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:02: Carácter.

La hora del almuerzo por fin había llegado, Amber no tenía tanta hambre pero ya estaba aburrida de escuchar a la profesora de literatura hablar, sólo por eso, la alegró la idea de tomar un pequeño respiro.

Cruzó las puertas de la cafetería y caminó hacia donde las cocineras servían el almuerzo. Hoy, por ser martes, servirían tacos. Sí, en su instituto la comida de la cafetería era algo que ya estaba planificado, cada día servían algo diferente, así, todas las semanas. Por suerte, la comida que se serviría era seleccionada por los mismísimos estudiantes mediante votaciones que se hacían todos los años con el comienzo de las clases. Se hacia una lista con veinte comidas y luego el presidente estudiantil iba a cada clase, entregaba las listas y los demás debían escoger cinco de esas veinte comidas. Las cinco comidas más repetidas eran las que quedaban seleccionadas, de esa manera, todos estaban conformes. Eso sí, los que eran vegetarianos no tenían tanta suerte, pero les daba lo mismo, pues se llevaban el almuerzo de todas formas.

Esperó en la enorme fila y cuando finalmente la atendieron tomó su taco y una soda. Cargó todo es su charola y se fue a sentar a su mesa. La mesa de Amber, o de la rara según sus compañeros. Era una mesa algo apartada de donde la mayoría se sentaba, estaba en un rincón junto a un gran ventanal. A Amber le gustaba por eso. Por la vista. Antiguamente solía ser la mesa de los miembros del equipo de lacrosse, pero Amber de a poco los fue espantando a todos para conseguirla.

Le dio una mordida a su taco y sonrió.

Estaba bueno.

—Amber —la voz de Emma hizo a Amber rodar los ojos.

Ya había llegado el dúo de descerebradas a arruinarle su almuerzo.

—Estoy comiendo, vuelve más tarde.

—Já —se rió sin ganas—. Tú no me dirás que hacer, rarita.

— ¿Qué es lo que quieres ahora?... Además de molestar, claro.

—Me ofendes, sólo vinimos a hacerte compañía —ambas chicas se sentaron frente a Amber.

—Y a advertirte —habló Stacy—. El nuevo es de Emma.

Amber se rió.

¿Qué demonios le importaba eso a ella?

—Pues te felicito, ¿ya lo marcaste con tu orina?

—Cierra la boca. Sé que te agradó, por eso no lo tendrás. Además ya he hablado con él hace un rato y te puedo asegurar que no te hablará jamás.

—Sigue sin importarme. Ahora, ¿podrían largarse de una vez? Quisiera terminar mi almuerzo.

Emma y Stacy se iban a retirar pero Alex apareció y ese fue motivo suficiente para quedarse.

— ¿Puedo sentarme aquí? —Le preguntó a Amber y ella arqueó una ceja en dirección a Emma.

— ¿Soy yo o tu nuevo súbdito no obedece tus ordenes?

— ¿Por qué estás aquí? —Le preguntó Emma a Alex algo enojada, no sólo porque le desobedeció, sino porque la hizo quedar como una idiota delante de Amber, aunque para eso ya era tarde. Amber ya lo sabía hacía un tiempo.

— ¿Disculpa? ¿Desde cuando tengo que darte explicaciones, niña?

—Uh, un rebelde —se burló Amber—. Debes controlar mejor a tus lacayos.

—No te metas, mojigata. Esto no tiene que ver contigo.

—Por desgracia me involucra. Están en mi mesa, por ese motivo les pido cordialmente que se retiren los tres, así pueden discutir más tranquilos y yo puedo terminar de almorzar.

Locos de amorWhere stories live. Discover now