Capitulo 6: Atrapados

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  Leandro sonrió maliciosamente mientras veía como a cada galope se acercaba más al palacio. Todo estaba saliendo como lo planearon su padre y él, más bien, Alejandro ya debería estar con los de la alta sociedad vendiendo favores para cuando se volviera rey. Todo era perfecto, pero no pudo evitar recordar todo lo que tuvo que hacer para llegar a ese punto.

******Flash Back******

Leandro no podía dejar de sonreír cuando llegó a casa esa mañana. Había pasado toda la noche deshaciéndose en planes para llegar hasta el príncipe con la información que poseía, pero sin esperarlo, había sido el mismo príncipe quien le había servido el camino en una bandeja de plata. Ese estúpido concurso era su llave al éxito, pero tenía que evitar que el ceniciento y el inútil de su hermano fueran al pueblo o se enterasen de la noticia.

- Conozco esa mirada, mi cielo, ¿qué están planeando? – le preguntó su padre cuando lo vio llegar.

- Papá, tu confías en mí ¿verdad? – le preguntó.

- Por supuesto – le respondió mirándolo curioso.

- Si te digo que tengo la manera en convertirme en el próximo rey, ¿me creerías? – le preguntó sonriendo.

- Tú siempre has sido muy inteligente Leandro, no jugarías con algo así...¿necesitas ayuda?

- Necesito deshacerme del ceniciento y de Aldair – soltó mirando fijamente a su padre.

- Sabes que el idiota no puede morir...no por ahora ...- por más que confiara en Leandro, era consciente que el testamento era claro al respecto. No era conveniente deshacerse del ceniciento en esos momentos.

- Por lo menos necesito que no se inmiscuya en el asunto – le dijo Leandro - yo me encargaré de Aldair...pero tú deshazte del ceniciento.

- ¿Tienes un plan? – le preguntó su padre.

- Siempre tengo un plan – le sonrió presuntuoso.

A Leandro no le fue difícil deshacerse de Aldair, que era tan ingenuo. El menor se encontraba tan sumido en sus pensamientos que apenas fue conciente del golpe que lo dejó inconsciente. Su última mirada fue ver a su hermano y su papá mirándolo con asco antes de desmayarse. No supo cuando fue levantado y encerrado en el granero. Leandro sonrió maliciosamente. Ya después se harían cargo de él.

Deshacerse de Isaac fue más difícil. Primero Leandro fue a la habitación de Isaac para subyugarlo un poco. Sabía que el rubio era bastante fuerte y no podía simplemente golpearlo como con su hermano. Le hizo mamársela con fuerza y mientras lo hacía recorrió la habitación con la mirada hasta posarla sobre la mesita donde se notaba que el ojiverde había estado trabajando toda la noche en varias figuritas de madera. Cuando se corrió, se subió los pantalones y miró con asco al rubio.

- Sabes, comienzas a aburrirme ceniciento – le dijo con odio – creo que lo mejor será pedírselo a Aldair – soltó.

- No te atreverías – siseó Isaac con el ceño fruncido.

- ¿Y eso como lo sabes? ¿Quieres probarme? – preguntó.

- ¿O quizás debería probarlo yo? – preguntó Alejandro entrado a la habitación. Isaac lo miró asombrado ya que él nunca había insinuado algo así. El shock fue tanto que se quedó sin palabras.

- O tal vez mis amigos deberían probarlo – dijo Leandro mientras 5 matones entraban también.

Isaac se vio acorralado y quiso luchar pero, aunque al principio se supo defender bien, eran demasiados y no tardaron en reducirlo y golpearlo hasta que no se pudo levantar.

- Y vete despidiéndote de tu príncipe, ceniciento – dijo Leandro empujando con su pie el rostro ensangrentado de Isaac.

- No le hagas daño – pidió el rubio con mucho esfuerzo, temiendo por su amado príncipe. No quería ni imaginar lo que Leandro sería capaz de hacerle.

- Muy tarde "hermanito" – dijo sonriendo con placer. Un golpe particularmente fuerte hizo que la cabeza comenzara a sangrar, pero a nadie le importó, el dolor lo hizo desmayarse y su último pensamiento fue dedicado a su pequeño de ojos azules. "Rick...." pensó antes de perder la conciencia.

Alejandro lo miró con asco y ordenó que también lo llevaran al granero. Era imposible abrir desde adentro si encadenaban las puertas, así que no habría ningún problema. Ya luego enviaría a los sicarios a deshacerse de sus hermanos y desaparecer los cuerpos. Todo había salido al pie de la letra.

Cuando Alejandro se fue a sus reuniones sociales, Leandro cogió las figuritas de madera y se sentó a esperar a que fueran a buscarlo. Todo era perfecto y tan fácil que parecía mentira.

**** Fin del Flashback******

Aldair abrió los ojos pese al fuerte dolor que sentía en la cabeza. Con mucho cuidado fue enfocando la vista hasta ser conciente que se encontraba en el granero, pero la figura inconciente de su hermano fue lo que terminó de despertarlo.

- Isaac?! – gritó moviéndolo un poco, pero este no despertaba – hermano! Despierta! Isaac no me dejes! – gritaba desesperado – Noooo! – soltó al ver la sangre seca en su cabello rubio. Isaac respiraba muy despacio, pero no parecía querer despertar.

El menor se levantó llorando y corrió hacia la puerta del granero. Necesitaba buscar ayuda urgente pero la puerta no cedía. Comenzó a gritar con todas sus fuerzas mientras golpeaba la madera, pero no había forma de abrirla. El granero estaba hecho para que nadie entrara, pero también para que nadie saliera. Desesperado regresó donde Isaac y se echó a llorar a su lado. Estaba perdiendo todas las esperanzas.

Evan llegó a la casa de su amado Aldair sin perder tiempo y apenas bajó del caballo no dudó en forzar la puerta hasta lograr entrar. Golpeó con fuerza e incluso utilizó su espada para romper la cerradura.

- Aldair! – gritó – Aldair! – pero nadie respondía.

Asustado recorrió cada habitación de la casa pero todo estaba vacío. Volvió a salir y pasó las manos por su rostro y cabello tratando de aguantar las lágrimas por la angustia. Respiró y se pidió a sí mismo recuperar la calma. Él era el Guardia Real del castillo! No podía perder los estribos! Necesitaba pensar y rápido. Salió completamente de la casa y comenzó a dar vueltas alrededor de la finca hasta que un grito ahogado lo hizo parar.

- Aldair!!! – gritó con todas sus fuerzas mientras corría hacia la suave voz. - ¿Dónde estás?!!!

El menor levantó el mostró y corrió al escuchar el llamado de su nombre. Se escuchaba bajito por encontrarse en el hermético granero, pero allí estaba, la voz que lo llamaba, y no cabía duda que era su amado Evan. Las esperanzas habían regresado y no perdió tiempo en correr y seguir golpeando los portones.

- Evan!! Aquí!!! – gritó mientras golpeaba el portón. Un golpe en respuesta lo hizo sonreír por primera vez. – Evan!

- Amor! – gritó el soldado a través de la puerta – voy a romper la cerradura, aléjate.

Y retrocediendo unos pasos escuchó el estruendoso ruido metálico de la espada de Evan chocando contra el gran candado del granero. La puerta se abrió y castaño entró como un torbellino a abrazar a Aldair quien no dejaba de llorar. Su pequeño amor estaba muy golpeado y un hilillo de sangre seca corría por su rostro. La manos del menor estaban muy rasguñadas por el esfuerzo.

- Ayuda a Isaac! – le pidió. El soldado le dio un beso y corrió a ayudar al rubio mayor. El joven estaba tirado en el piso y se veía muy mal. Manteniendo la calma lo cargó con suavidad y condujo a los hermanos hacia la casa.

- Dime quien fue Aldair, dímelo para matarlo – decía Evan con una voz llena de odio. Depositó suavemente a Isaac sobre el sofá y comenzó a revisar la herida. Esta no era muy profunda pero igual no debían moverlo mucho. El muchacho realmente se ve malherido.

- Alejandro y Leandro – dijo Aldair sin querer decir "mi papá y mi hermano". A partir de ese día nunca más los consideraría su familia. Miró con tristeza a su hermano y con trapo húmero comenzó a limpiar la sangre.

- Los voy a matar – dijo Evan mirando como su pequeño ángel derramaba lágrimas en silencio. Aldair no le respondió pero lo miró con dolor y no pudo más que sollozar sobre su fuerte pecho.

- Tengo tanto miedo... - dijo con la voz ahogada – no quiero que Isaac se muera...

- Tonto...- dijo una voz adormecida. Evan y Aldair se separaron y vieron como Isaac abría lentamente los ojos y le dedicaba una sonrisa cansada a su hermano menor – se necesita más...para...matarme...auch! – soltó sujetándose la cabeza.

- Isaac! – gritó el pequeño abrazando a su hermano.

- Auch! No tan fuerte – dijo el rubio, pero se puso serio y miró a Evan – Leandro va por Rick – soltó. Evan apretó la espada y se levantó. – llévame con él. – El pelinegro lo miró con duda, pero Isaac ya se estaba levantando con dificultad.

- Hermano! Pero estás muy mal – le dijo el menor preocupado.

- Por favor...- le dijo Isaac al Guardia Real -...por favor...

- No te preocupes! – Solo ver la angustia y el amor en los ojos de Isaac lo hizo decidirse. – Realmente lo amas? – le preguntó a Isaac.

- Por más de 10 años – le respondió. Ya no había duda que todo ese tiempo su querido príncipe siempre fue correspondido.

- Vamos! - Se agachó y le dio un beso a Aldair quien se sonrojó pero le correspondió – te amo – le dijo sin miedo. El pequeño se sonrojó y lo abrazó. Le susurró un "yo también" al oído lo que hizo sonreír al mayor.

Ahora debían ir a proteger al príncipe.

Mientras tanto en el palacio, un enamorado Rick tiene todo listo para recibir a su amado ángel, pero quien entra por la puerta de su habitación es Leandro.

- ¿Quién eres tú? – pregunta asustado. Ese hombre le pone los pelos de punta y el corazón comienza a latirle por el miedo. Un muy mal presentimiento se apodera de él.

- ¿Qué ya no me reconoces? – le responde arrojándole la figurita de madera a sus pies – Soy tu ángel – le sonríe maliciosamente.

Rick está paralizado del miedo y cuando reacciona ya es tarde, ese hombre lo aprieta y luego lo tira sobre la cama. Intenta gritar pero una mano aprieta su boca y llora cuando siente como sus pantalones son bajados. Solo llora rogando a todos los dioses que alguien lo ayude.

















CONTINUARÁ! :)  

Disney Yaoi: La CenicientaWhere stories live. Discover now