8

807 93 7
                                    

- Ciel, ¿te dan miedo? - Ciel no respondió pero sabía leer entre líneas y se sentó en la cama cogiendo a Ciel entre sus brazos - No te harán nada, no pueden entrar - Seguía sin responder pero poco a poco se relajo quedando dormido entre sus brazos. Esa tranquilidad que solo Sebastián era capaz de transmitir... Su cercanía era una droga, no paraba de desear más....

Sigiloso se movía el zorro por el castillo saltando al lado del trono donde el rey la recibió con una macabra sonrisa acariciando sus orejas como si de un vulgar chucho faldero se tratara.
- Señor, el capitán ha dejado escapar a su hijo con el humano - la sonrisa se esfumó y un escalofrío recorrió al zorro que permaneció en el lugar.
- ¿estas segura Inari? - Su voz sonó furiosa tanto que esta reprimío sus ganas de huir
- Yo misma vi como le advertía para que escapara ¿lo elimino? - repentinamente su sonrisa volvió con un ápice sádico
- No, quizás sepa donde se encuentra y nos lleve hasta el. Pégate a él y que no te note. - volvió a su forma humana haciendo una pequeña sonrisa mientras Lucifer acariciaba su cabeza en un gesto más manipulador que cariñoso que esta aceptaba gustosa.

Leviatán había dedicado la noche a recolectar alimentos tanto para el demonio como para el humano. Estaba seguro que no tenían nada que comer en aquella pequeña casa. Quería con todas sus fuerzas la historia de Kain fuese lo que fuese saliera bien. No por el propio Kain, no. Era un sentimiento egoísta, lo hacía por el mismo. Porque sentía que había destrozado demasiadas vidas, demasiados amigos llorando con el corazón destrozado y el alma rota.
Con cariño colocaba los alimentos en las alforjas de Fenris un enorme lobo de pelaje pardo y ojos color avellanas, uno de sus soldados que también sufrió una pérdida y deseaba ayudar. Algo receloso miro una ultima vez a su alrededor con la sensación de ser vigilado.
- ¿nos vamos? - Decía Fenris mientras daba unos pasos un poco nervioso.
- Si, vamos - De un salto se subió al lomo de la bestia comenzando a guiarlo entre la niebla. El deceso del rey estaba cerca.

La noche había dado paso al día y Ciel abría los ojos molesto por los rayos de luz que inexplicablemente se filtraban entre la niebla. En algún momento de la noche se había abrazado al cuerpo del demonio. Sintió sus mejillas arder pero para su tranquilidad parecía dormido, con cuidado deshizo el abrazo y se levantó con dificultad. Su cuerpo todavía dolía. Lentamente se asomó a la ventana observando como extraños y tenebrosos seres pululaban alrededor entremezclandose con la densa niebla.
- Si algo pasa yo te protegeré - Ciel dio un respingo sobresaltado por la cercanía de la voz. Justo detrás suyo, tan cerca que su aliento chocó contra su oído, tan cerca que casi podía sentir el calor de su cuerpo.
- ¡Aah!
- Yo tampoco te he mordido - reía Sebastián alejándose mientras se arreglaba el pelo en un espejo cercano, gesto que nunca antes había visto en el mayor. Esa cercanía desconcertaba ¿porque? Desapareció de su vida borrando todo recuerdo con algún tipo de magia y reapareció llamándolo mascota y no solo eso. Ahora se mostraba totalmente cercano, como si hubieran estado viviendo juntos desde siempre. No tenía motivo para sentir esa felicidad que le embargaba al sentir la cercanía de Sebastián, pero aun así lo sentía y como preso de una droga deseaba más de aquella sensación. Un sentimiento suicida sin duda, queriendo andar cerca de él dueño de su vida. Parecía un cordero idolatrado un lobo, tarde o temprano acabaría mal.
Su mente y corazón andaban en conflicto cuando se escuchó la puerta abrirse y poco después apareció Sebastián seguido de dos personas. Una le era vagamente conocida, un hombre mayor que le inspiraba confianza. El otro mucho más joven tenía una sonrisa lupina y mirada avellana a pesar de eso parecía bastante amigable. Tenía el pelo parduzco recogido en una coleta, orejas y cola caninas e iba vestido con unas ropas rajadas probablemente por el mismo.
- ¿Ciel? - Saliendo de sus pensamientos volvió a prestas atención a los seres.
- Que - estaba todavía traspuesto intentando recordar a aquellos extraños.
- Que si tienes hambre - hacercaba una galleta al menor que apenas ni lo miraba. Observando como los tres demonios parecían emocionados por algo.
- ¿Ah? ... No
- Deberías comer para tener fuerzas para continuar - Decía el avellana con una gran sonrisa acercándose a mirar de cerca
- Esto va a ser una dura batalla - completaba Leviatán desconcertado a Ciel
- No se si recuerdas, el es Leviatán, es un amigo y el de detrás es Fenris.- Ambos saludaron con alegría mirando a Ciel con expectativas. Como si esperas en que hiciese algo espectacular - Ambos son parte de nuestro recién fundado grupo de rebeldes - todo resultaba confuso a Ciel. Especialmente eso ultimo.

Inari merodeaba la pequeña casa. La barrera no le afectaba a ella pero si se deshacía de la barrera los cientos de ayakashis atraídos por el alma entrarían matando al niño y malhiriendo a los demonios. Aunque no le molestaba herir a los demonios pues eran traidores.
Con un movimiento se vio como si una burbuja explotase, ya no había barrera y los ayakashi lo sabían arremolinandose alrededor del edificio ansiosos. Ella solo podía sonreír, acababa de servir la cena enjaulada en una casa.

Kuroshitsuji : Conde CondenadoWhere stories live. Discover now