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01: Lugar de hipócritas.

—Mamá ya debo irme —Le avisó Amber a su madre quien fregaba los platos en el lavado de la cocina.

  —Está bien, cielo. Suerte —la chica asintió sin darle mucha importancia.

  Suerte era lo que menos tenía y más le hacia falta.

Salió de su casa cargada hasta arriba de libros y caminó dos cuadras hasta donde se encontraba la parada de autobuses más cercana a su casa. Esperó allí unos diez minutos, cuando finalmente el autobús apareció ella se subió en el y caminó hasta el fondo del mismo, sentándose en el último asiento.

Sacó sus auriculares y los conectó a su móvil para ir escuchando música en el camino mientras miraba por la ventanilla.

La música, la música era una de las pocas cosas que lograba hacerla escapar del asqueroso mundo que la rodeaba.

El autobús se detuvo en la parada escolar y ella se bajo sin prisa alguna. En su casillero ya la estaban esperando las dos chicas que le hacían la vida imposible.

Emma y Stacy.

  —Amber, cielo, ¿cómo estás el día de hoy?

  Amber rodó los ojos y abrió su casillero.

  — ¿No vas a responder?

  — ¿Por qué no molestan a otra?

  —Porque contigo es más divertido, chiquita.

Emma tomó a Amber del cabello y sólo le dio un pequeño tirón para después irse riendo por el pasillo con su leal compañera.

  —Imbéciles —murmuró enojada.

Sacó sus libros del casillero y se fue para el salón de su primera clase, biología. Tomó asiento a mitad de la clase junto a un chico que jamás había visto antes, lo cual era raro, porque si había algo que Amber hacia muy bien era observar, examinar, estudiar a las personas que la rodeaban en el día a día.

La profesora entró al salón saludando a sus alumnos. Lucy Clifford era su nombre, y a Amber le caía bastante bien, no era de esas viejas malvadas y con cara de perro, sino todo lo contrario. Era joven y amable con cada uno de sus estudiantes. Y lo mejor, se preocupaba y trataba siempre de que todos comprendieran bien lo que se estaba dando en clase... era de esa clase de profesores que escaseaban.

  —Chicos, casi me olvido. Tenemos un alumno nuevo, Alex Price. Ponte de pie para que tus compañeros puedan verte, por favor —pidió con una sonrisa amable y el chico sentado junto a Amber se puso de pie.

En ese momento Amber se dio cuenta que no reconocía a su compañero porque en realidad jamás lo había visto antes. Alex era nuevo ahí. Un chico morocho, de ojos cafés, con una estatura normal y con un físico para nada extravagante. Todo en el nuevo le pareció normal a Amber, excepto su mirada. Miraba a todos como si fuesen un pedazo de mierda al lado de él, como si fuese superior a todos y cada uno de los que había en el salón. Miraba a todos igual que Amber.

Y eso le gustó.

En su escuela eran todos unos idiotas que seguían a un "líder", por así decirlo, era la típica secundaria infectada de "populares", "nerds", etc. Donde, al parecer, nadie tenía una opinión propia, sino que imitaban a otros para poder pertenecer a determinado grupo social. Eso jamás le agrado a Amber, según ella, era cosa de imbéciles. No podía comprender como sus compañeros no eran capaces de tener ideas propias y defenderlas, y que en su lugar siguieran los pensamientos e ideales de un grupete de personas con deficiencia de materia gris.

Luego de que se paro se volvió a sentar soltando un suspiro de cansancio.

Emma no tardo mucho en girarse en su asiento para mirarlo.

—Hola, soy Emma, cielo —Amber rodó los ojos sin poder evitarlo y a Emma no se le escapó eso—. Veo que te sentáste junto a la fracasada, deberías escoger mejor a tus amistades aquí, nadie se juntará contigo mientras estés a su lado.

Amber se limitó a soltar una risita irónica. ¿Ella hablaba de escoger mejor sus amistades cuando era doña falsedad en persona? Sí, claro.

  — ¿De que te ríes, imbécil?

  —De lo patética que eres, de eso.

Sí, la chica podía parecer un ángel ante los ojos de cualquiera, pero sus compañeros sabían bien que eso no era para nada cierto. Y era eso, justamente, lo que no les gustaba de ella, su actitud. En especial a Emma y a sus "amigas", por el simple hecho de que no era fácil de controlar... no era como el resto del montón.

  — ¿Yo patética? No me hagas reír, Amber. En esta escuela nadie te quiere, eres la pobre idiota que siempre esta sola y así seguirá. Si eso no es patético dime que lo es.

  — ¿Y? ¿Qué más me da qué a un montón de imbéciles no les agrade? Eso no me hace patética, ¿crees que me voy a sentir mal por eso? Sólo son un montón de idiotas buenos para nada. Y sólo para que lo sepas, tu tampoco le agradas a nadie, sólo te tratan como te tratan porque tienen la misma hipocresía que tu.

Alex miró de reojo a Amber y sonrió. Definitivamente no se esperaba tal reacción de la chica, pero le agradó bastante ya que pensó que Amber era la típica mosquita muerta.

  — ¿A quién le dices idiota, rarita? —Preguntó Michael, él chico más arrogante y estúpido que una persona podría conocer en la maldita faz terrestre. O eso era lo que Amber pensaba. Era el capitán del equipo de lacrosse, sus padres eran dueños de media ciudad, pero el pobre carecía de un cerebro.

  —Oye, la cosa es entre ellas, no te metas —habló Alex en defensa de Amber lo cual sorprendió a más de uno—. Y creo que lo de idiota va para todos ustedes.

  —¿Quién lo diría? Amber ya tiene un protector... Además de Thomas, claro —se burló la amiga de Emma.

  —Cierra la boca, Stacy. Y tú —-Amber señaló a Alex—, no necesito a nadie que me defienda.

  —Tranquila, niñita. Eso ya lo sé, pero igual tenía que participar en la conversación, digo, ya que ésto empezó por mi.

  —Donde vuelvas a llamarme niñita terminaras en una zanja, imbécil.

La profesora carraspeo.

  —Chicos, bajen la voz por favor —habló—. Estoy tratando de que Lena comprenda el ejercicio... Y por cierto, deberían ponerse a copiar ustedes también.

Después de eso nadie más habló. Amber se puso a dibujar siluetas en su cuaderno. Emma comenzó a textear en su celular. Michael se recostó sobre el banco, pronto para dormir. Y Alex, por su parte, hizo lo que la profesora le pidió, aún que entre tanto y tanto, miraba a su compañera de reojo.

Locos de amorWhere stories live. Discover now