Capítulo 5.

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NASTIA.

Me desperté de golpe cuando oí algo estrellarse contra el suelo. Mierda, eso había sido un plato. Pero ¿quién demonios andaba con un plato a las siete de la mañana un domingo?

Entré en la cocina haciéndome un moño desenfadado y no pude evitar reírme ante lo que vi: Jack estaba solo en bóxer con un delantal de mariquitas y un gorro de cocinero en la cabeza, mirando fijamente una sartén con un huevo encima.

-¿Jack?- llamé. Él se giró hacia mí con el ceño fruncido.- ¿Qué intentas?

-Preparar el desayuno, pero no entiendo por qué no se hace.

Me acerqué a él reprimiendo una sonrisa y me apoyé en su hombro. Le hice una seña y se agachó hasta quedar a mi altura. Realmente, ese chico era demasiado alto.

-Primero hay que encender la vitrocerámica, chef.

-Ahhh, esto... Sí, ya lo sabía...- empezó a balbucear mientras enrojecía y empezaba a trastear con la placa.- Normalmente no hago yo el desayuno bueno, ni cocino en general.

-Si no lo dices ni lo noto.

Me reí antes de salir de la cocina, tirando para desatarle el delantal.

-Hola, hermanita.- los brazos de Liosha me rodearon desde atrás y sonreí por instinto.- ¿Qué haces levantada tan temprano? Hoy no tienes nada que hacer.

-Ni tú.- contesté extrañada.- Hoy es domingo.

-Nastia, hoy es lunes...

Me quedé mirándolo fijamente unos segundos, echando la cuenta de la diferencia horaria entre Moscú y Los Ángeles. Tenía razón, había diez horas de diferencia entre ambas ciudades.

-Oh, mierda... tengo que llamar a Alisa.- murmuré acordándome de pronto de mi hermana.

Me solté de sus brazos y corrí hasta mi habitación en busca del portátil. Lo encendí y bajé rápidamente mientras conectaba Skipe y rezaba porque Alisa estuviera conectada. Diez minutos después, la cara sonriente de mi hermana apareció en la pantalla.

Nastia!- gritó encantada.

Una sonrisa tonta se formó sin querer en mis labios.

Ali, te echo tanto de menos!- respondí con un chillido más fuerte aún si cabe.

-¿Qué tal en tu nueva casa?

-Muy bien, iba a desayunar ahora mismo.

-¿A desayunar? Si son las nueve de la noche...

-Ya, pero aquí son las siete de la mañana.

-Vaya. Eso es raro.

Seguí comparando las diferencias entre nuestras nuevas rutinas y hablando con ella sobre mi nueva habitación sentada en la barra americana de la cocina, hasta que la cabeza de Jack se introdujo de repente en la pantalla.

-Vaya... hola, preciosidad, ¿cómo te llamas?

A mi hermana casi se le salen los ojos de las órbitas y juro que casi pude ver como la baba escurría por la comisura de sus labios. Decidí intervenir y sacarla de su ensimismamiento, la sonrisa egocéntrica de Jack cada vez crecía más.

-Jack, mi hermana casi no habla inglés...

-Oye, que lo entiendo...- le lancé una mirada asesina, amabas hablábamos perfectamente inglés sin apenas acento, pero eso no me convenía en estos momentos. Maldita niña con hormonas revolucionadas.- Alisa. ¿Y tú cómo te llamas?

Midnight.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora