Regreso, encuentro...

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El aeropuerto era un caos, uno bueno al menos. Donghae agradecía el apoyo que recibía de tantas personas que por él accedían a levantarse a horas madrugadoras, cosa que la mayoría no haría por el colegio. Asi que sin importa que su vuelo partía en tan solo cinco minutos, se detuvo a despedirse desde los metros de distancia que los alejaban y a hacerles la misma promesa que se hacía a si mismo...

-¡Volveré!

Las chicas lloraban, reían, alzaban pancartas y le respondían con emoción deseándole suerte y un buen viaje. Todo aquello le parecía tan enternecedor, quería lanzarse a la multitud y llorarles como un crio que no quería irse. Pero nada de eso podía suceder más que en su descabellada mente, asi que siguió caminando detrás de las personas que le acompañaba hacia el avión.

-¡SALUDE A EUNHYUK!- una chica de entre el resto había gritado aquello con toda la fuerza de sus pulmones para que Donghae pudiera escucharle, cosa que hizo y le petrifico.

-¡¡EUNHAE!!- gritaron en coro después.

¿Qué hacía? ¿Qué les decía? A decir verdad todos sus sentidos se dispararon en alerta, porque a pesar de años sabiendo que sus fans los emparejaban, él no podía acostumbrarse. Por suerte la última llamada para el despegue a Corea le salvo de aquel momento incomodo; volvió a agitar su mano rápidamente hacia ellas y corrió afuera con el avión que partiría estuviera o no ahí.

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Mientras tanto en Corea...

Había hecho lo posible por dormir sus horas para evitar horrendas ojeras en la mañana. Se preparó el agua caliente en su tina de la ducha, para estar relajado lo más posible de todos sus músculos. Hizo un desayuno saludable que consistía en un zumo y frutas confitadas, cuando lo habitual era cafeína, kimchi del día anterior o un remen instantáneo. Y todo esto porque quería lucir bien si es que, por casualidad, se encontraba cara a cara con su pesadilla personal.

Cuando se miró al espejo, su subconsciente se burló de él al verlo probarse el cuarto conjunto en tres horas. Era patético. No podía convencerse con su propia imagen porque simplemente todo le parecía o muy sencillo o muy extravagante para un día "común" de trabajo en la empresa.

-Eunhyuk, ¿has visto por casualidad la cami... que haces?- Sungmin le observo desde el umbral de la puerta con una ceja alzada y una mueca extrañada.

-Yo... solo me visto- balbuceo avergonzado.

-Solo te vistes- repitió -¿Para qué? ¿Verte con matones o raperos americanos? ¡Te vez de la mierda!

Volvió sus ojos al reflejo e hizo un recuento de lo que traía puesto: nada más que unos pantalones holgados de arriba y ajustados a sus pantorrillas, con unas botas militares, una camiseta sin mangas con estampado de leopardo y un pañuelo enredado en su cuello. Su cabello simplemente lo había agitado, para lucir natural. No era cosa del otro mundo.

Lo dicho, estaba de la mierda y lo sabía.

-¡Ah! ¿Qué hago?- suspiro derrotado, llevándose ambas manos al rostro.

-Esto de ver a Donghae te afecta hermano- Sungmin se adentró por completo en la habitación y se acercó al armario grande pegado a una pared.

-Es mucha presión para mí. Es decir, ¿Cómo voy a estar tranquilo si me odia?

-Eso no lo sabes.

-¡Claro que me odia!- refuto –De no ser asi, ¿entonces porque se fue todos estos años a China?

Sungmin no respondió, y le lanzo unos jeans azules con una camiseta blanca y un chaleco al tono, sobre la cama. –Ponte eso. Asi no parecerás un maniático desesperado.

Te conocí a través de ellaWhere stories live. Discover now