"Demasiado cerca, demasiado lejos"

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Se encontraba solo, en su despacho, escuchando solo el reloj y el latido de su corazón que se movía fiero, si su corazón seguía así debía ir a ver a un doctor porque sufriría de un infarto pronto

¡Ahg! Se regaño así mismo por tan estúpido pensamiento,  se levanto de su silla frustrado tomando y tirando de su cabello, un grito ahogado se formo en su garganta y un nudo se atasco en su estomago, odiaba esta situación tan estúpida  donde el mismo se había sumergido ¿Que le pasaba? ¿Porque al pensar en esa chica su cuerpo reaccionaba así? estaba perdiendo completamente el racionamiento, el control sobre su cuerpo, sobre su mente, se sentía vulnerable, demasiado, quería tomar a esa chiquilla y destrozarla, había pensado y torturado su mente con todas esas imagines de ella debajo de el, temblando, gimiendo, imagino a esos hermosos ojos claros llenos de placer, de lujuria, estaba tremendamente jodido. elevo sus brazos de nuevo jalando sus cabellos, tal vez haciendo que así mismo esa chiquilla saliera de su mente, de sus deseos, lo estaba volviendo loco, se conocía, no era idiota, mucho menos un tonto, no podía perder la compostura como lo estaba haciendo justo ahora, pero era inevitable, miro su mano derecha, con la cual había rozado su cintura y de repente su mano cosquilleo, su olor llego como recuerdo a su mente haciendo que cerrara los ojos deleitándose de lo que su mente le dejaba recordar. Pero no se dejo, no, no lo permitiría, esto ponía en riesgo todo lo que estaba planeando incluso lo que estaba logrando, solo tenia que dejar a esa chica como una del personal mas, el debía concentrarse en su trabajo, en sus ocupaciones, y así, el deseo que veía acumulado simplemente se iría, además, ya había programado una cita con Daniela, su compañera de "juegos" por así decirlo, esa mujer lo ponía de puntas y siempre lo dejaba satisfecho así que sus momentos de estrés se disiparían.

Una sonrisa ladeada se dibujo en su boca, si, eso haría, despejaría su mente con aquella mujer y esta chica debía desaparecer de su mente.

Llamo a Roberto el mayordomo y le indico que alistara al chofer para salir, necesitaba ir a una junta que se había formado de repente, no era tan urgente, pero le gustaba estar informado de todo lo que sucedía en su empresa. Es cierto, había citado a esa chica hoy a su oficina, pero no había llegado y era mejor que de una vez el marcara un limite, un marca que no debía cruzarse, si la chica pensaba que el estaba jugando con ella era mejor para la situación ante ambos, porque no era idiota el también podía ver en sus ojos el deseo, tal vez con esto ella solo se alejaría y eso lo mantendría en calma a el.

-Espero tener todo listo, y por favor comunícame con Julia necesito que todas mis citas para mañana estén lista y en orden, debo ir a una junta. -Dijo serio, con ese tono profesional y frío que siempre manejaba.

-Si señor -Contesto aquel hombre con el único que manejaba algún trato después de su esposa en esa casa.

Roberto salio del despacho de nuevo dejándolo solo. Adrián tomo los documentos necesarios y se dirigió a la salida para retirarse. al bajar, al borde de las escaleras vio como la chica salio sonriente con su empleada, se veía despreocupada, sencilla, tan joven, tan brillante, es cierto, percibía su aura pesada pero aun así, no dejaba de ser.. ella, al parecer. Entorno los ojos dándose cuenta de lo estúpido que se veía viéndola así, admirándola desde lejos, no, no lo haría, ella no era mujer para el, ni el hombre para ella, así de fácil. Vio como ambas chicas se dirigían a la salida y algo en el se encendió, perturbándolo, ¿Se iría? ¿Y la petición de ir a su despacho? ¿En serio lo estaba ignorando? de pronto se hayo molesto, ¿Como si quiera podía ignorarlo y retarlo de esa manera tan... tan juvenil, tan valiente, tan madura? Se sintió un tonto.

-Señor, el chofer fue ocupado, seré yo quien lo lleve a la junta, el guardaespaldas ya espera en la otra camioneta ¿Esta listo? -Pregunto Roberto, que rápido noto el enojo en sus ojos, y como su mirada se desviaba a la salida, como si toda su molestia estuviera alejada allí, de pronto lo entendió, era Vanessa y Lucia las que habían salido por la puerta, pero como mayordomo, no podía opinar nada, no era su incumbencia estar en temas personales, así era aquí en la casa, cada quien en lo suyo, para no molestar a los jefes, y si bien Adrián no era un hombre maleducado, grosero o violento. Se manejaba con mucha profesionalidad, tenia el trato estricto con todos, siempre cortes y amable pero nunca amigable, y sonriente.

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