Una caja de cartón

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Capítulo dos

León

Me dijeron que no habían recibido mi solicitud para reservar un dormitorio pero en lugar de regañarme por haber olvidado hacer la solicitud se disculparon conmigo, dijeron que ya se había presentado otro caso como el mío y que ya lo habían resuelto.

Me dieron una de las habitaciones lujosas que habían construido recientemente, según me dijeron eran para los hijos de embajadores, empresarios y toda esa gente con dinero que tenía para desperdiciar.

Como sea, esa noche sólo fui a arrojar mis pertenencias al dormitorio, no me molesté en ver cómo, era sólo quería ver que bellezas había traído el fin del verano al campus, esperaba que fueran muchas chicas. Mis vacaciones habían sido consumidas por el trabajo que era obligado a tomar para poder pagar la universidad así que merecía una buena fiesta con muchas bellezas.

La fiesta fue genial pero no conseguí lo que necesitaba, había chicas pero muchas eran menores de edad y para evitar problemas no hice mis movimientos con ellas.

Lo malo del campus era que contaba con Universidad y preparatoria. Los dormitorios y aulas eran separados pero aun así las niñas se colaban a las fiestas universitarias y nos obligaban a ser cautelosos, aunque era fácil distinguirlas, las que no se sabían maquillar eran de preparatoria, las de senos grandes eran las buenas.

Salí de la fiesta muy tarde, ni siquiera sabía qué hora era pues me había excedido con la bebida y mi cabeza estaba por explotar pero aun así logré distinguirla, una chica rubia, con hermoso cuerpo, como la había recetado el doctor. Me aproximé a ella y como sólo yo sabía hacerlo logré que cayera a mis pies en un par de minutos, primero intenté hacerme el que sólo quería hablar un rato. En ese transcurso de tiempo la noche se volvió mañana aunque ni siquiera duramos 20 minutos hablando.

Decidí pasar a los besos, mi saliva ya se estaba acabando por tanto hablar y mis labios exigían hidratación. Después entramos al auto pero era muy poco espacio para mí y ya que mi dormitorio parecía ser lo suficientemente grande decidí llevarla ahí.

Mientras subíamos las escaleras nos besábamos, la chica no podía esperar más ya que se estaba quitando la blusa ella misma y de alguna forma también me quitaba mi camiseta.

Mi espalda golpeó contra una puerta, milagrosamente era la mía, como me fue posible la abrí y entramos, escuché una puerta azotarse fuertemente y aunque estaba seguro de que yo no había azotado la puerta me importó un comino, tenía a una chica caliente lista para mí.

Me desperté a la una de la tarde en el suelo, con un fuerte dolor de cabeza, desnudo y mi dormitorio vacio, de no ser porque había una nota con unos carnosos labios de color rojo impreso pensaría que nunca había tenido a una chica ahí.

Estaba acostumbrado a los dolores de cabeza posteriores a una fiesta así que no me fue difícil caminar hasta la ducha. El agua estaba helada, todos los huesos de mi cuerpo estaban hechos hielo y aunque intenté acomodar la temperatura del agua no lo logré, tal vez estaba fallando la ducha, lo hablaría después con los asesores de dormitorios.

Era sábado y no planeaba salir a ningún lugar por lo que decidí vestirme como lo hacía todo el tiempo en casa, un short y ya, hacía calor así que me sentía cómodo de esa manera.

Por primera vez observé la habitación, ese no era un simple dormitorio como los anteriores en los que había estado en el campus, este tenía una pequeña cocina totalmente equipada como si fuera a vivir ahí toda la vida, tenía un escritorio del otro lado y enseguida un armario, había un mueble que usaría para poner mi televisión y la verdad es que el baño era muy espacioso, no como la jaula de pájaros de los anteriores dormitorios. Parecía más un departamento que un dormitorio, lo que era genial porque ni siquiera había hecho el papeleo para apartar el dormitorio, lo había olvidado por completo. Ser descuidado tenía sus ventajas.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Where stories live. Discover now