- ¿Qué te parece si vamos a las once?-dijo segura.
¿A las once? ¿Pero qué demonios le pasaba a mi madre por la cabeza? No se si sería consciente de que ni siquiera acabarían de haberse instalado a esa hora, pero ante tal seguridad, no la contradije.
- ¿No puede ser otro día? -traté de convencerla.
-Absolutente no. ¿Cuando nace un bebé vas a visitarlo cuando nace o meses después?
Creo que era el ejemplo mas estúpido que me podía haber puesto. Primero porque lo que yo le había dicho era que esperara simplemete un par de días, y segundo por el simple ejemplo. Me fui de la cocina, algo mas espabilada hacia mi habitación. El sol ya se había acabado de alzar y sus rayos de luz penetraban en cada rincón del cuarto. Me peiné el pelo, enmarañado por la repentina cabezada en el sofá, y me puse algo mas fresco, ya que el calor había apretado. Me sudaba la frente. Baj, dije cuando pasé mi mano por mi frente empapada de sudor. Me lavé las manos seguidamente y cogí el móvil. Tenía varios mensajes de whatsapp de Lucy.

Lucy: Holaa! Q haces esta mañana? Qdamos para dar una vuelta? He encontrado un lugar lleno d chicos buenorros :v

Lucy: Eooo

Lucy: Dí que sí :,(

No pude evitar soltar una risita, la idea no me parecía mal, pero como no, mi madre siempre se las apañaba para fastidiarme los planes.

Yo: Jo, me gustaría ir, pero tengo que acompañar a mi madre a un sitio, y ya sabes lo cabezona que es...

Al instante leyó mi mensaje, me contestó con un emoticono de carita llorando y nos despedimos.

Eran las once menos cinco, y cuando menos me lo esperaba mi madre tocó la puerta para que bajara. Pff, la verdad no tenía ni una pizca de ganas de salir a la calle con este calor.
Bajé en dirección a la puerta, y al ver a mi madre con un pastel cubierto de paoel de aluminio me quedé con cara de: Mamá... ¿ Qué estás haciendo? Genial. La humillación sería memorable.
Salimos de la casa, ella con su pastel de manzana en las manos y yo con las gafas de sol mas oscuras que encontré, no por el sol, que también, pero mas que nada para intentar pasar desapercibida.
Caminamos hacia la esquina en cuestión, y en nada estábamos ante la fascinante casa vanguardista, la típica casa de las películas inglesas con un jardín enorme. La casa de un blanco pálido poseía un camino de losas de piedra, que nos conducieron hacia el pequño porche de la entrada. Mi madre tocó el timbre y tras varios segundos, un chico de pelo anaranjado abrió la puerta despreocupadamente.
-Tú- dije perpleja.



Almas unidasWhere stories live. Discover now