Capítulo 18.

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JAMES.

Recorrí los pasillos del hospital con el pulso a cien por hora.

Nastia mezclada en carreras ilegales, su mejor amigo muerto por culpa del hombre que me habían ordenado investigar... Mierda.

Arranqué el coche y puse rumbo a la base sin detenerme a pensar en mis sentimientos. Tenía una corazonada sobre Nastia y solo me rogaba a mí mismo que no se cumpliera.

Pero esa media luna en su nuca... Joder, ¿cómo no me había dado cuenta antes? ¿cómo había estado tan ciego?

Aparqué de mala manera y me dirigí al departamento de informática, entrando en una de sus pequeñas salas.

-Todo el mundo fuera de aquí.- ordené a las cuatro personas que trabajaban delante de los monitores.- ¡Ya!

De vez en cuando tener un rango alto tenía sus ventajas. Me metí en seguida en nuestra base de datos, sacando los informes que llevábamos hasta ahora sobre el caso y la operación, para luego buscar un dato en concreto.

"Midnight. Se denomina así a los miembros de la banda a la que pertenecía el sujeto. Grupo exclusivo y cerrado de la ciudad de Moscú, dirigido actualmente por Aishane Dostoyevski, líder de todas sus funciones, las cuales se basan en carreras en circuitos ilegales, transporte y comercialización de sustancias estupefacientes, blanqueamiento de dinero y tratos con mafias. El distintivo de sus miembros es una media luna tatuada en la nuca..."

"Es una media luna. Representa... Una de las primeras noches estúpidas de mi vida."

Suspiré pesadamente antes de seguir buscando, esta vez en bases de datos no tan visibles. La deep web podía ser un sitio peligroso pero, como era imposible hacerla desaparecer, muchas veces podía servirnos para nuestros propios fines. Como ahora.

Llamé a uno de los mejores informáticos de mi equipo, encargándole el trabajo más importante: desencriptar los datos del portátil que habíamos conseguido robarle a Kristoff. Le entregué el pendrive, señalándole los monitores a mi lado.

-Tienes hasta la noche.

Él asintió y se sentó sin hacer más preguntas. Era lo que me gustaba de ese chico: tenía una inteligencia aguda que sabía utilizar a la perfección.

Horas más tarde me recliné hacía atrás en la silla, los ojos ya me escocían de estar tantas horas delante de la pantalla. Casi al mismo tiempo, mi compañero se levantó.

-Todo a la vista, señor.

-Gracias.- murmuré ronco.- Saca dos copias de todo, una para mí y otra envíasela a John. Luego ve a descansar, has trabajado bien.

-Sí, señor.

Una vez en casa releí toda la información sobre Nastia que había conseguido recopilar pero solo se me quedaban frases sueltas, haciéndome imposible asimilar todo lo que ponía ahí.

Con catorce años empezó a correr en las carreras ilegales como acompañante y a subir escalas lentamente entre el grupo de los Midnight. Era la chica de confianza de sus líderes, dos gemelos llamados Mijaíl y Aishane Dostoyevski, además de tener contactos por todo Moscú.

Mijaíl. Misha. Él era el chico que había mencionado, aquel del accidente sobre el que no quería hablar. El mismo que no había parado de nombrar de camino al hospital, como si estuviera manteniendo una conversación con él en su inconsciencia.

Mierda. Seguí leyendo con el corazón en un puño, ordenando lentamente mis ideas.

Hacía apenas año y medio que los Midnight entraron en el mundo del narcotráfico, escalando hasta hasta hacerse con el liderazgo de todo el negocio de droga en la ciudad. Fue así como uno de los Dostoyevski controlaba el grupo de los Midnight y gran parte del lado oscuro de Moscú.

Midnight.Where stories live. Discover now