La vida de Kat gira en torno a dos filos: los de sus patines.
Lleva entrenando con ellos desde sus 6 años, y ahora sabe que es oficialmente parte de su ser. Sobre el suave hielo, ella es simplemente ella. Quizás esta sea actualmente su única forma de mantenerse viva, lo único que le importa. Se sube a ellos y... Y ya. En su escuela, es la típica chica tímida que no desea ser molestada y lo único que le importa es sacarse buenas notas para luego salir e ir a entrenar, ir a su paraíso. El lugar donde es ella misma, donde toda la timidez se esfuma y todas las bromas de parte de los compañeros de su clase quedan acallados por su pasión.
El placer de patinar no es un sentimiento fácil de describir; metes un día tus pies en esos patines y sabes que estás depositando toda tu confianza en un objeto inanimado. Aún así, cuando entran en contacto con el hielo, podrías jurar que se mueven solos. Ellos terminan siendo tú, y tú ellos. Es mágico, es uno de esas cosas en las que simplemente tienes que "ver para creer", tienes que meterte al mundo y vivirlo tú mismo. Y yo misma te aseguro que se convierte en una adicción, de la que no puedes salir. De la que no quieres salir.
Y, como corresponde, la historia comienza en el hielo. ~
