Los dulces

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El bosque siempre había sido su lugar favorito en el mundo, sobre todo los días de calor pues podía arrojarse al agua sin temor o miedo alguno a ser reprendido por ello, la escusa era el calor y nadie parecía llevarle la contra en ello cuando sus cuerpos salpicaban el agua casi helada. Su madre dejaba cualquier deber a su alcance y entonces se unía a ellos en sus juegos de niños, pero entre más y más jugaban podía ver la cara de su madre cambiar a una melancólica y llena de miedo.

¿Esa era la razón por la que siempre prefería dejarles jugando e iba a seguir sus deberes?

-¡Hanzel! -Un grito acompañado de una gran cantidad de agua hizo que perdiera de vista esa cabellera rubia que se iba perdiendo de apoco en el bosque hacia su hogar-. No me estas escuchando.

-Si lo hago, pero creí ver...

-¿Viste algo? -Ella estiro su cuello en busca de cualquier cosa que él estuviese buscando, pero no parecía encontrar nada.

-No Gretel, no es nada.

Y todo se olvidó entre más juegos y diversión, así eran los días calurosos junto con su familia. Su adorable y mágica familia. Hasta que el sol parecía haberse escondido y el viento sopló con fuerza, como si ambos hechos anunciaran algo malo.

Los dos niños salieron del agua y poniendo sus ropas extras sobre sus cuerpos corrieron fuera del bosque en dirección a su casa. Aunque... ¿Quién hubiese podido avisarles que no era bueno ir hacia allá?

El viento sopló con mayor fuerza haciendo crujir algunos árboles a su alrededor y, al estar a punto de llegar a la entrada de su hogar, su madre les detuvo con cólera saliendo de su mirada. La mujer tomó del brazo a la chica, apartándola del lado de su hermano y este se congelo de miedo ante la imagen de su madre y hermana acercándose demasiado al acantilado.

-Madre, por favor -suplicó mientras su cuerpo parecía querer convulsionar-. Suelta a Gretel y bajen de ahí...

Pero no lo hizo, pareció ignorarlo por completo. La mujer tomó con más fuerza a la chica, haciéndola llorar y provocando que su pequeño corazón se detuviera.

-Los dragones pueden volar -fueron sus últimas palabras antes de saltar al vacío y arrebatar con ello la vida de sus dos más grandes tesoros en el mundo.

No lo pensó, e incluso ignoro el miedo devastador que de su corazón se adueñó, solo corrió hasta el lugar para mirar hacia abajo y, viendo lo temido, todo aire en sus pulmones se evaporo ante un grito que no pudo escuchar.

"Quinientos corazones de bruja deben...", no quiso prestar atención a aquella voz familiar que comenzó a llamarle junto con el viento. Les había perdido, a ambas, y sin ellas... La vida ya no tenía sentido alguno.

-¡Gretel!

Abrió los ojos de golpe, sintiendo claramente en su boca aquel grito amortizado por el pánico y sin poder detenerse se levantó apresuradamente de aquella cama ajena para mirar a su alrededor. Su hermana estaba a su lado, sus espadas en al suelo junto a sus ropas y su corazón comenzó a tranquilizarse con ello.

Pesadillas... Malditas pesadillas...

Un ruido de cristal rompiéndose en la planta baja lo hizo prestar atención a su alrededor y recordó la casa junto con el motivo de estar allí. Tomó sus ropas con cuidado y cubrió su cuerpo antes de mirar a Gretel dormida con profundidad en aquella cama que parecía no poder compararse con el calor que ella emitía a su corazón.

¿Podría ese miedo irracional a perderle evaporarse algún día?

-Gret... No me dejes nunca -se sintió tonto al saber que ella no lo escuchaba y se sintió aun peor al saber que, con tantas pesadillas, comenzaba a dudar incluso de la más grande promesa que habían hecho juntos-. Solo... Quédate a mi lado, por siempre, ¿ok?

Después de los Dulces 「Yaoi/Gay」Where stories live. Discover now