Luna de Miel

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Tres años era el tiempo que llevaba esperando ese hermoso día  Al fin Cristian se había atrevido a pedirle matrimonio.  En un hermoso restaurante, a la luz de las velas y con un violinista tocando para ellos.  Tan romántico como siempre ella lo había soñado.

Y allí estaba, Aurora Messia, en una tienda de trajes de novia, probándose su vestido.  La ultima prueba, el ultimo día para retocar y la próxima vez que volviera a deslizar esa suave tela por su cuerpo seria el día en que se convertiría en la mujer de Cristian Montiel. 

-Estas preciosa cariño –Agnes, su madre limpiaba las lagrimas con un pañuelo –Luces tan radiante, tan pura.

-Si, mama –Aurora volvió a mirarse al espejo  Pura, así era, una mujer pura   Nunca había estado con ningún hombre.  Siempre pensó que no encontraría el hombre adecuado, aquel dispuesto a esperarla.   Pero lo hizo, ahí estaba Cristian.  Quería que su primera vez fuera con el hombre adecuado, con el hombre de su vida y que nunca, ningún otro pudiera tocarla.  Solo el, su marido.

-Toda una virgen –Bárbara, su hermana entro a la tienda y se paro ante ellas –Nunca mejor dicho

-Barbi –Su madre la miro con el ceño fruncido –No seas desagradable

-¿Acaso he dicho alguna mentira? –Bárbara camino hacia su hermana y le dio un beso en la mejilla, después le susurro al oído –Ya queda menos para disfrutar de tu hombre

-No cambiaras nunca –Aurora negó con la cabeza.  Su hermana siempre tan alocada, tan irrefrenable, sin pensar en las consecuencias.  Tan distinta a ella, a veces incluso deseaba parecerse un poco mas a Bárbara.  Tomaba lo que quería, cuando quería.

-Ya solo quedan dos días –Agnes volvió llorar de alegría –Mi dulce niña

-Oh mama deja ya la llorarera –Bárbara suspiro y después poso la vista en la dueña de la tienda -¿Cómo va mi vestido de dama de honor?

-Ya esta listo –La mujer la miro con desconfianza -¿Quieres probártelo?

-Claro, hay que comprobar si es fácil de quitar –Bárbara guiño un ojo a su hermana

-¡Bárbara! –Agnes llevo las manos a su cabeza

-¿Qué mama? –Su hija la miro sonriente –Es una boda, ligar es lo divertido en ellas

Aurora entro a uno de los probadores para quitarse el vestido mientras Bárbara entraba al de al lado para probarse el suyo.

-No esta mal –Bárbara se observaba en el espejo con satisfacción, sonrió y salio para que la vieran  después de que su madre y la novia dieran el visto bueno al vestido, volvió a entrar a los probadores y lo vio.  El vestido de novia, su hermana debía haberlo dejado ahí colgado.  Una idea perversa se le cruzo por la cabeza y sin pensarlo dos veces agarro el vestido y entro al probador con el.

Dos minutos mas tardes veía su imagen en el espejo, con el vestido de novia.  La verdad es que le gustaba como le quedaba, mucho mejor a que a su hermana.  No llegaba a entender como Cristian pensaba casarse con ella, estaba segura de que una vez viera lo aburrida que era en la cama la dejaría.

Rebusco en su bolso su teléfono y se hizo una foto con el vestido.

-Veamos que te parece –Mordiéndose el labio envió la foto en un mensaje;

¿Tienes curiosidad por el vestido de novia? ¿Qué te parece? ¿Cómo me queda?

Buscare uno para tu despedida de soltero, esa noche te prometo que no la olvidaras jamás.

 

Se quito el vestido y volvió a dejarlo en su lugar, se puso su ropa y se miro por ultima vez en el espejo.

-Después de esa foto dudo que tu futuro marido se sorprenda en la boda hermanita –rió divertida –Pero no te preocupes yo me encargare de sorprenderle con su regalo de boda.  Estará gratamente satisfecho

                                                                                  Y asi comienza esta historia

EL DE LA FOTO ES CRISTIAN

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