Aceptación

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La mañana primorosa se abrió paso entre los cielos de Grecia, dándole la bienvenida al despertar a todos los ocupantes del palacio

Ryewook quién había despertado desde antes del amanecer, se encontraba en la cocina, amazando el pan para que estuviese listo para el desayuno de su majestad

-Ryewook- lo llamó el cocinero principal, con su regordeta figura y buen humor - ¿Qué hacía aquí el joven de cabellos naranjas, ayer por la mañana?- preguntó, buscando algunos condimentos en las alacenas altas >lugar donde Wook no alcanzaba a llegar<

El castaño más bajo sonrió ante el recuerdo, lo cierto era que él desconocía por completo que Donghae supiese cocinar y que, lo hiciese tan bien, el delicioso olor de lo que fuere que había cocinado había quedado impregnado en la memoria de sus papilas gustativas –ah querido cocinarle el desayuno a Su majestad- mencionó, dándole otro golpe más a la masa entre sus manos

Shindong se quedó atónito por un instante y al siguiente comenzó a reírse, la idea de que ahora el chiquillo que había conocido desde la infancia tuviese ahí a alguien para cuidarlo >y sobre todo cuidar su alimentación< lo hacía feliz

Él sabía que desde la muerte del Rey >que los Dioses tengan en su Gloria< Hyukjae no había vuelto a ser el niño risueño y juguetón que se escondía en los rincones del palacio y >sobre todo de su cocina<, más aún teniendo en cuenta que la Reina había fallecido desde el primer segundo de vida del príncipe, era una verdadera lástima, pero al parecer ahora tenía a alguien que se ocupara de él ¡Qué dicha! –Veo que ahora tiene a alguien que se preocupe por él- sugirió felizmente, observando cómo el más bajo se colocaba los guantes de tela en las manos

-También yo estoy contento por ello, Donghae es un chico muy dulce- dijo Wook, ahora tomando la charola, metiéndola al horno y cerrando la escotilla

En ese momento, las puertas se abrieron y Henry entró, dejando un jarrón lleno de flores en una mesa cercana

-¡Oh Henry!- lo llamó el castaño agitando su mano en el aire, obteniendo así la atención del aludido que caminó a su encuentro

Lo saludó y abrazó con cariño fraternal- ¿En qué puedo ayudarte?- preguntó, sabiendo que Wook estaba lo suficientemente ocupado con todas las labores matutinas que sólo una cocina puede tener

Ryewook sonrió un poco avergonzado -¿Podrías llevarle aquella bandeja con alimentos a su majestad?- preguntó más ocupado en repasar mentalmente todos sus deberes de hoy, que en la respuesta

Henry realmente no había tenido la oportunidad de hablar con Hyukjae y agradecerle, así que ésta sería la oportunidad perfecta, aceptó y tomó la bandeja entre las manos, saliendo de nueva cuenta por las puertas de la cocina y caminando rumbo al cuarto del príncipe

Cuando llegó frente a las puertas las empujó con su espalda suavemente, no queriendo despertarlo aún, la oscuridad del cuarto le recibió >gracias a las cortinas oscuras que poseía< , se agachó junto a la pequeña mesita y dejó la charola cuidando que no fuese a caerse y crear un desastre

Caminó con cuidado, bordeando la cama hasta las cortinas y las entre abrió un poco, lo suficiente para que la habitación no estuviese en la penumbra, a sus espaldas escuchó cómo el príncipe se removía entre las sábanas, sin poder evitarlo se giró y admiró por unos instantes el hermoso cuerpo del hombre al cual le había dado su corazón >entre otras cosas<

Se le veía encantador, con los párpados cerrados y los cabellos revueltos y esparcidos por la blanca almohada -suspiró- era tiempo de despertarlo, Hyukjae era un hombre que gozaba dormir, pero eso no significaba que le gustara estar dormido e inconsciente a altas horas de la tarde, adoraba ver el resplandor del sol naciente sobre el mar desde la lejanía de su ventana

Mi esclavo, Mi perdición [Eunhae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora