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Era una mañana como otra cualquiera en la mansión Phantomhive.En la perfecta vida del joven Conde Phantomhive y esposa. Elizabeth despertaba dulcemente a Ciel con un tierno beso que el niño correspondió a duras penas casi con desgana como era ya costumbre en él.
- Buenos días Ciel - la rubia ataviada con un camisón hasta ese momento había estado a su lado ahora se disponía a cambiarse delante de su ahora joven esposo de apenas quince años. La muchacha tenía un cuerpo exquisito, con perfectas curvas y delicadas líneas pero su ahora esposo nunca se había fijado en semejante belleza, no era el tipo de belleza que el buscaba o apreciaba aunque finge hacerlo.
- Buenos días Lizzy - con una forzada sonrisa comenzaba el también a cambiarse con torpeza y una vez finalizado bajaron ambos al desayuno en una conversación bastante trivial. ¿Que seria? Ciel sentía que faltaba algo en la mansión desde que se casó con Elizabeth, contra más tiempo lo dejaba pasar mas urgente se tornaba su necesidad de saber que era lo desaparecido.
- Ciel ¿me estas escuchando? - antes de darse cuenta ya estaba dando un paseo con la muchacha hablando sobre vestidos y ropas que tanto gustaban a la joven pero poco importaban al muchacho. Ciel realmente perdía la nocion del tiempo cuando indaga en el misterioso asunto que nublaba su corazón. Estar con ella no le desagrada, pero lo sentía gélido, el no veía la química que su esposa sentía, no, su corazón parecía ya estar condenado al eterno vacío . No la quería, su corazón se cerraba en banda a la opción de amarla era una sensación agobiante, no era capaz de satisfacerla en la cama a menos que se drogase, bien poco se fijaba en los cambios de atuendo de la muchacha y no le interesaba absolutamente nada brindarle un hijo.
- Si, creo que me es indiferente que lleves el vestido rosa o azul - decia sin prestar atención mientras escudriña su pasado buscando lo perdido. Ese sentimiento del cual no conocía su procedencia o el momento de su aparición. Intuía que había una gran niebla sobre sus recuerdos, un borrón de tiempo indefinido que le impedía averiguar que era lo faltante.

Ahora en su despacho manipulaba los documentos de la compañía Phantom sin mucho interés, la mayoría porcentajes y nuevos proyectos. Su despacho era su lugar favorito de la mansión y tenía un buen motivo. Cada vez que se sentaba en aquel enorme sillón de cuero verde sentía una cercanía con su recuerdo faltante, lejos de asustarse le reconforta era como un recordatorio de que era algo real. Nunca miraba hacia atrás pues aquella agradable sensación desaparecia al intentar divisarla aunque lo más probable es que nunca hubiera existido. Era una presencia reconfortante, protextora, tan cálida que Ciel no dudaba en dormitar en su presencia mientras dejaba escapar un tenue suspiro ¿se estaba volviendo loco?¿alguna vez había existido?

El infierno era un lugar desolador por definición, pero bajo los ojos del príncipe del averno era un lugar extremadamente detestable. Su padre Lucifer, el rey, había festejado el regreso sin comprender el motivo del cambio de su hijo Kain. Donde antes estaba el más cruel, livertino y lujurioso de los demonios convirtiéndolo casi en un incubo asesino, ahora se encontraba en una apariencia humana, un semblante afligido y un estado abatido. Aquel castillo de apariencia antigua con gruesos muros de piedra, altos torreones y grandes salas que parecía haber sido asediado millones de veces por las muescas de los muros entremezclado con ramas secas de antiguas enredaderas. El interior estaba decorado con un un gusto exquisito pero se sentía extremadamente vacío y despreciable para el príncipe Kain. Él parecía muy afectado por algo que la corte no lograba ni lograría entender. El joven y apuesto príncipe caminaba por la mansión como alma en pena sujetando con devoción un anillo, un anillo de plata con una exquisita gema azulina en su cima como el más preciado de sus enseres.
- ¿Que paso ahí fuera que le ha marcado tanto? - directo al grano uno de los guardias se quitaba el casco dejando ver un rostro de tez morena, cabello negro canoso rapado a un lateral, ojos verde oliva, era un hombre mayor su rostro transmitía serenidad y sabiduría. Vestía una armadura estilo medieval de un oscuro color con el logotipo del castillo en todo lujo de detalles en el pecho, las juntas emitía un ligero resplandor rojizo. El hombre se mostraba cercano al demonio
- Algo que creía imposible Leviatán - el demonio menor miraba la nada perdido en el paisaje desolador que aquel balcón otorgaba. El infierno era un lugar exageradamente extenso e inecesarimente enmarañado.
- Príncipe ¿quien es la mujerzuela que le ha rechazado? - con tono jocoso sujetaba el hombro del demonio menor de manera cercana brindando apoyo
- No me han rechazado Leviatán, no le di oportunidad. En cualquier caso es un amor unilateral - él estaba melancólico a pesar de que sonreía tratando de atesorar los recuerdos del menor su sonrisa era triste
- ¿Que clase de criatura has buscado que no admira tu magnificencia?
- Un humano. El más impetuoso, orgulloso y malhumorado de los humanos ... Y aun así duele - el sentía su pecho vacío, un inmenso vacío que parecía estar arrastrándolo. Un dolor que no era capaz de sanar y estaba lentamente arrastrándolo a la depresión, como un veneno incurable que viajaba por sus venas invadiendo cada centímetro de se ser.
- Entonces es mejor así, los humanos son demasiado volátiles, sus mentes son frágiles y cerradas. Si hubiera visto tu forma demoniaca no habría vuelto a tu lado - el tono del mayor cambio totalmente mostrándose cortante - Recuerda a tu soberano padre, fue engañado por aquella mujer humana para luego ser traicionado
- El es distinto - se defendía escondiendo el anillo en el interior de su puño
- ¿Que le hace pensar eso?
- Solo... Lo se , el es... Tan diferente a todos los humanos que he conocido...
- Si realmente pensase eso habría ido a por él, porque el Kain que yo conozco no necesitaba permiso para coger algo que considera interesante. - El demonio menor solo pudo lanzar una forzada cercajada apretando el anillo en su mano
- ¿Y que sentido tiene obligarlo a amarme? Creo que el ahora es feliz con su familia, con su mujer - con esas amargas palabras parecieron cambiar la perspectiva del mayor que miro casi apenado
- ¿Crees? - plantando esa duda en el inferior se marchó a continuar su ronda

Kuroshitsuji : Conde CondenadoWhere stories live. Discover now