5. La elección en un Instante Mágico.

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5. La elección en un Instante Mágico.


 Estaba congelada. Mi boca no lograba moverse o estipular alguna palabra clara. A medio paso de distancia, con su rostro etéreo e inescrutable expresión, Franco me observaba. Los segundos pasaban, era consciente que debía moverme pero la sorpresa me calo tan profundo que tuve la patética idea de salir corriendo o darme un golpe para probar que era real y no una de mis fantasías.

– ¿La señorita Montiel? – Inquirió ante el constante e incomodo silencio. Su voz honda y gallarda me saco de mi parálisis cerebral de un solo golpe.

– S..si. – respondí con un tartamudeo abochornado.

Extendió su mano con largos y níveos dedos en mi dirección. Sin lograr evitarlo, me detuve a observar su gesto hasta que di cuenta de su intención. – Franco Evander. – dijo

Le devolví el gesto con un poco mas ansiedad de la debida, y dije: – Lyra Montiel. – debí agregar que seria el reemplazo, pero una parte en mi interior me llevo a omitir ese pequeño detalle.

El asintió y aparto el brazo, hundiendo sus manos en los bolsillos de sus bermudas oscuras.

– ¿Cual será el recorrido de hoy? – pregunto, y pude notar que no existía emoción alguna, ni en su rostro ni en su voz.

– Ah... Ya se sorprenderá. Sera muy divertido...– dije dándole la espalda – cuando sepa donde partiré... – agregue en un murmullo. – Vamos. – instruí en voz alta, y decidí no mirarle para no seguir comportándome como una niña enamorada.

El sin mayor esfuerzo alcanzo a mi paso y verlo caminar a mi lado se me hacia tan increíble, que en silencio piñizqué el dorso de mi mano, buscando asumir que su presencia no era un juego mental.

Paso a paso, abandonamos la recepción. Aclarando mis pensamientos, seguí el recorrido que Fernanda creo para mi en mis primeros días en Donostia. A pie, nuestra primera parada fue el ayuntamiento de San Sebastián que solo estaba a cuadras del hotel.

El no dijo palabra alguna, y oculto sus ojos bajo unas grandes gafas oscuras. Busque algo en lo cual iniciar una conversación pero su actitud intimidante me mantuvo solo centrada en el camino.

Poco a poco, mediante su actitud comprendí que mis fantasías eran mucho mejores que esa realidad. Franco Evander podía tener una imagen de príncipe pero tenia la personalidad arisca de un puercoespín.

Detuvimos nuestro andar, entrando a los jardines del ayuntamiento. El sin despejar sus ojos de las gafas, miro los alrededores con desinterés.

– El Ayuntamiento de San Sebastián es la institución que Gobierna la ciudad. Sus dependencias alguna vez fueron el antiguo Casino de la ciudad. Fue construido 1887 y Casa Consistorial de San Sebastián Donostiako udaletxea – relate, rememorando mis lecturas.

El asintió sin efectuar ningún cambio en su expresión. Siguió contemplando la infraestructura amplia, luego de media hora asumí que nada podría ser mas interesante y le pedí que retomáramos el recorrido.

Seguimos avanzando por las calles de San Sebastián. Si bien la actitud del hombre a mi lado era fría, su paso era relajado, y se acoplo sin reclamo a mi escasa velocidad. Puede que esta fuera mi segunda vez rondando esas calles, pero su belleza era algo que no deseaba desperdiciar, aun si mi compañía no lo apreciaba, yo lo haría.

Lo que Aprendí de una Estrella.Where stories live. Discover now