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Hola, Chico Panda.
Nunca me ha gustado que me miren directamente a los ojos. Por alguna razón me siento avergonzada cuando eso llega a pasar. Peor es cuando eres tú el que me mira directamente a los ojos. Que aunque aún no logro saber si son más verdes que azules o al revés, me resultan demasiado lindos.
Y es que parece que te gusta presumir cuando tienes días de descanso, porque hoy has vuelto a ir a la dulcería en mi día de trabajo.
Estaba atendiendo a una señora que me había pedido unos dulces que le gustaban mucho a su hijo y me agache para revisar si estaban en la vitrina, pero ya se habían acabado. Me levanté y lo primero que vi fueron tus ojos. Estabas con el codo apoyado en la vitrina y tu mano apoyada en el mentón. Puedo jurar que me había vuelto demasiado roja.
Mi vergüenza se volvió mayor cuando la señora me sonrio, lo más seguro es que el color de mis mejillas se notara demasiado. Me dijo que mejor llevaría una bolsa de gomitas, se la entregue, pago y se fue. No sin antes guiñarme un ojo.
Al otro lado se encontraba Isabel, la cual solo me sonrió, levanto los pulgares y siguió atendiendo a un señor.
Tú solo venías a decir lo malo que ha de ser no tenerte enfrente mientras trabajaba y que de seguro me la pasaba mal en tus días de descanso. Te contesté que estaba alegre hasta que llegaste, pero por dentro agradecía de me vinieras a animar un poco el día. Finalmente te dije que te fueras si no ibas a comprar nada, antes de que mi jefa llegara a llamarme la atencion.
Obedeciste y cuando ya no había nadie, Isabel se acercó a preguntar que si teníamos algo los dos, que nos veíamos sospechosos de algo. Pero ni siguiera yo sabía el motivo por el cual realmente habías venido.

Jenny.

El Chico Panda |TEOMD#1| [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora