-¿Te encuentras bien?
-Sí, gracias ¿tu estás bien?
-Sí, no te preocupes, no es nada - Dijo, al comprobar que observaba su brazo vendado.
Intenté levantarme, pero no pude, las piernas no me respondieron. Me agarré como pude a él.
-Aún no puedes andar - me dijo agarrándome y volviendo a sentarme en la camilla.
-¿Por que? Si puedo mover las piernas, no lo entiendo.
-El doctor ya nos había dicho que igual no podrías andar, pero con unas rehabilitaciones, podrás volver a andar.
-¿Pero por que? No lo entiendo.
-Como comentaste, puedes mover las piernas, pero no sostener todo tu peso.
Otro soldado trajo una silla de ruedas, entre los dos me ayudaron a sentarme en ella. Acto seguido el que había traído la silla se fue, y el soldado con el que estaba empezó a empujar la silla.
-Pero podre volver con mi familia ¿no?
-Pues... Me temo que no podrás.
-¿Por que?
-Han muerto todos. Lo siento.
-¿Que? ¿Y que voy a hacer?
-Hable con el sargento y dice que te puedes quedar con nosotros hasta que te recuperes.
-No puede ser, pero mi madre estaba fuera.
-Entró en la casa para intentar rescatarte.
Me eche a llorar, el soldado me abrazó, permitiendome derramar mis lagrimas en su pecho. Una hora después ya recuperada, se presentó.
-¿Como te llamas?
-Amanda.
-Yo soy Drako.
-Encantada.
Nos dirigimos a la sala de mando, de camino nos encontramos con varios soldados. Hasta que tropezamos con el sargento.
-Hola, tu debes de ser Amanda ¿ verdad?
-Afirmativo señor.
-Valla ¿tuviste algún adiestramiento militar?
-Negativo señor, pero estuve durante un año en krafv maga, disciplina militar.
-Enhorabuena, eres la primera mujer alistada en este cuartel.
-¿Que? Señor, admito que siempre quise pertenecer al ejército. Pero en mi estado no are nada mas que estorbar.
-Negativo soldado. Empezarás con la rehabilitación mañana mismo, y mientras no seas capaz de caminar, que Drako te enseñe el resto.
-Gracias señor, sera un gran honor.
El sargento se retira, acto seguido Drako y yo seguimos de camino a la sala de mandos. Al llegar Drako me ayuda a rellenar unos papeles. Después fuimos a buscar mis pocas cosas que pudieron salvar del incendio.
Me instale en la camareta (donde duermen los militares).
A continuación, ambos fuimos a dar una vuelta, me enseñó todo el cuartel.
Me dio una pequeña charla sobre las pistolas de fuego y los uniformes.
De pronto suena una trompeta.
-La hora de cenar, vamos.
Se puso a tirar de la silla, una vez en el comedor, me dejo en una mesa con otros soldados y se fue a por las bandejas. Una vez que volvió, deposito las bandejas en la mesa y se sentó a mi lado.
-Hoy tienes suerte, la comida de los jueves esta buenísima.
-Drako ¿que hace ella aquí?- Preguntó uno de ellos con la cara curiosa.
-Es una nueva soldado.
-Imposible, aquí jamas a habido una chica.- Valla, este otro debe de ser el cascarrabias.
-Se alisto hoy mismos, ordenes del sargento.
-En ese caso, bienvenida. Yo soy Helrrol y ellos son Bruno y Víctor.- Se presentó el tercer soldado.
-Encantada.- Le estreche la mano
-¿Sabes pelear?
-Me defiendo, pero en mi estado... No puedo hacer mucho.
- Ya claro, una mujer peleando, ni siquiera se por que estas aquí.- Volvió a refunfuñar el malhumorado.
-Las mujeres también tenemos derecho a entrar en el ejército.
-No, las mujeres donde deben de estar es en casa, haciendo las tareas y cuidando de los hijos.
-Eres un machista.
-No. Solo digo la realidad.
-Bruno por favor. Ya esta, si la aceptaron sera por algo.
El resto del tiempo de comida que nos quedaba no hablamos. Cada palabra parecía molestar.
Una vez todos terminamos de comer, fuimos para la camareta. Una vez allí nos acostamos, (yo con ayuda de Drako y Helrrol) una vez todos acostados apagaron las luces.
Admito que me costo dormir, escuchaba ruidos como de vehículos, pero nadie se inmuto, así que debe de ser cosa de todas las noches.
Me quedé dormida escuchando los vehículos.
Al día siguiente me desperté con un toque de trompeta.
