Capítulo 11

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Cuanto admiro su fortaleza, es una mujer de piedra, no quisiera imaginarme cómo se hizo tan fuerte, pero sé que ella se sostiene y a su vez me sostiene a mí, me toma la mano para evitar que yo caiga aun cuando ella está al borde del abismo y no tengo forma de agradecerle. Yo sigo siendo tan débil como siempre, viviendo angustiada por el estado de salud de Dulce que hasta ahora no nos han querido informar cuál es. Ella me distrae, intenta que no decaiga pero en mi mente nunca me he levantado de la última caída. Odio ser yo, odio deprimirme de la nada, odio no poder ser fuerte como yo quisiera y depender de las risas que me provoca mi mejor amiga, odio absolutamente todo de mí.

-Perdón -le dije espontáneamente a Annie, quien estaba tratando de encontrar una buena serie por Internet hace aproximadamente media hora. Alzó la vista y me miró desconcertada.
-¿Disculpa? -dijo, y luego probablemente se percató de que su pregunta era demasiado confusa para ser respondida, por lo que continuó- ¿Por qué me pides perdón? No me has hecho nada malo.
-He sido una carga para ti, lo siento mucho, de verdad, te prometo que...
-Maite, Maite -dijo frenando mis palabras- no pienses en eso, de verdad, yo a esto lo hago para que te distraigas, ¿lo sabes?, no pienses en negativo cariño, no me hagas esto, ¿sí?

Me ha comprado con esa última frase, ella sabe perfectamente que no haría nada por mí, pero si lo haría por ella. Dicen que para querer primero tienes que quererte a ti mismo, pero yo me odio y a ella la quiero con toda el alma. Es como esa hermana que te regaña si te portas mal, te alienta cuando te falta motivación y te da una mano incluso antes de que caigas. Con Anahí he pasado los mejores momentos, ella hizo de este infierno un lugar más agradable, una vida más llevadera.

Pero yo no he podido liberarme del infierno que siempre ha habitado en mi mente, nada pudo silenciar mis demonios, nada evita que la voz interna que se empeña en obligarme a no comer retumbe cada vez más fuerte. Siento que hago todo mal en esta vida, no tengo control de mis acciones, dependo de mi mejor amiga. Y sé que es agotador que lo repita una y mil veces pero estoy tan aterrada porque pienso que probablemente esto termine algún día, y si ahora dependo de ella, ¿qué sería de mi si Anahí se va de mi lado cuando salgamos de esta clínica? No quisiera que se repita la historia de... Mariana...

¿Tenías que pensar en ella?

Miles de recuerdos cruzaron por mi mente en un segundo, parece mentira que yo sola me haga daño teniéndola aún tan presente, la pienso muy seguido, la extraño. Para mi su amistad fue muy valiosa, ella siquiera debe acordarse de mi pero yo daría lo que sea con tal de hablar con ella una vez más.
Sin darme cuenta una lágrima había caído por mi mejilla derecha, que casualidad que Anahí estaba sentada a mi derecha, ¿no? Ella lo notó enseguida y pausó el video para calmar mi dolor.

-¿Ahora qué pasa gatita? No me gusta que llores -Dijo con la mirada triste, sus facciones se habían tornado en un gesto de preocupación.

Annie -comencé a hablar, y sinceramente no sabía cómo continuar la oración. Fui lo más directa posible- ¿nunca me dejarías sola, verdad? -y estoy segura de que no entiende el porqué de mi pregunta, sin embargo respondió a ella.
-¿Me crees capaz? -preguntó rematando mi anterior pregunta.
-No, pero tampoco la creí capaz a ella. -dije y sin poder siquiera procesar la situación, rompí en llanto. Su recuerdo me quemaba el corazón como una maldita llama de traición pura. No sé exactamente si llamarle "traición", "abandono", "desagradecimiento" o cómo diablos. Ella simplemente no entendía de qué demonios estaba hablando.
-¿Ella? ¿Ella quién? -no sabía si explicarle o qué. En ese momento no sabía nada.
Pero yo confío en Anahí.
-Mariana. -dije, y mis palabras parecían tímidas, porque no querían salir de mi boca. Tenía miedo al pasado.
-¿Quién es Marina? -preguntó.
-Fue mi mejor amiga, fue muy importante para mí y yo creí serlo para ella -me detuve unos instantes y la mirada de Anahí estaba clavada en mis ojos cubiertos de agua. -hace unos años se mudó a España y yo decaí porque ella era mi único apoyo, sin ella yo era vulnerable a todo.
-¿Hablaste con ella luego de que se fuera?
-Por unos meses, luego simplemente dejó de hablarme, de un día para el otro, sin decir "adiós", "no hablemos más" o algo así, nada Ani. -No dejaba de sollozar, la rubia me abrazó hasta que me calmé un poco y tuve que continuar. -y pues poco a poco mi vida pareció empeorar, todo iba cada vez peor, todo, los estudios, las amistades, mi familia.
-Cariño -dijo con calma- quizá no sepa muy a fondo todo lo que pasó en tu vida antes de conocerte, pero me gustaría descubrirlo. No ahora sino con el tiempo, gatita tenemos todo el tiempo del mundo porque yo no me iré de tu lado ni hoy ni nunca, por nada, ¿está bien? Yo no soy de las personas que olvidan, yo nunca te dejaré sola y jamás te dejaré caer de nuevo. -sus palabras eran todo lo que necesitaba.

Y mi miedo desapareció tal y como llegó, de la nada, fugazmente como una picadura de mosquito, dejando solo el recuerdo del susto, ya no tenía miedo, o tal vez un poco, pero creo que es momento de volver a confiar, ¿no? de entregar mi amistad sin miedo a repetir la historia, obviamente ella hace mucho tiempo se ganó mi completa y sincera amistad, y aunque tuviera miedo yo ya no podía hacer nada al respecto.

Saldré de esto muy pronto, seré sana y feliz sin importar por cuanto tenga que pasar, quiero recuperar mi vida, la que perdí en su partida, quiero volver a ser yo.

[Im]perfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora