|PARTE UNO|
«Solo espero no volverlo a ver, no por miedo a su obsesión por mi, sino a mi propio miedo por volverme a enamorar y hacer cosas que yo no deseo.»
Él la salvó sin pensar en que volveria a caer en todas esas emociones que creyó perdidas.
¿...
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—Hey. —pronunció Negan haciendo que Lucille se levante—. Al fin te levantaste niña. Deberías de darte un baño, cuando llegué a esta cabaña habían ropas de tu talla, guarde algunas para fabricar bolsos y estuches para cuchillos. Tienes suerte que aun tenga un poco para ti.
Lucille lo miraba mientras el sacaba una blusa y un pantalón para ella. Se acomodó el cabello y se puso de pie.
—¿Donde esta el baño? —preguntó ella, haciendo que Negan soltara una risa.
—Las tuberías se averiaron niña. ¿Ves ese lago? —señaló por la ventana—. Esa es la ducha.
—Prefiero quedarme sucia a bañarme frente a personas. —Lucille dio la media vuelta soltando la blusa y el pantalón.
—Cerraré las cortinas, no soy un pervertido. No soy como los que quisieron abusar de ti. No soy como ellos Lucille.
Ella giró y ambos se miraron.
—Este mundo esta podrido Negan. La gente cambia. No lo digo porque me pueden ver desnuda en el centro del lago. Sino que pueden pasar tantas cosas no solo aquí, quizá en otro momento. —evitó la mirada.
—Si el mundo estuviera podrido. No te hubiera salvado. No te hubiera acogido. No serias mi amiga. ¿Crees que esto esta podrido?
Aquella palabra causó algo en Lucille. ¿Un amigo? ¿El es mi amigo? Pero, como paso todo... Negan, hay tantas cosas que necesitan hablarse. Pensó ella.
—Creo que llamarme amiga es muy pronto Negan.
—No me has respondido algo Lucille —rió—. Eres muy orgullosa. Eso me gusta. Amiga.
Lucille fue al lago de al frente y se desvistió quedando solo en ropa interior, pasó el jabón por todo su cuerpo y giró. El no la estaba viendo. Se sumergió dentro del agua y se quitó el brasier. Una vez que se lavó, se colocó la ropa interior mientras estaba sumergida en el agua.
Salió y vio a Negan, el estaba acomodando algunas cosas en la cocina de la cabaña. Sin mas, Lucille se colocó la bata, y fue directo a su hogar.
—¿No viste nada? —preguntó.
—Nada, niña terca.
—¿Niña terca? —bufó—. Ten mas cuidado como me dices abuelo. No se que hago preguntándote. Igual, si me viste dirías que no.
—Si te hubiera visto. —se acercó a ella y la tomó de las manos—. Créeme que ahora, te estaría besando.
Los ojos de Lucille reflejaron miedo. Él al parecer lo notó y al instante la soltó.
—Solo eres una adolescente. —dijo él por último.
«Una adolescente que quizá esta sintiendo algo por alguien mayor a ella.»
