Y llegó

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Sintió un fuerte dolor de cabeza, un dolor punzante y extremo que nada se parecía a los que sentía de resaca, aunque éstos eran incomodos y llevaba meses experimentándolos a diario. Intentó abrir los ojos instintivamente ya que lo único que escuchaba era la última canción que tocó en el concierto en bucle en su cabeza. Poco a poco empezó a ser consciente de lo que sentía, y no sentía las manos, las tenía dormidas. Abrió los ojos bruscamente y miró hacia arriba encontrándoselas atadas encima de su cabeza y enganchadas a una tubería. Agudizó su olfato, nunca había estado en un lugar que oliese peor, le entró una arcada. Poco a poco la vista se le iba acostumbrando a la poca luz del lugar y empezó a distinguir una figura enfrente sentada en una silla. Intentó soltarse sin resultado alguno, y lo intentó otra vez más fuerte soltando un gemido de dolor.

- Shhhhh- le chistó la figura misteriosa- No hagas ruido, no queremos que vuelvan.

- ¿Dónde estamos? ¿Que vuelvan quienes?- preguntó Lexa con la poca voz que le salió de su garganta reseca.

- ¿Lexa?- dijo Clarke asustada al reconocer su voz desde el otro lado de la sala.

- ¿Clarke? ¡Clarke! ¿Dónde estamos? ¿Estás bien? ¿Te han herido?- gritó muy preocupada.

- ¡Shhhh!- repitió nerviosa la mujer de la silla- Que os calléis. Nos vais a buscar un problema. ¿Si os suelto y os pongo juntas prometéis no hacer más ruido?

- Sí- dijeron rápidamente al unísono.

La mujer se levantó quitándose la cuerda de las muñecas y desató a Lexa, la llevó junto a Clarke que estaba sentada en un colchón en el suelo.

- Coge tu cuerda y finge estar atada como yo, sino estarás en problemas- le dijo a Lexa cuando la dejó.

Se miraron en la oscuridad distinguiéndose por fin y se abrazaron.

- Ven, ¿estás bien? ¿Te duele algo?- dijo Clarke agarrándole la cara e intentando encontrar algo que le ayudase a saber su estado.

- Me duele todo Clarke- dijo lastimosa comenzando a llorar- Estoy muy asustada. ¿Dónde estamos?

- Menos mal que fui a por ti. Todo el mundo tenía razón, mejor juntas ante lo que venga, te imagino aquí sola...

- Ojalá no estuvieras aquí, seguro que es por mi culpa.

- Tú no tienes la culpa de nada, ¿por qué no descansamos un poco ahora que hay algo de calma? Ven, túmbate conmigo.

Lexa hizo lo que Clarke le dijo, no tenía fuerzas para luchar contra nada y en verdad era lo único que quería, acurrucarse con su angel e intentar olvidar la situación un poco. Clarke la abrazó fuerte y ella se acomodó en su pecho, escondió su cara en ella impregnándose de su olor para no sentir el de su al rededor, sintiéndose por un instante en casa, y Clarke colocó su boca en la cabeza de Lexa, con un eterno beso. Se quedaron dormidas casi al instante.

A mitad del sueño la rubia se despertó sintiendo movimientos bruscos de Lexa, que estaba intentando quitarse la ropa y darse la vuelta, pero se lo impidió forcejeando un poco, nunca se lo había impedido pero esta no era una situación en la que debiera quedarse desnuda. Miró hacia la otra chica preocupada, odiaba la incertidumbre.

- ¿Llevas más que nosotras aquí?

- Sí.

- ¿Y que hacemos aquí?

- Por lo que he oído tú estás aquí por liarte con la hija del jefe- dijo con desprecio- Y ella... Nadie sabe porqué tiene ese rencor hacia su hija.

- Yo sí lo se. Si te interesa mucho podemos cambiar información - No quería hablar de la vida privada de Lexa con una desconocida pero necesitaba saber a qué se enfrentaban, era mera supervivencia. Clarke estaba descubriendo que se le daban bien las situaciones extremas, sabía reaccionar con inteligencia y calma como cuando le tocaban turnos en urgencias o tenía algún problema en alguna operación.

El Mundo a nuestros piesWhere stories live. Discover now