CAPÍTULO 15

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Capítulo 15 | daría mi vida

—te digo que el profe me dijo que ella no era su tipo—insistió Andrea, pasándome un pedazo de papel de china.

—pues eso ya es cosa de ellos, ¿no? —le pregunte, dejando de lado el papel de china.

—pues sí, pero ella no me gusta para el—me dijo, yo me cruce de brazos y mire los globos del techo, frunciendo el ceño.

Déjalo ser feliz mujer, pensé para mí.

—creo que me perdí, ¿Qué no se supone que debe gustarle a él? —le pregunte, girando un poco hacia ella para poder mirarla.

—pues si... pero, no me da espina —insistió.

—creo que a él no le va a importar lo que puedas pensar tu—le dije, tratando de no sonar demasiado maldita.

Había mejorado muchísimo ocultando mis sentimientos, había tenido que superar el piquete de celos que sentía de aquella maestra de preescolar llamada Grecia, y había comprendido bastante bien. La ecuación era bastante simple, él no sabía si a él le gustaba ella, en cambio a ella le gustaba mucho él, se estaban conociendo y pues el resultado probablemente no sería muy a mi favor, simple de comprender. Sin embargo, había comprendido algo, yo lo amaba y amarlo significaba querer verlo feliz, verle esa sonrisa irradiando felicidad, aquella que me hacía sentir de todo, y yo no me podía entrometer.

Analy me había dicho que tarde o temprano algo así iba a suceder, era obvio, no iba a quedarse soltero toda la vida, y mucho menos iba a ser adivino como para esperarme. Me aconsejo que entre más pronto lo asimilase menos iba a doler, y tenía razón. Me dolía muchísimo saber que yo jamás iba a ser aquella persona que sostuvieran sus brazos, pero tenía que comprenderlo. Además, yo quería verlo feliz sin importar cual fuese la fuente de esta.

—pues yo creo que sí, me pide consejos cuando me lleva a mi casa —me dijo, ayudándome a subir a una de las sillas.

—pues... entonces aconséjale lo que creas conveniente —le dije, tomando el globo que me estaba dando y pegándolo en el techo del salón.

—yo siento mucha tensión... sexual entre nosotros—me dijo, y me detuve en lo que estaba haciendo, después de un segundo continué.

— ¿estas consciente del significado de tus palabras Andrea? —le dije, de manera severa.

—ay tu sabes que es cierto, ¿no te has dado cuenta? —la mire, y la vi a los ojos.

—no, nunca he notado nada extraño —le dije, volviendo a lo que estaba haciendo.

—pues deberías, según tu eres bien observadora —me dijo, tomando la cajita de chocolates que estaba en mi mesa— ¿me das uno?

Me gire para verla y le rodé los ojos a la cajita de chocolates, mi más reciente pretendiente me los había mandado regalar con Summer.

—comete todos los que quieras, tengo bastantes en mi refri —le dije, bajándome de la mesa.

—ay que mala, ¿no te gusta ni un poquito?

—es buen chavo, es... lo que cualquier mujer quisiera, educado, cariñoso, detallista, incluso divertido...

—entonces, ¿Qué te detiene?

—que yo no soy cualquier mujer, y se me hace bastante fastidioso que todos los días me mande algo, o me llame, o me quiera mandar mensajes a cada hora del día... —le dije, sentándome en mi silla.

— ¿Por qué no le das una oportunidad? Se te hace fastidioso porque no estas enamorada

—lo estoy conociendo—le dije, desviando mi mirada a la ventana.

Soñé que me queríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora