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-Vengo a ver a Alexandra.- Miranda me miró sonriente y me llevó hasta la habitación.

Esta era la segunda vez que venía a visitarla después de la adopción o lo que sea; hace dos días había sido la primera, el lunes. Tuve tiempo de venir a la noche para verla ya que Josh y yo habíamos quedado para ir a su bar preferido, pero me canceló de último minuto cambiándolo para el próximo viernes.

El lunes la había visto solo unos minutos ya que estaba dormida cuando llegué pero le deje un pequeño oso de peluche café para no sé, ser amable creo. Lo había pasado a comprar de camino en una pequeña tienda, no era la gran cosa.

-Abby.- la pequeña me dio un corto abrazo y tomó mi mano para que la siguiera. Nos sentamos en una pequeña mesa donde tenía pequeñas cosas para el té.

Jugué un rato con la pequeña mostrando mucho entusiasmo. Simplemente colocábamos azúcar a nuestras pequeñas tazas y untábamos mantequilla a los pequeños panecillos.

Me agradaba bastante la idea de convivir con ella y tener algo que hacer estas vacaciones, hacer una amiga nueva. Después de un rato decidí preguntarle cosas, en verdad quería conocerla más.

-¿Cuántos años tienes Alex?.- me acomode un poco más en la pequeña silla. El hecho de que fuera algo delgada me permitía caber pero no dejaba de ser incomoda y pequeñita.

-Siete, los cumplí el mes pasado- untó un poco de mantequilla a su panecillo y me miró un poco seria.- no me gusta que me llamen Alex.

¿Qué? Pero si ella me había dicho que todos le decían así. Antes de que yo pudiera protestar ella empezó.

-Mi mamá me decía así antes de dejarme aquí, no me gusta. Todos me dicen así pero de verdad que no gusta.- revolvió un poco su té y continuó.- papá me decía Alexandra y tampoco me gusta, pero nadie sabe de qué otra forma llamarme, es mi nombre.

Creo que en cierto modo la comprendía. Cuando mi madre nos dejó, mi papá odiaba que lo llamaran Will porque mi madre solía llamarlo así por el apellido claro, su nombre es James. Pasó un largo tiempo para que no le molestara que alguien lo llamase así. Para tener siete años esta niña sí que hablaba con madurez.

-Yo te llamaré Lexie.- mentalmente acababa de crear ese apodo porque no quería hacer a la niña sentirse incómoda o algo por el estilo.

-Me gusta, nunca nadie me había llamado así.- me mostró una sonrisa preciosa. Realmente me alegraba de caerle mejor ya que la vería constantemente y no me gustaría que me odiara o algo así.

-Me alegro.- sonreí de vuelta.

Pasamos la mayor parte de la mañana juntas y tuve que llamar a Johnny para avisarle que no iría a trabajar hoy. Me lo pasé muy bien con ella, era como la pequeña hermana menor que nunca tuve; reíamos juntas y realmente me divertía estar con alguien que no fuese Josh o papá.

Después de mucha platica con ella me enteré que su animal preferido es el tigre y le gusta mucho pintar; dice que apesta en ello pero le agrada la sensación que le da el hacerlo. También nos contamos un poco de nuestras familias y cuánto odiábamos las tareas escolares porque si, ella también va a la escuela. No va a una privada o algo por el estilo lo cual yo llegué a pensar, sino que aquí mismo hay algunos maestros y hacen lo mismo que en cualquier escuela común.

Cuando llegó la hora de irme, a eso de las tres de la tarde, la pequeña me abrazó muy fuerte y me hizo prometer que volvería pronto, y asi lo hice.

*

Después de bañarme, me alisté rápidamente para ir al gimnasio.
No había ido los dos dias anteriores, no me permitiría faltar un día más.

BOX (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora