Pasado Pisado

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Bueno... Antes que nada, este capítulo puede contener imágenes fuertes para algunos, si les molesta la quito.

Imagen: Julia.

1

Max una vez vestido fue hasta la sala de estar, Franklin se encontraba sentado en el sofá mirando la televisión, el toro se acercó silenciosamente por detrás y lo tomó por el cuello provocándole un susto leve, lo abrazó tiernamente y puso un beso en sus labios. Por un momento los dos dieron una leve risita y después un silencio, lleno de ternura.

-¿vamos?-preguntó Max.

-¡claro!-Franklin se puso de pie y fueron hasta el elevador.

El elevador de color plateado en su interior llegó vacío, los dos chicos se subieron y bajaron hasta la planta baja, Max abrazó de nuevo a Franklin, mientras el elevador bajaba se iban haciendo algunos cariñitos y mimitos, el toro mordió levemente una de las orejas del tigre haciendo que este lo espantara con las manos, pero de vuelta Frank le mordió un pezón al toro (ya que este era más bajo).

-¡cuidado con esos!

-te lo mereces-respondió el bajito.

-pues si me lo merezco...-pareció como si las luces del elevador se apagaran y el rostro de Max se oscureciera dejando ver unos ojos rojos-tú te mereces cosas peores...-por un momento Frank sudó frio, tragó una gran cantidad de saliva y bajo las orejas.

Una vez abajo, salieron del elevador, Franklin se apoyó suavemente en el pecho de Max, el mayor rodeó su cuello con su brazo grande y fuerte. El hecho de que a Franklin le gustara Max era que cuando eran pequeños, cuando ambos tenían ocho años de edad, el toro lo había salvado de un grupo de chicos que lo estaban golpeando.

2

-¡eres un tonto Smith!-decían unos chicos golpeando al pequeño tigre.

-¡deténganse por favor!-pataleaba Franklin, su ropa estaba muy sucia y le chorreaba sangre por la nariz. Los niños insistían en golpear el tigre que era menor en todo sentido. De la nada apareció un becerro pequeño, quien golpeó a todos los chicos provocando una huida por parte de ellos, el pequeño tigre lloraba en el piso limpiándose la sangre y las lágrimas.

-¿estás bien?-pregunto el becerro.

-sí...-dijo aun sollozando, el becerro le ayudo a ponerse de pie.

-¿por qué no te defendiste?-preguntó este.

-eran más que yo... aparte soy débil.

-¿Cómo te llamas?

-Franklin ¿y tú?

-Max.

-oye Max... ¿quieres ser mi amigo?

-¡como! ¿No tienes amigos?

-no... dicen que soy raro...

-¡pues yo también soy raro!-dijo ayudándole a levantarse-¡y quiero ser tu amigo!

3

Desde entonces que Franklin sentía algo por Max, al principio no supo que era, hasta que tuvieron trece años, recién a esa edad empezó a descubrir todo lo que sentía por el toro. Tenía pensamientos de deseo hacia él, se masturbaba pensando en su cuerpo semi-desnudo (ya que nunca tuvo la dicha de verlo desnudo hasta ahora). Hasta que decidió confesarse, para su suerte Max sentía lo mismo.

Llegaron a dicho café, a la orilla del rio, con mesas afuera y adentro, chicos y chicas de meseros atendiendo todo prolijamente, estanterías con especias, azucares y dulces secos. Neveras con pasteles de todo tipo y con formas muy lindas, algunos con forma de corazón, otros de dos pisos y de varios sabores. Franklin consideraba este como uno de sus lugares favoritos en toda la ciudad, el otro sería la estación central.

Vida De un Padre SolteroWhere stories live. Discover now