Capítulo III

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—¡Anda, la desaparecida!, ¿se puede saber dónde estabas?

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—¡Anda, la desaparecida!, ¿se puede saber dónde estabas?

Ravi se hizo a un lado para dejarme pasar del umbral de la puerta, y nada más llegar fui hasta el salón. Allí me paré en seco y me llevé una mano a la frente mientras daba vueltas, indecisa. Mi amiga se acercó a mí cruzada de brazos, y alzó sus cejas esperando que comenzara a hablar.

—Estaba en casa de Jake —descruzó sus brazos y abrió la boca para decir algo, pero la interrumpí—, la mujer estaba allí, pero llegué y desapareció, y luego le escuché llamarla y hablar sobre una fiesta...

—¿Qué?, ¡frena, frena! —se puso frente a mí, mirándome con el ceño fruncido—. Explícalo despacito, creo que tienes bastante tiempo.

—No, no lo tengo —corrí hasta mi habitación y rebusqué en mi bolso—. Tengo que salir a comprar.

—¿A comprar?, ¿ahora? —exclamó, parándose frente a mí de nuevo—. ¿Se puede saber el qué?

—Una máscara.




La vieja mujer, con un alto moño en la cabeza y de postura encorvada, me miró con ojos brillosos tras el mostrador. Comenzó a sacar decenas de máscaras de la vitrina, comentando con entusiasmo lo fantásticas que se verían en mí.

Este año se lleva el castaño oscuro —resaltó, mostrándome una graciosa careta color café, con pequeñas perlas alrededor de los ojos y estampado de lirios en la tela—. Es la moda, ¡te resaltaría el suave color de tu piel!

Agité mi mano en negación, mientras sonreía a la anciana. Ravi, que estaba a mi lado, se entretuvo buscando entre ellas. Le había contado lo que ocurrió por la noche, y después de intentar darme una colleja en la nuca por haber perdonado a mi novio, se mostró entusiasmada con mi idea.

Probablemente, aparecer en ese baile de máscaras y espiar a Jake no sea la mejor opción. Pero me daba totalmente igual a estas alturas. Sólo quería saber qué mierda significaba todo ese rollo siniestro de ama y sangre; quería saber quién es esa mujer exactamente para él.

Algún día me pasará algo por meter las narices donde no debo.

—¡Me aburro! —soltó Ravi con exasperación mientra dejaba una máscara sobre la mesa—. Ninguna de estas me convence. Parece que vamos a un carnaval cutre.

Reí en bajito, sabiendo que la mujer no entendía una palabra de lo que hablábamos y que, si lo hacía en alto, se mosquearía.

—Pues esta es la única tienda de este estilo en la ciudad.

—Y... ¿por qué no pensamos primero en lo que llevarás puesto? —mi amiga se acercó a mí y me miró de arriba hacia abajo—. Si al menos supiera lo que vas a llevar, compraríamos la máscara a juego.

Eternity ©Where stories live. Discover now