V

19K 1.4K 2.8K
                                    

La llave entró en la cerradura; extrañamente idealizando que eso sería lo que su discípulo haría con la "cerradura" de la mujer que se encontraba al otro lado, esperándolo. Saitama frunció el entrecejo y abrió la puerta; cubriéndolos a ambos de un dulce perfume y los destellos de pequeñísimas velas aromáticas dentro de la habitación.

Una hermosa mujer, en prendas que despertarían los instintos de cualquier hombre en busca de placer, lo esperaba de rodillas sobre la cama. De voluptuosa figura, mujer de largas piernas y mortales curvas. Genos retrocedió, en su mente sólo podía escucharse a sí mismo decir: ¡Es demasiada mujer, demasiada mujer, no puedes con ella...!

– No hay necesidad de ser tímido, mi joven héroe – deslizándose hacia el borde de la cama; sus movimientos no eran para nada vulgares – tengo muchas sorpresas para ti, esta noche... –

– G-gracias... – carraspeó con un gesto nervioso en el rostro, al igual que su reverencia. Tanto Saitama como la cortesana, se estremecieron de la ternura que les produjo.

– ¡¿Pero qué sucede con él...?! Hace sólo un instante estaba muy tranquilo... o aburrido – pensó, receloso de que aquella mujer alterara de sobremanera a su indiferente discípulo.

– aww... pero si eres sólo un niño... Un niño muy, pero muy grande... – enfatizando, con sensualidad, el bulto entre sus piernas. – ¿Ese es el tamaño de un pene promedio...?

– Sensei... – susurró, Genos; incapaz de darle la espalda a la prostituta, según las reglas.

– Lo siento... ¿estoy en un error? – notando la intromisión de Saitama. – No me avisaron sobre la visita de dos... Uhm... no mencionaron nada de un segundo... –

– No me preste ninguna atención... – interrumpió. Considerando que no siempre recordaban su imagen de héroe, ésta ocasión le importó menos que las anteriores – Me iré en seguida... –

– Saitama Sensei – enfatizó, Genos, acentuando un poco más la voz.

– Por favor... – fingiendo ser sordo – no sea muy intensa con él. Es su primera vez. –

En todos sus años soportando intensos golpes, propinados por distintos monstruos misteriosos, nunca había sentido un malestar que le aplastara el pecho como sucedía en ese momento. Se sentía ridículo, pero no iba a detenerse por nada; después de todo, era demasiado tarde para arrebatarle a Genos un gran dulce; aunque aún no lo haya probado... pensó, esperanzado.

– ¡Sensei...! – sujetándolo por el brazo, desde el otro lado del umbral de la puerta, como si su vida dependiera de ello – por favor... quédese... E-estoy... muy asustado – suplicó, muy apenado.

El mundo se detuvo para Saitama. Las palabras de Genos entraron en él, golpeando cada muro de su conciencia. ¿Cómo podría dormir por la noche después de esto? Tragó saliva; de pronto Genos le hacía sentir que estaba pervirtiendo la inocencia de un inexperto muchacho. ¿En qué lo convertiría si lo permitía? La culpa lo carcomía donde Genos lo sujetaba.

– P-pero... Genos, tú hace un momento... – totalmente desconcertado, vacilando con las manos y acercándolo para hablar entre susurros. – Tú... antes no aparentabas... –

– Yo sólo... no quería parecer ansioso... – confesó, no consiente de que se aferraba aún más a su maestro – No quería parecer un niño frente a usted... sucedió lo mismo frente a Kuseno... –

– Ahhh, Genos ¡¿por qué eres tan... tonto?! – susurró muy alto frente a su rostro – Tuvimos todo el tiempo del mundo para conversarlo allá afuera. ¿Qué no sabes a qué vinimos aquí? –

One Punch Man - Despertar SexualWhere stories live. Discover now