Capitulo 7: El Final

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  Los guardias del palacio real no se esperaron ver llegar a galope desesperado a su superior y menos aún junto a un maltrecho pero hermoso joven a su espalda. Evan sentía su corazón desbordando de la angustia, y por latidos que sentía detrás de él, sabía que Isaac debía estar en la misma o peor condición que él. ¿Porque diablos no confió en su instinto? Todo su ser le gritaba que ese hombre, Leandro, jamás podría ser el amado de su pequeño príncipe. ¿Cómo pudo dejarlo acercarse a él? Isaac por el contrario era completamente distinto. Se veía la fuerza de un hombre que había sufrido y que estaba dispuesto a todo por la persona que ama. "Un futuro buen Rey" pensó. Sí, Rick había elegido bien.

Isaac no había tenido tiempo de siquiera limpiarse la sangre del rostro. Hasta el dolor de las costillas rotas se disipaba con el solo pensamiento de que su amado Rick estuviera en peligro. La adrenalina le corría por las venas y no tenía otro pensamiento de destruir a Leandro con sus propias manos.

Al llegar ambos al palacio fuera rápidamente recibidos por todos los guardias.

- ¿Dónde está el príncipe? - preguntó Evan desesperado.

- El joven Rick está en la sala de las rosas con su prometido. Había pedido que a penas llegara nadie lo molestara - respondieron estos comenzando a preocuparse.

- Ese desgraciado es un impostor! - gritó Isaac sin contenerse. Todos los miraron sorprendidos pero con solo ver la furia en sus ojos verdes no dudaron en salir corriendo hacia la sala donde el príncipe se encontraba con un criminal.

Mientras tanto en la sala de las rosas el príncipe Rick tenía su propia lucha. Leandro lo tenía apresado de las manos y lo había amarrado al mullido sillón con una correa. Había sido despojado de sus pantalones pero trataba de mantener las piernas cerradas con todas sus fuerzas.

- Eres muy bonito sabes. Definitivamente será todo un placer enterrarme en ese cuerpito tuyo - le dijo Leandro logrando separar sus piernas.

- Nooooo! - logró gritar Rick - Suéltame! No me toques! Eres asqueroso! - le comenzó a decir el niño.

- ¿Esa es manera de hablarle al futuro rey? Ahora cállate y déjame poseerte! Déjame...- pero no logró terminar la frase. Rick sintió como el peso del hombre era retirado súbitamente y asustado vio como los demás guardias comenzaban a entrar. A penas fue consciente cuando Evan lo cubrió con su capa y comenzaba a quitarle las correas.

- Evan...¿que está pasando? - logró preguntar. Se sentía como en otra dimensión, no sabía que era real y que no. Todo estaba sucediendo muy rápido. Comenzaba a perderse en sus pensamiento cuando la voz de uno de los guardias lo trajo de regreso.

- Lo va a matar! - dijo alguien.

- Creo que ya lo mató...¿qué hacemos? - preguntó otro.

- ¿Cómo puede ser tan fuerte? - soltó otro.

Rick siguió con la mirada al lugar donde todos los demás miraban y se sorprendió al ver a un maltrecho, pero no menos hermoso, muchacho rubio moler a golpes a su agresor. El joven no parecía decaer mientras golpeaba con furia el rostro del otro hombre. Sus manos ya se encontraban llenas de sangre pero los golpes seguía cayendo, rompiendo la nariz y dislocando la mandíbula del otro.

- Eres una escoria! No volverás a abusar de nadie! - le gritaba entre golpe y golpe. - Esto es por mí! - le dijo volviendo a golpear - esto es por Aldair! - le dijo golpeándolo por el otro lado - y esto es por Rick...- dijo apretando el cuello de Leandro con furia. Cuando Isaac había visto lo que Leandro estaba a punto de hacer con su príncipe había perdido toda humanidad, y ahora estaba ahí, desfogando toda el enojo y la frustración de años y años de abuso. Ya no le importaba nada.

Los guardias eran conscientes de lo que Isaac iba a cometer, pero ninguno se atrevía a acercase. La escena era demasiado irreal y algunos comenzaron a mirar a Evan para decidir sobre qué acción tomar al respecto.

- Isaac..detente... - comenzó a decir Evan tratando de acercarse pero fue detenido por Rick ,quien se sujetó mejor la capa y comenzó a acercarse el enfurecido muchacho rubio. El príncipe miraba hipnotizado al joven y el corazón le latía por motivos completamente distintos al miedo.

Mientras el rubio seguía apretando más el cuello de su agresor, Rick colocó una mano sobre su hombro, lo que hizo que Isaac se paralizara completamente.

- No lo hagas - le pidió el príncipe apretado su agarre. Isaac fue poco a poco soltando el cuello del hombre herido. Leandro a penas respiraba pero no estaba muerto. La presencia de Rick lo calmaba pero estaba demasiado avergonzado como para levantar la mirada.

- Lo siento...- alcanzó a murmurar el rubio. Pronto las lágrimas lo invadieron y un caudal de emociones lo empezaron a embargar - Lo siento tanto... - soltó llorando. Se sentía tan pequeño, como cuando era niño y lloró sobre la tumba de su padre.

- Mírame...- le exigió el pelinegro. Ya todos sus sentidos se lo decían, pero necesitaba verlo a los ojos para realmente saberlo. - Mírame...Isaac - le dijo recordando el nombre por el cual su guardia real lo había llamado - por favor...

Escuchar su nombre hizo que Isaac dejara de llorar y poco a poco levantó el rostro hacia el menor. Tenía miedo de finalmente no ser correspondido por su amado príncipe. ¿Qué era él más que el pobre empleado de una casa? No tenía absolutamente nada que ofrecerle. ¿Lo seguiría amando cuando lo viese así, lleno de sangre y a punto de matar a alguien?

Rick se inundó de esos ojos verdes y extendió la mano para ayudar a Isaac a ponerse de pie. Dejándose llevar levantó su mano derecha para acariciar ese hermoso rostro. Y con solo tocarlo supo que su corazón no lo engañaba. El amor, la protección y la calidez lo invadieron desde la mano hacia todo el cuerpo. Todo malo que había pasado antes estaba desapareciendo para dejarlos a los dos absortos uno del otro. Era como despertar en el paraíso después de un mal sueño. Isaac por su lado bebió la imagen del menor, cada pedacito de su rostro...sus ojos, su pequeña nariz...todo era perfecto. Lo bebió todo como un sediento que no sabe cuando volverá a beber.

Ninguno notó que el cuerpo casi destruido de Leandro había sido retirado del lugar y los habían dejado solos. Era tanta la adoración entre ellos dos que el mismo Evan había dado la orden de darles más privacidad y solo dejó un guardia junto a la puerta.

- Mi ángel...- le susurró el menor - ya no te puedes ir de mi lado.

- Rick...pero yo...- le dijo Isaac avergonzado y volviendo a bajar la mirada. Alzó una de sus manos y sujetó la pequeña mano del príncipe junto a su rostro. Era tan suave. Nunca se había sentido tan pequeño como en ese momento - no tengo nada para darte. Ni siquiera me llevaron a la escuela, ni a las clases de modales que todos llevan. No hay nada en mí que pueda ser de utilidad...y no quiero avergonzarte - termino diciendo. Tantos años de humillación continuar habían calado hondo en el corazón de Isaac. Pero Aldair estaba completamente decidido.

- ¿Me amas Isaac? ¿Me amas con la misma intensidad con la que yo te amo a ti? - Aldair ya había caído presa de aquel muchacho. No solo era hermoso, era fuerte y humilde. Y en sus manos podía sentir la dura vida que ese chico había llevado hasta ahora. Había luchado con fuerza aun encontrándose herido y joder! lo había buscando después de 10 años! Lo había recordado!

Nunca dejé de amarte...desde el primer momento en que vi hace 10 años - le respondió Isaac mirándolo a los ojos.

- Entonces no necesito nada más - le respondió el menor colgándose de su cuello y acercándolo a su rostro - ahora...solo bésame...- le pidió. Isaac no perdió tiempo y aunque estaba algo adolorido no dudo en alzarlo y besarlo con ansias. Lo disfrutó y saboreó como nunca antes lo había hecho. Ese momento, pese a ser más inocente, era incluso más intenso de lo que vivieron durante el baile.

- Te amo..mi príncipe - le susurró el rubio sobre sus labios.

- Y yo a ti...mi futuro rey - le respondió.

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Aldair esperaba con emoción la llegada de algún guardia que lo llevaba a palacio. Había juntado en una pequeña maleta las pocas pertenencias que su hermano y él poseían. Alejandro jamás le había comprado muchas cosas, incluso todos los juguetes con los que jugó alguna vez fueron los que hermano tallaba para él.

- Aldair? ¿Que diablos haces tú aquí?! - gritó Alejandro al entrar a la casa. Vio a su menor hijo con una pequeña maleta y supo que lo peor había sucedido. Se acercó a cogerlo del brazo y comenzó a zarandearlo con fuerza. Solo le quedaba matarlo para reclamar la herencia.

-Noo! Suéltame! - le gritaba el menor. Teniendo el cuerpo tan delgado, Aldair no podía competir con la fuerza de su padre.

- Cállate mocoso! Solo tengo que deshacerme de ti y podré cobrar la herencia! ¿Sabes lo que tuve que esperar todos estos años? Maldito testamento! No podía ni deshacerme de tu hermano hasta que cumpliera los 20 años sino el dinero dejaría de caer. ¿Puedes creer que tu inmundo padre le dejó toda la herencia dividida entre tú y él? Pero todo se acabó...cuando me deshaga de ti cobraré la mitad del dinero y me largaré de acá - le gritó.

- Sobre mi cadáver! - le dijo Evan tras de él. El guardia decidió ir el mismo por su pequeño amor, pero cuando vio y escuchó todo lo que su padre decía no lo pensó dos veces antes de colocar la espada en su cuello - haga un solo movimiento y no dudaré en decapitarlo, y no me importa hacerlo en frente de tu hijo.

- Él no es mi padre - susurró Aldair mientras se alejaba del hombre y se refugiaba tras Evan. Las palabras estaban cargadas con tanto odio que el mismo Alejandro se sorprendió de escucharlo.

Tres soldados más entraron por la puerta y capturaron al mayor.

- ¿Cómo está el príncipe? - preguntó Aldair mientras cabalgaban juntos hacia el palacio. Se sentía seguro y confortado abrazando a Evan.

- Ellos ya están juntos, y tú y yo empezaremos nuestra propia historia - le dijo sujetando las riendas con una mano y con la otra acariciando la pequeña mano que le envolvía la cintura desde atrás.

- Con un final feliz? - preguntó Aldair divertido.

- Con el mejor de los finales.

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Leandro no murió, pero fue encerrado de por vida en las mazmorras donde los propios prisioneros se encargaron de darle su merecido. Cuando un soldado bajó para revisar las instalaciones ni siquiera pudo reconocer el cuerpo destrozado que encontraron, simplemente lo tiraron al río como con todos los cuerpos desconocidos. Mientras que su padre, Alejandro, fue vendido, junto a los prisioneros que ni siquiera el reino quería albergar, a unos mercaderes donde fue denigrado a esclavo en un reino lejano. Pasó el resto de su vida como un simple sirviente y limpiando chimeneas. Irónicamente recibió el mismo apodo que alguna vez su hijo le puso a su hijastro.

Evan no quiso esperar más y le pidió la mano de Aldair en matrimonio a Isaac mientras este seguía recuperándose de sus heridas. Isaac lo acusó de pederasta, pedófilo y pervertidor de menores y que no lo iba a dejar poner una mano sobre su hermanito. Evan lo calló cuando le dijo que Aldair y Rick tenían exactamente la misma edad.

Aldair, avergonzado, aceptó que Isaac le entregará el 100% de la herencia de su padre para colocar una bonita pastelería en el pueblo donde el pequeño siguió mejorando con sus galletas y se hizo un buen renombre ahí. Pese a lo bonito que era nadie se atrevió nunca a siquiera decirle un piropo por temor a que el recién nombrado Jefe de la Ejército Real lo atacara.

Rick no dejó que Isaac se separa de él en ningún momento. Ni Alesio ni el mismo Rey pudieron quitarle el capricho de tener encerrado a su amado ángel en su habitación para que se recuperara. Ambos reyes quedaron encantados con el prometido de su hijo, especialmente el Rey quien al escuchar toda la historia de la vida de Isaac quedó conmovido ya que él mismo sufrió cosas parecidas cuando aún era el hijo de un humilde herrero en el pueblo. Alesio descubrió que Isaac no era un simple chico ignorante como él mismo se consideraba sino que las "clases" que había recibido en aquella biblioteca eran muy valiosas. Isaac había conocido , sin saberlo, a muchos pensadores, filósofos y estrategas muy famosos, y ellos habían compartido con él conocimientos de un valor que posiblemente ni el hijo de un adinerado podía haber tenido con mayores recursos. Isaac era bastante parecido a su propio esposo, incluso en los pequeños detalles cómo meterse de vez en cuando con Evan. Su hijo había hecho una muy buena elección.

Isaac dejó que Rick cumpliera todos sus caprichos y poco a poco se fue acostumbrando a la vida en el palacio, pero nunca dejó de seguir visitando el pueblo y ayudar en todo lo que podía. Incluso le gustaba llevar al príncipe a pasar y disfrutar lo que el hermoso reino tenía por ofrecerle. Cuando Rick quedó embarazado a los 16 tuvo que aguantar todas las burlas de Evan por haber "pervertido" al príncipe. Finalmente, la boda fue hermosa y humilde. Fue verdaderamente el final feliz que todos se merecían.




El fín.  

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