PREFACIO

932 34 1
                                    

No, esto no me puede estar pasando... ¿Por qué me gustaría él? No tendría por qué haber una razón en específico, ¿debería?... no debería estarme haciendo estas preguntas. Él no me gustaba, no me gusta, y no iba a gustarme punto, no tendría lógica ni coherencia alguna ¿pero qué demonios tenia lógica con respecto al amor? ¡Nada!, nunca nada tiene lógica. Bufé contra mi reflejo, ¡esto no tiene sentido! ¿Por qué diablos estoy haciéndome esto? No tenía ni la más mínima finalidad ¿Qué iba a lograr? ¡Nada!. Me mire un rato más a mi reflejo, bastante frustrada ¿Por qué diablos seguía allí? Ya tenía casi cuarenta y tres minutos sentada frente a mi tocador, y no tenía ningún sentido, y no iba a tenerlo ¡él no me gustaba! ¿Y si no te gusta porque tratas tan duro en convencerte de eso? Me susurró una traidora voz muy al fondo de mi conciencia. ¡Cállate! Grite para mis adentros. Dejé caer mi cabeza sobre el tocador blanco por unos minutos, y solté un chillido exasperada. Esto no me podía estar pasando, no era normal, simplemente no podía ¡me rehúso! ¿Por qué me estaba pasando esto a mí? Levante mi cabeza y volví a mirarme a los ojos, azules con una pizca de gris, eran demasiado profundos, ni siquiera yo misma podía soportarme la mirada. "engáñate todo lo que tú quieras, pero a mí no me puedes engañar, estas pero si enamoradísima de el" "¿si no te gusta entonces porque toda la tarde estuviste tan... distraída?" las palabras de mi tía Samanta me daban vueltas, una y otra vez. ¿Cómo demonios iba a gustarme mi profesor?

- Me gusta el profesor Haníbal Hartman...-solté sin pensar en un casi susurro, viéndome poner mis ojos como platos y llevarme mis manos a mi boca.

¡Oh por Dios! Me gusta mi profesor... parpadee un par de veces sin soltar mi vista, viendo cuidadosamente cada movimiento que hacía, aun con mis manos en mi boca cerré mis ojos con fuerza, deseando con todo mi corazón que todo esto solo fuese un sueño y nada más.

- ¿me gusta el profesor Haníbal? -me pregunté, tratando de cuestionarme, pero ya lo había dicho, ya no había marcha para atrás por mucho que yo quisiera eso ya lo había admitido en voz alta, a mi reflejo, tras haber estado una hora tratando de convencerme que eso no tenía sentido, le sonreí a mi reflejo - me gusta el profesor Haníbal

Me reí de mi misma, una carcajada grande y deliciosa que disfrute en lo más profundo de mí, ante la naturalidad con la que esta vez salieron mis palabras, estaba jodida. No tenía mucha más opción que reírme de mi misma por haberme negado esto tantas veces, y finalmente haber terminado poniéndome frente a un espejo para enfrentarme a mí misma y mis sentimientos. Si, estaba completamente jodida.


Soñé que me queríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora