Rutinas

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Como cada mañana después de un concierto Lexa amanecía con esa odiosa mezcla entre vacío estomacal y dolor de cabeza, odiaba la manera en que eso se había convertido en rutina.

Se levantó, estaba sola como siempre, y a duras penas tenía fuerzas para ir a por un ansiado vaso de agua, siempre se arrepentía de no dejarlo preparado cuando llegaba a la habitación pero era consciente de que en el estado en que entraba era una misión imposible.
Sujetándose en el lavabo de aquel cuarto de baño de esa no muy lujosa habitación de hotel comenzó a recordar la increíble actuación de la noche anterior. La memoria nunca le fallaba y el alcohol y los añadidos que tomara nunca le hacían tener las temibles lagunas de memoria que todo el mundo odiaba.

La sala estaba llena, el ambiente perfecto, y ella preparándose con su rutina para matar el pánico escénico que la poseía antes de cada actualización. Sus compañeros de grupo también se sumaban a esta rutina pero más por diversión que por las razones que Lexa tenía. Pensaban que sus conciertos ganaban calidad cuando subían a tocar en ese estado controlado de embriaguez en el que se soltaban para hacer que la música fluyera y la energía fuera mucho más viva.
Cuatro copas de vino blanco aderezadas con MDMA como cada copa de alcohol de sus compañeros, más el resto de sustancias que tenían para la noche, en el improvisado backstage de la sala y estaban listos para salir.
Lexa se colocó tras sus congas y todo su equipo de percusión concentrada cuando la vio. Clarke, con su melena rubia, su ropa desgastada y cómoda y su mirada fija en ella derritiéndose de amor y con una leve sonrisa. Llevaba sin verla más de 2 años, desde aquel fatídico día en el que Lexa consideró su adolescencia terminada. Se quedó bloqueada pero pronto pudo coger el ritmo de la música y acompañar a sus compañeros.
Tocó, como nunca, y solo fija en un punto de la sala, para Lexa lo demás había desaparecido.

Volvió arrastrándose hacia la cama y su teléfono empezó a sonar.

- Qué

- Buenos días a ti también, artista. O buenas tardes mejor dicho. Veo que hoy lo llevas mejor. Tenemos que dejar el hotel en dos horas, ¿Quieres que vaya y te ayude a recoger?

- Raven, tu sobriedad me mata, pero más me mata que me restriegues tu falta de resaca cada mañana. Odio tu buen humor, odio tu energía.

- Estoy allí en 10 minutos, ponte algo de ropa que conozco tu manía de dormir en bolas y no se si podré controlarme.

Lexa rió con su voz ronca.
- Tendrás que ponérmela tú amiga, espero que a tu novio no le importe porque de verdad que hoy no me valgo por mí misma.

- Ni hoy ni ninguna mañana, solo eres autosuficiente cuando cae el sol.

- Ven ya que me duermo.

Raven rió al otro lado del teléfono, Lexa colgó y aprovechó para revisar su movil. Tenía como siempre cientos de mensajes acumulados, pero abrió solo para ver un mensaje de Clarke.

Ella 3:45: " Erizas cada parte de mi ser solo con verte, y verte hacer música, tan viva, multiplica esto por mil. Vuelve, por favor"

Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo entero, y esa sensación tan increíble en las tripas, más que mariposas, leonas haciéndose cosquis dentro de ella.
Vuelve... No sabía a donde. Lexa no ha podido formar nunca un sentimiento de arraigo. Solo en una ocasión creyó haberlo conseguido, en su etapa viviendo en un barrio muy humilde de San Diego con su hermano pequeño, donde participaba activamente en la vida y lucha de su comunidad. Pero todo eso se esfumó demasiado rápido. Ella era así, así era su vida, sin familia estable, sin hogar al que volver... Solo había sentido arraigo a los brazos de Clarke, su lugar de refugio durante la adolescencia.

Raven entró por la puerta con su propia llave, ya que después de un susto en su anterior gira convenció a Lexa para tener siempre en sus manos un duplicado de la llave de la habitación correspondiente.

Rutinas, entró en silencio y oscuridad hasta Lexa, le retiró el pelo que le caía por la cara, le dio su zumo de melocotón con pajita, encendió una luz de la mesilla ya que Lexa odiaba la luz natural a esas horas y se metió en la cama con ella.

- ¿Qué pasó anoche? - dijo casi susurrando Raven- Se apreciar las pequeñas diferencias, hay detalles...

- La vi.

- Lex tienes que cuidarte más la voz, esta vez tenemos dos días para recuperarla, pero sabes que no siempre es así.

- Tienes razón, sabes que no controlo ni lo que grito ni lo que fumo cuando terminamos de tocar.

- ¿Se quedó todo el concierto?

- Entero, sin apenas moverse de posición. Al comenzar los aplausos finales se fue.

- Y... ¿cómo te sientes?

- Ella es... Mi ancla, ya sabes a qué me refiero. Pero también es la unión con la vida que dejé, o la vida que me dejó, además del peligro que corre al estar cerca de mí, y su familia es... Joder, hoy no se ni hilar palabras para formar una frase coherente.

- Lex, no te enfades pero creo que necesitas ese ancla más que nunca. Necesitas relajar el ritmo...- Raven se levantó de golpe, recorrió la cama hasta llegar a la mesilla del lado de Lexa, la cual se tapaba la cara con las manos intentando esconderse del mundo. Examinó su mesilla. Tabaco, cenicero lleno, tarjetas manchadas de polvo blanco, billetes enrollados formando turulos, una bolsa abierta con restos de lo que había sido un pollo de un gramo de cocaína.

- Esto tiene que acabar, o acabará contigo- dijo Raven lo más seria y fuerte que pudo. Lexa seguía escondida bajo sus manos y comenzó a llorar en silencio. - Voy a recoger toda esta mierda, ya que la persona que venga a limpiar no se merece encontrarse con esto.

- Lo siento - susurró Lexa entre sollozos.

- Te conozco y no vas a dejarte ayudar, pero no me voy a ningún lado, tengo fe en ti. En su momento, cuando decidas, aquí estaré.

- ¿Podrías devolverme las ganas e ilusión de vivir? - dijo Lexa destapándose y dejando ver su cara afligida, llena de lágrimas y con ojeras y los ojos hundidos.

Raven se tumbó sobre ella y la abrazó muy fuerte.

- Solo tú puedes, es un proceso de reconstrucción interno...- le dijo con mucho amor acariciándole el pelo y secándole las lágrimas- pero lo que sí puedo es acompañarte en esto, no estas sola, y darte un par de consejos. El primero es que dejes esa mierda, esta rutina es muy destructiva- dijo señalando la mesilla- También estaría bien que te alimentases mejor, y poco a poco solucionando pequeñas cosas irás encontrándote mejor y más viva.

- Hay algo que ronda mi cabeza. No puedo hacerlo si sigo en este ambiente, en esta vida.

- Me dolería mucho Lex, pero si dejar la gira te hace salir de esto... Tienes todo mi apoyo.

- ¿Sabes que eres la mejor técnica de sonido que hemos tenido nunca verdad? - dijo Lexa sonriendo.

- Lo se, y tú la mejor percusionista que esta gente va a tener en su vida, pequeño desastre animal.

Rieron juntas, la primera risa del día de Lexa gracias a su eterna compañera de gira, si no fuera por ella terminaría volviéndose loca.

Decisiones tan importantes ... Lexa se metió bajo la ducha intentando no pensar, pero salió firme, hoy comenzaba el resto de su vida, como muchos días salía con estas ganas de comerse el mundo, pero esta vez con esperanzas de cumplirlo. Primer día de reconstrucción. Miró un papel que le había dejado Raven encima de la cama, al lado de su ropa limpia preparada y con la habitación completamente recogida.

"Salir de una adicción.
Alejarse de lo que lleva al hábito.
Nuevo entorno saludable.
Encontrar un ancla.
Construir tu propio mundo.
Nuestra Junito nos ha enseñado esto durante todo este tiempo, recuérdalo"

El Mundo a nuestros piesWhere stories live. Discover now