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Han pasado cinco días desde la cena y aún no me animo a ir al gimnasio. Después de mi pequeño "momento" con Harry en el balcón me quedé aún más confundida de lo que ya estaba. ¿Iba a besarme? Sé que si. ¿Por qué? No tengo idea. Siempre tengo muchas preguntas para él y nunca las respuestas. Yo misma le pregunté porque no le agradaba y no me respondió, decidió acorralarme contra la pared y, cuando nuestros labios se rozaron, sentí como mi corazón latía a mil por hora, mi respiración se detenía y juro que un escalofrío recorrió mi cuerpo. Quería besarlo, lo ansiaba en verdad pero mis pensamientos me detuvieron. No pude evitar pensar en lo que Will y Cade me habían dicho, que era peligroso. Mi mente se imaginó millones de escenarios de un Harry peligroso y eso me detuvo. En ese momento supe que si lo besaba ya no habría marcha atrás. Además, su respuesta me ha asustado aún más. Creí que se reiría o algo parecido y su respuesta sólo me ha confirmado que lo es, que es peligroso y que debería escuchar a quienes me advierten. Esto solo me dejó confundida y asustada y como la cobarde que soy, no he tenido el valor de ir al gimnasio y encararlo, quizás mañana lo haga, o quizás no.

Por otra parte, no me hablo con mi padre. Tuvimos una discusión cuando llegamos de la cena, pensaba quedarme callada pero no pude evitarlo. Jamás puedo quedarme callada. Era demasiado el enojo que sentía hacia él y quise reclamarle por lo que hizo, terminé llorando y jurándole que nunca más lo acompañaría a una cena con sus compañeros de trabajo. Él como siempre, dijo que no era en serio lo que dijo pero supo que cruzó la línea cuando le dije que no volvería a ir nunca y que estaba harta de sus mentiras. Ha estado toda la semana en casa tratando de arreglarlo y, se va pasado mañana de viaje y aún no nos dirigimos ni un saludo.

Josh está sentado frente a mi con un gran tazón de cereal esperando a que le conteste una pregunta que ni siquiera se cual es.

-¿Vas a saludarlo o no?.- susurra y su mirada se dirige disimuladamente hacia mi padre a quien ni siquiera había visto entrar en la cocina.

Niego con la cabeza mientras frunzo el ceño y me centro en mi tazón de nuevo.

-Voy a hacer tocino.- me levanto de la mesa y me dirijo a la cocina. Me acerco a Sonia y veo que está haciendo los huevos.

-¿Que necesita señorita Abby?.- le sonrío y niego con la cabeza mientras tomo un sartén y lo coloco en la estufa.

-Nada Sonia, solo haré un poco de tocino.- asiente con la cabeza e insiste en hacerlo a ella pero le digo unas cinco veces que no, hasta que cede.

Ambas estamos paradas en la estufa y me platica sobre su prometido a quien hace no mucho conoció. Tienen unos seis meses de noviazgo y ya están comprometidos, ella dice que es amor de verdad y que cuando lo encuentras, simplemente lo sabes. Y creo que es verdad. Creo que el amor de verdad llega a tu vida de una manera inesperada, sin previo aviso y es tan intenso que no lo puedes sacar de tu corazón, sin embargo creo que el amor verdadero no sólo puede aparecer y quedarse sin más, debe construirse con el tiempo y debe ser un amor sin condiciones. Tiene esa pasión, ese fuego del que todos hablan y la ternura y el cariño más sincero lo acompañan. Es el sentimiento más real que alguien pueda experimentar. Siempre he creído que así es el amor, sin conocerlo. Ojalá algún día pueda experimentarlo de esa manera, sentirme como ella lo hace.

Minutos después nos encontramos riendo de cómo él se enoja cuando ella cocina en casa porque siente que trabaja demasiado. Y me entra la nostalgia.
Platicar con ella me hace pensar en lo mucho que quisiera tener una figura materna conmigo. Cuando estuviese  enojada con papá, ella me entendería y no sé, quizás lo haría entrar en razón y me enseñaría a cocinar, y reiría con ella y, nos arreglaríamos juntas. Sería como mi mejor amiga y sé que me apoyaría en todas o al menos la mayoría de mis decisiones. La imagino tan perfecta, parada en el umbral con una deslumbrante sonrisa, el sol filtrado por la ventana pegándole en el rostro, esperando a que llegue papá de uno de sus viajes para fundirse en un abrazo. Qué afortunados son los que tienen una madre con ellos.

BOX (H.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora