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La chica y yo la pasamos bien, debo admitir. Supongo que esto ocupará varias páginas, ya que fue bastante divertido, tanto que hasta ella acabó por divertirse. 

La llevé a mi casa y la até a una silla Lo más fuerte que se podía, mientras que yo me servía una sopa de lata que le había sacado a una casa.

Comencé a comer, mientras ella me observaba con algunas lágrimas en los ojos.

Por ahora se le veía llorando, pero pronto conocería lo que es verdadera diversión. La pobrecita asustada aún no tenía idea de cuánto se iba a reír.

terminé mi sopa. No sin antes preguntarle "¿No querrás una tú?". No recibí respuesta, por lo que supuse que no tenía hambre, o quizá su café la había llenado.

Comencé a escuchar los mensajes de su celular, el cual le había arrebatado minutos antes.

Tenía dos mensajes de "Mi amiga rara" y unos veinte de "mi amor". Al parecer había alguien preocupado por ella.

No sé por qué, pero el hecho de que alguien estuviera preocupado por la chica que estaba a punto de matar me hacía hervir la sangre. Me daban aún más ganas de clavarle el cuchillo en el cuello.

Pero no podía pasar aún, tenía que divertirme un poco con ella.

Así que el jueguito comenzó. Tomé la lata de mi sopa, enrede la parte de abajo con una pequeña toalla para poder sujetarla sin quemarme, mientras con un encendedor hacía calentar el aluminio de la lata. Cuando comencé a notar que se ponía cada vez más caliente, hasta el punto en que mientras lo ponía en la mesa dejaba un circulo negro, supe que ya era la horade comenzar de lleno. Tiré el encendedor, y con esa misma mano tomé el cuchillo, el cual comencé a pasar por el suéter de la chica. 

Al parecer sólo se había dejado el suéter arriba para ir por el café, ya que debajo sólo estaba su sostén, que le quedaba ligeramente apretado, lo que hacía que sus pechos se pudieran apreciar en su mayor parte. Moví la lata caliente hasta el pecho de la chica y presioné. 

Ahí sí soltó un grito. Un grito que me llenó de más furia pero excitación al mismo tiempo. Así que moví la lata mientras la seguía presionando contra su pecho. Ella seguía gritando y llorando mientras entre sollozos pedía piedad. 

Tiré la lata al piso, entonces le bajé el sostén. Lamí sus heridas mientras ella chillaba por el contacto con sus quemaduras, fue ahí cuando me di cuenta de que si iba alguien pasando por mi hogar la vería. Así que fui por mi mochila y saqué la cinta. 

Cubrí su boca con cinta café, haciendo una cruz en sus labios. Se la quitaría cuando pasara a hacerle otra cosa.

Fui por unos cuantos vasos de plástico, los puse uno a uno sobre la mesa, contando unos trece aproximadamente. le bajé la malla que tenía, le saqué el sostén y la pantaleta, la dejé totalmente desnuda para lo siguiente. 

Tomé un vaso y con el mismo encendedor comencé a quemarlo mientras dejaba caer todo el líquido caliente sobre sus piernas. Ella emitió un chillido ya que ahora no podía gritar. con cuidado quité el líquido del lugar antes de que se hiciera completamente duro, y mire como su piel se ponía más roja que la sangre. Seguí así con unos cuantos vasos más, hasta que simplemente me pareció aburrido el hecho de jugar así con ella. 

Dejé el encendedor y los vasos a un lado, mientras apreciaba su cuerpo y pensaba en que podía hacerle.

Me tomó tiempo, hasta que por fin lo decidí.

Diario de un asesino.Where stories live. Discover now