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El sonido del disparo resonó en sus oídos como un eco profundo y agonizante, uno que jamás iba a terminar y que seguramente recordaría.

—Mierda, mierda— soltó el hombre delante de él, que ahora lo soltaba, y tiraba el arma a un lado, comenzando a correr con desesperación.

La respiración de Matt era agitada y fuerte, su cuerpo temblaba. Pero no era porque segundos antes un hombre desconocido lo había golpeado sin sentido, sino por la disminución de los latidos de Haylee ante el disparo.

—¿Haylee?— preguntó.

Sentía su presencia sobre el suelo, escuchaba su respiración forzosa y casada. Sus piernas temblaron y cayó al lado de ella, tocando sobre su estómago, encontrando la herida poco después, cerca de sus costillas.

Sus ojos se llenaron de lágrimas rápidamente, no pudo evitarlo. Presionó la herida con desesperación, con sus manos temblando horriblemente contra su cuerpo.

—¡Ayuda!— gritó esperando que alguien en la calle lo escuchara. Él mismo se sentía indefenso en aquel momento.

La sangre de Haylee manchaba las palmas de sus manos a medida que  intentaba escapar por la reciente herida, se escurría entre sus dedos lentamente mientras más intentaba retenerla.

—¡Ayuda!— volvió a gritar.

—¡Matt!— la voz de Foggy se hizo presente en sus oídos.

Lo sintió arrodillarse a su lado y sacar su celular, presionando rápidamente para llamar a una ambulancia. Podía sentir que sus manos también temblaban al presionar la pantalla del aparato, intentaba decir algo al abogado pero pronto su voz pareció lejana, mientras su mente se concentraba en los latidos de Haylee. Presionó con fuerza la herida, pero sabía que ella se estaba muriendo entre sus manos.

—Están en camino, Matt. Están en camino— Foggy habló hacia él, luego escuchó como él se sacaba el saco gris para envolver la herida.

Matt se alejó levemente mientras él intentaba retener la sangre. Sentía a la gente acumulándose a su lado, susurrando palabras sin fin, llenando los pensamientos de Matt.

Ni si quiera se había percatado del dolor sobre su propio rostro, de la sangre que caía por las distintas heridas de su rostro. Todo aquel dolor parecía totalmente secundario ante lo que ocurría fuera de su cuerpo y realmente eso no le importaba, todo lo importante en aquel momento era Haylee.

Presionó con fuerza sus labios volviéndolos blancos un par de segundos e intentó ayudar a Foggy a que Haylee no se desangrara, pero sus manos no dejaban de temblar contra el cuerpo de la muchacha.

Después de lo que pareció una eternidad, escuchó las sirenas de la ambulancia a la lejanía.


——————

Era de noche en el hospital, y su cabeza descansaba contra su palma. Mantenía sus ojos cerrados en las sillas del pasillo, su codo contra el apoya brazos. Su rostro ya casi no dolía, despues de haber sido curado y que hubieran colocado pequeñas vendas en las heridas que aún sangraban.

Su mente divagaba y el cansancio hacia estragos en él, quien aún no podía evitar escuchar dentro suyo el sonido del disparo. Quería olvidarlo, al menos por sólo unos minutos, pero parecía haberse aferrado a él como un último recuerdo de lo ocurrido. Alguien pateó su pie tomándolo por sorpresa y luego tiró una bolsa contra sus piernas.

—Quiero que comas eso, Matt. Estás muy pálido.

Se incorporó en la silla de plástico mientras olía los brownies sin moverse demasiado. Asintió en dirección al rubio e intentó sonreír, pero sabía que falló totalmente.

Connections «Matt Murdock»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora