Nada es lo que parece, (prt. 2). Cap. 33

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Eduardo estaba inquieto, necesitaba verla, cada poro de su cuerpo gritaba su nombre, sus labios sedientos de la calidez de su toque, la necesitaba, y eso no lo asustaba, no temía perder todo por ella, le había devuelto su esencia, le había recordado todas las buenas cosas que se perdía por cobarde y se lo debía todo, o al menos, casi todo.

Daniel parloteaba sin parar, importándole poco si Eduardo lo escuchaba o no, intentando sin éxito distraer a su amigo. En el poco tiempo que lo conocía, se esforzó por entenderlo y aveces juraba que lo comprendía. Justo ahora pondría la mano en fuego a que algo lo atormentaba, sus ojos anhelantes lo decían.

- Los marcianos nos han invadido y nos tomaron como rehenes para defecar en su comida - masculló irónicamente Dan.

- Ehhh, sí - dijo distraído, mientras su rostro giraba en todas direcciones, sus ojos como radares escaneándolo todo.

- Quizás me casaré con una de ellas y serás el padrino de mi boda - ironizó nueva vez.

- Uhum - soltó sin más.

- ¡Maldición Eduardo!. ¿Qué demonios te pasa?- cuestionó irritado, por primera vez en la noche.

- No es na-da...- se encogió de hombros, necesitaba relajarse y lo sabía, su ansiedad podría estar jugándole una mala pasada.

- ¡Joder! Habla de una buena vez - gritó intentando calmarse, recorriendo con su mano varias veces su rostro.

Eduardo resopló, sentía todo su cuerpo tensarse tras cada segundo que pasaba, y eso lo hastiaba. ¡Maldición gitana!, ¡debía encontrarla ya!.

- Solo es una corazonada, pero necesito encontrar a Kyl, ¡ahora! - y su grito fue exitosamente ahogado por la música.

La había llamado varias veces, y obtenía la misma jodida respuesta, el buzón de voz. Kyl estaría pendiente de su llegada, él lo sabía. Solo estaba en esa fiesta por ella, solo por ella, había insistido una y mil veces en que asistiera y allí estaba maldita sea.

- Cálmate amigo, parece que vas a sufrir un merecido infarto-.

- Vamos a buscarla entre la multitud - dio un último trago a su bebida, como si fuera a mitigar la sed que lo carcomía, prometiéndose que la encontraría.

La inquietud la consumía, el simple y solo hecho de haberlo visto nueva vez, de haber sentido en sus ojos la urgencia de su perdón, la ponía ansiosa, como si ella también fuera culpable de todo lo que pasó. ¿Y si lo era?, ¿Quizá pidió demasiado al enamorarse de él?... Aleika también estaba pagando por su debilidad, cargaba su cruz igual que él, tener que aparentar ante todos haber olvidado una parte de su vida implicaba más de lo que estuvo alguna vez dispuesta a hacer, pero sin darse cuenta fue arrastrada por toda esa corriente de agua turbia, de secretos y engaños y estaba pagando el precio por ello.

Pero, ¿Cómo mirarlo a los ojos y decirle que lo recordaba todo?, ¿Cómo ocultar ese maldito temor a perderlo, ante Jaribell o Kylian?, ¿Había sido alguna vez suficiente para él?, ¿Cómo alejar a Jaribell y quedar ambos impunes?. Ella sabía que él nunca le perdonaría su farsa, si se enteraba, sería desgarrarlo por dentro, desatar sus demonios y dejarlos sueltos como animales salvajes pisoteando todo lo que habían entregado mutuamente. ¡Se sentía tan vacía, tan sola!...

Sumergida en sus pensamientos caminaba con el rostro bajo, su vejiga pidiendo a gritos llegar al baño, un cuerpo impactó con el suyo, o mejor dicho, su cuerpo impactó con otro, sus labios preparando respuesta como si al fin hubiese despertado de su letargo. Y lo vio, nervioso y agitado, saliendo presuroso del lugar, tambaleándose un poco, maldiciendo por lo bajo.

- No estorbes - balbuceó con voz rasposa por el alcohol mientras se alejaba por el pasillo.

- Deberías ver por dónde vas, saco de papas mugrosas - contestó molesta por su mal genio, Alan sí que podía ser insoportable.

Opuestos atraídos!Where stories live. Discover now