XXI - Una Nueva Realidad

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Drako entró en una nave de reconocimiento en el hangar de la nave científica y despegó, a fin de cumplir su misión. En gran velocidad empezó a acercarse al campo electromagnético de la Tierra. Lanzó dos misiles que explotaron al entrar en contacto con la red que envolvía al planeta. Bob voló cercano a Drako, siguiendo instrucciones de Nícolas y disparó también varios cohetes para ayudar a destruir el campo de fuerza, lo que consiguió.

Para confirmar, el robot voló hasta la exosfera, pasándole las imágenes a Drako. Este pudo ver por los instrumentos holográficos que todo volviera a lo normal. La Tierra estaba libre de la red de Mirov.

El faraón, en aquel exacto momento, conversaba con la reina en el balcón del palacio real. Los dos miraron espantados cuando rayos surgieron de las puntas de las pirámides, desactivando para siempre la tecnología alienígena.

— ¿Qué puede ser aquello, querido?

— Creo que los dioses están guerreando, mi reina.

— ¿Y crees que volverán?

— Creo que acabarán por destruirse. Cuando las fuerzas son iguales en sentido opuesto, estas se anulan. Aprendí eso con los arquitectos que vinieron de los cielos.

Kyra, al oír las palabras de su marido, pensó en la hipótesis de que Kirubi jamás volvería y se quedó trastornada. El rostro se transformó en una mirada de odio, juzgándose traicionada.

— ¿Qué te pasa, querida? Parece que te has puesto extraña de repente.

— Gran faraón, tengo que confesarte algo y no sé cómo reaccionarás.

— Puedes hablar, mi reina, siempre oigo tus sabias palabras.

— El capitán de la nave de Mirov, Kirubi...

— ¿Qué hubo?

Ella, nerviosa, decidió suavizar las cosas para sí. Pero, al mismo tiempo quería mostrarle al marido que otros hombres la deseaban, aún más un dios. Quería, en verdad, que el faraón se volviera contra Kirubi y usara su ejército para destruirle. La reina oyó al rey Assuridor decir que los dioses podían ser muertos. Además de eso, todos sabían que una diosa había perdido la vida en una lucha en la arena.

— Él quiso poseerme, prometiendo llevarme a las estrellas y hacer de mí su diosa. Pero como yo te amo mucho, mi señor, me aparté de él.

— ¡Aquel desgraciado! Sea un dios o no, voy a acabar con él.

El faraón salió apresurado.

— Espera querido. No...

Kaenematon corrió hasta el pasillo del palacio y gritó furioso:

— Guardias, convocad el consejo militar. Inmediatamente.

El general llegó también, terminando de ajustar el yelmo.

— Sí, majestad.

— Prepara el ejército. Vamos a marchar lo más rápido posible. Caballos y caballeros... Los quiero a todos listos para atacar a esos dioses, que sentirán el corte de nuestras espadas y sangrarán hasta la muerte.

— Haré lo que me ordena.

Después de preparar el ejército, el comandante de las fuerzas egipcias lideraba a los humanos en su carro de guerra, al lado del Faraón. Siguieron en dirección al oeste del planeta hacia donde vieron las naves desplazarse de acuerdo con las orientaciones de los astrólogos reales. Kyra vio al faraón salir con los militares y sintió un deseo fuerte de ver a Kirubi muerto. Creía que este la había engañado sólo para tenerla en sus brazos por una noche.

Los Hijos del Tiempo 3 - La Batalla de los DiosesWhere stories live. Discover now