Capítulo 8.

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NASTIA.

Me senté en la cama frotándome los ojos y miré el reloj. Las cuatro de la mañana. Lo que se traducía que en Moscú... eran las tres de la tarde. Dudé por un segundo en llamar a Aishane, aunque manteníamos conversaciones bastante frecuentes por WhatsApp, no estaba segura de si me estaba contando todo lo que pasaba en casa con mi hermana. Y es que, después de llamarla esa misma noche, un pensamiento no me dejaba tranquila. Había algo en ella que no encajaba, que no estaba del todo bien.

Dudé un segundo más antes de decidirme. Aishane no me mentiría. Apenas tres tonos después la cara medio dormida del rubio apareció en la pantalla.

-Hola, nena. Te veo más morena.

-Hola, Aish.- sonreí por su comentario, lanzándole la pregunta sin más.- ¿Alisa está bien?

-Oye, un ¿tú qué tal estás, Aishane? Uy, ¿te veo más guapo que otras veces? No estaría nada mal antes de ir a saco, ¿sabes?- rodé los ojos ante su monólogo, hoy se había levantado gracioso.- ¿No te enseñan educación en tu nuevo instituto de pijos o qué?

-Al grano, Aishane, por favor.

-Tu hermana está bien, nena. Solo que sin ti aquí, está madurando más rápido.- se encogió de hombros.- Te dije que cuidaría de ella y eso estoy haciendo, pero no puedo evitar que crezca.

-Eso ya lo sé.- resoplé jugando con un mechón de pelo.- Es solo que la noté muy distante hoy, más fría conmigo.

-Nastia, solo llevas dos meses fuera de casa, dale tiempo a que se acostumbre a ello.

-Está bien, tienes razón.- noté su mal disimulada sonrisa.- Supongo que solo os echo de menos.

-Y nosotros a ti también, pero acuérdate de lo que hablamos.

-Tengo una nueva oportunidad.

-Eso es.- ahora sí me sonrió de verdad, escrutándome a través de la pantalla.- Ve a dormir, anda, que vaya cara de muerta tienes.

-Siempre está genial hablar contigo, eh.

Y con un gesto bien obsceno a la pantalla, Aishane se volvió en negro. Respiré algo más tranquila, sabiendo que en el fondo él tenía razón.

Alisa ya no era una niña y él siempre le echaría un cable.

Me arrastré fuera de la cama en busca de una botella de agua antes de volver a dormir, esquivando camisetas, bóxeres y demás cosas de origen desconocido, haciéndome un moño en la coronilla mientras intentaba no matarme por ir medio a oscuras.

Era viernes noche y mis amigos habían salido de fiesta, pero yo me había quedado en casa con la excusa de hablar con Alisa, pensando que nuestra conversación sería más larga.

Justo cuando estaba terminando de rellenar la botella de agua, la luz de la cocina se encendió y di un chillido, girándome como un resorte hacia la puerta. James estaba mirándome perplejo, su mano aún suspendida junto al interruptor.

-Ostia, James, ¿tus pasos no suenan o qué?

-Lo siento.- se disculpó en seguida.- Pensé que eras mi hermana y...

-¿Estás bien?- pregunté unos segundos después, viéndole la cara. Estaba pálido y un par de gotas de sudor recorrían sus sienes.

-Sí, sí, es solo que tengo insomnio y cuando oí ruido, pensé que los demás ya habrían vuelto de la fiesta.

-Por los mensajes que hay en el grupo, me parece que van a tardar un buen rato en volver. Pensé que tú también estarías.

Negó con la cabeza, sonriéndome antes de abrir la nevera y sacar el zumo.

Midnight.Where stories live. Discover now