Erika

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Abro mis ojos y me quedo quieta entre las mantas. Quiero conservar un poco más de calor pero tengo que hacer mis necesidades. Suspiro mirando el sucio depósito... tuve suerte en encontrarlo hace unos meses atrás. Estaba lleno de cajas abandonadas con retazos de tela. Tela que cosí para hacer una funda al colchón que alguien había abandonado en el callejón. La gente tira cosas prácticamente nuevas sin darse cuenta de que de un día para el otro pueden perderlo todo y añorar lo que un día tuvieron... yo sé que es así... retiro las mantas, las doblo y las meto en la bolsa. La última vez que llovió se mojaron y tardaron mucho en secarse así que ahora las cuido porque en invierno moriría congelada si no me cubría bien en las noches.

El baño del depósito es diminuto pero al menos tiene agua aunque helada. Me lavo los dientes y la cara. Mis ojos me devuelven una mirada cansada... tengo hambre, anoche no encontré nada bueno para comer. La última vez que me arriesgue a comer algo del refugio termine con dolor de estómago. Me visto y me molesta ver que no tengo ropa limpia. No me dejaron entrar al lavadero la última vez a pesar de que le demostré a la vieja que tenía dinero para pagar la colada. Así que hace dos semanas que estoy con la misma ropa. Luego gaste el dinero en sopas para calentar en la pequeña cocina y ahora ya no tengo ni dinero ni sopas ni ropa limpia. Me abrigo lo mejor que puedo. Vivir en las calles es tan difícil. Salgo del refugio y cierro con la llave y aseguro el candado. Nunca nadie intento entrar pero no iba a arriesgarme tampoco. El lugar no es nada, pero es mi nada.

Camino por las calles, gente me mira con lastima y gente me mira con asco... otros me ignoran. Me paro en la parte de atrás de una cafetería. A veces la gente tira sus desayunos casi sin comer. Me retuerzo las manos porque me duelen de frio.

Una pareja sale de la cafetería, están tomados de la mano, ella lleva un café en la mano. Ríe de algo que le dice el hombre a su lado. De repente me mira y algo en sus ojos se entristece. Para y me extiende su café y la bolsa que lleva en la mano

_ Gina..._ dice el hombre

_ Dan puedo comprar más... ella no puede_ dice

_gracias señorita_ susurro con voz ronca. Mi voz nunca quedo igual después de la gripe del año pasado. Ella deja las cosas en mis manos y toma el brazo de su novio. Empiezan a caminar y de repente el muchacho se para. Saca algo de su bolsillo y se acerca a mí

_ ojala te ayude un poco_ dice y se va antes de que pueda agradecerle. Miro mi mano y hay dos billetes de 50 dólares. Eso significa muchas sopas calientes en esta semana y sonrió emocionada. Dios nunca me abandona del todo...

Breaking pointDonde viven las historias. Descúbrelo ahora