Capítulo 1

278 12 0
                                    



Era casi la media noche. Era martes, casi inicio de semana. Había llovido durante todo el día... lo mismo que ella llevaba divagando por las calles de su amada ciudad. La pobre chica no había sido la misma desde la llamada reciente de su padre; no es que se llevaran mal, pero tampoco se llevaban bien.  Problemas de hace años.
- Al fin- dijo en un susurro y entró a su bar favorito. Ansiaba el sabor a cerveza barata, a esa que ella llamaba "cerveza de porquería" por su desagradable pero reconfortante sabor.
El sabor de su amaba cerveza era amargo, jabonoso. Ella pensaba que la frase "sabor a orina" le caía perfecto a esa bebida. Sus amigos siempre se lo decían, pero ella seguía frecuentando esos lugares. Eran lugares los cuales gente de su "categoría" están prohibido acercarse: era un bar pequeño, con música altísima y con espíritu bohemio y liberal. Esa era su parte favorita.
No era necesariamente el típico bar en donde comenzaban las peleas entre motociclistas o borrachos sin sentido. Era, a su parecer, un lugar familiar. Niños se avistaban de vez en cuando celebrando el cumpleaños de sus padres o sus propias fiestecillas.
Ellie había pertenecido al coro de su Colegio, por lo tanto, siempre que se presentaba la ocasión cantaba "Cumpleaños Feliz" o se paraba con la pequeña banda del lugar cuando la invitaban. Lo cual era seguido.
- ¡Silvia, dame otra!- dejaba su vaso vacío y comenzó a examinar a la gente. No había mucho que hacer. Era martes a media noche. Checó de reojo su celular y vio la hora. –Mierda- exclamó por la hora, pero simplemente suspiró hondo y continuó buscando algo interesante. Su vaso relleno estaba en la barra por lo que no dudó en cuanto se lo llevó a los labios y comenzó a beber.
- He dicho que no, caray –escuchó decir a su izquierda. Un hombre se sentaba, incómodo y algo torpe- Repite lo que acabas de decirme, no puedo escucharte.
¿Quién habla por teléfono en un bar? Se preguntó a sí misma y puso los ojos en blanco, negando con la cabeza. La canción que la banda tocaba algo de The Red Hot Chilli Peppers, y ella canturreó. Al parecer su molesto vecino de asiento había optado por irse.
- Un whiskey doble, por favor- pidió el caballero- sin hielo- dijo con una voz chillona y ahogada- espero que haya escuchado- habló para sí mismo y se centró en apagar su celular. El hombre del hombre era James M. Phillips. El nombre de ella era Ana Elizabeth Ferguson. ¿Suena importante, cierto? Pues lo es. Al menos lo es su padre y antes de él su abuelo, quién fue el fundador del negocio familiar. Eran ricos, millonarios... pero ella disfrutaba de la sencillez.
James era importante también. A sus 24 años se había colocado como un candidato importante para ser corredor de bolsa, pero se vino abajo. Fue un "problema" interno, que pasó a ser "malentendido". Renunció y comenzó de nuevo. Ahora es socio de su propio esfuerzo.
- Gracias- dijo en cuanto tuvo su bebida cerca. La banda tomaba un descanso y Ellie–como la llamaba su abuela- se acomodaba en su taburete. Se dio cuenta que su compañero que ya no era tan molesto tenía un traje como los de su padre. "corredor de bolsa" pensó de inmediato. Qué raro verlos en Nueva York. Se giró un poco para examinar al caballero mejor. No estaba nada mal. Sonrió con malicia. Cabello color cobrizo, corto y barba de dos días, unos treinta y pocos, quizá treinta y muchos, casi cuarenta. Dedos largos y piel clara.
¿Me está mirando? Pensó James. Su nombre completo era Jërome, pero no estaba acostumbrado. Miró rápidamente a su lado derecho, encontrándose con la mirada curiosa de la chica, quien de inmediato bajó la mirada y un color rojo subió a sus mejillas. Su sonrisa ya no estaba.
"Mierda, mierda, mierda" tomó un sorbo de cerveza y miró al frente.
- Lo lamento –sonrió forzadamente- no era mi intención hacerte sentir mal –señaló su whiskey- pero me preguntaba quién podría estar tan desesperado como para beber whiskey doble en martes, y sin hielo- elevó ambas cejas.
James miró su copa fijamente, sin decir nada. Terminó su bebida y Ellie pensó que lo había molestado. Se encongió de hombros y maldijo para sí misma. –Otro de lo mismo, por favor- pidió James y se dirigió con Ellie con una sonrisa- bueno- comenzó con una voz tranquila y algo nerviosa- la verdad es que estoy bebiendo whiskey, que estamos de acuerdo que es alcohol- ambos asintieron, pero Elizabeth se sentía perdida- y la cerveza también contiene alcohol- terminó de decir y Ellie sonrió amplio y sus mejillas volvieron a ponerse rojas. Asintió y rió leve- y estoy casi seguro de que no es tu primer vaso- la retó.
- ¿Ah, seguro? –elevó una ceja, aceptando el reto- mira Wall Street- bromeó y él asintió- no sabes nada de mí –tomó su vaso casi vacío y dio un trago- apenas estoy comenzando- miró su recién servido whiskey- creo que el whiskey tiene más alcohol que mi cerveza barata.
- ¡Hey!- se escuchó de fondo una queja. Era Silvia, quien sabía el apodo que tenía Elizabeth para su cerveza y ambas se guiñaron.
- No deja de ser martes –continuó James. No era fácil de vencer y sí, era algo terco.
- Lo mismo digo- elevó su copa y terminó con su bebida de un trago.
- Si sigues así mañana no estarás presentable para tus millonarios –se burló Elizabeth
- Tú tampoco estarás lista para ir a la Preparatoria –soltó una risa James ante la referencia. El alcohol le estaba haciendo efecto y él lo sabía. La joven, mordió su labio y puso los ojos en blanco. – ya, lo lamento –pero no lo decía en verdad- invito lo que sea que estés bebiendo.
- No, gracias –se adelantó Elizabeth- estoy bien- su voz era seria y su comportamiento era algo distante.
- Está bien- aceptó James- al menos déjame acompañarte a tu casa.
- ¿Tan ebria luzco?
- Al contrario, pero me gustaría hacerlo
- ¿Por qué?- cruzaba los brazos, curiosa. Sus ojos, de color verde musgo se enfocaron solamente en James
- No lo sé- suspiró- eres guapa y agradable.
- Es porque estamos en un bar- bromeó Ellie.
- Quizá sea cierto, pero insisto- los ojos de él, que era de un color azul grisáceo parecieron agradables para Ellie.
Al fin, pudo completar su examen. El tipo tenía unos casi 40 años, pero no dejaba de ser atractivo. Su voz era lo más importante, lo más interesante. Sonaba cansada pero sin perder el estilo ni elegancia. Tenía arrugas en los ojos y frente, a lo que Elizabeth atribuyó estrés.
Él también había examinado a la joven, quién le pareció atractiva. Ojos color musgo, pero parecían cambiar de tonos, en momentos verdes claros y en otros verde oscuro. Labios carnosos, cabello de un castaño claro,  largo que caía sobre su espalda. Notó una cicatriz en su ceja, probablemente de su infancia. No quería pensar mal, no quería pensar negativamente. No quería ser el mismo James que todo le provocaba un dolor de cabeza y ansiedad. Su voz era interesante, pero nada en particular, una voz femenina a la cual, pensó, podría escuchar sin cansarse.
- ¿A qué Preparatoria vas?- quiso saber y Elizabeth negó con la cabeza.
- NYU- respondió orgullosa. James cambió su sonrisa burlona por una expresión de curiosidad. No pensó que la joven fuera tan especial.
- Vaya –comenzó a hablar- la verdad es que me sorprende, para ser honesto –miró su copa vacía y dudó en pedir otro whiskey. Quería seguir conversando con ella, pero sentía que tener algo en las manos le ayudaba en los movimientos que tenía de repente.
- ¿Por qué?- frunció el ceño y ladeó su rostro, en espera de una explicación.
- No lo sé –suspiró- simplemente no te vi como artista –se encogía de hombros- no es nada personal
- No importa- sacaba su móvil, buscando algo- no es que tenga que comprobar nada, pero mira- mostraba un cuadro. Estaba colgado en lo que parecía ser una galería. Ella lucía irreconocible... a menos por la ropa. Su rostro y mirada –y la pasión que había en ella- era la misma.
- ¿Está en la ciudad?- preguntaba por el cuadro. Ella asintió, luego lentamente negaba con la cabeza.
- La verdad es que no lo sé, lo terminé y me llamaron los de la galería para exponerlo... o venderlo. No recuerdo.
- ¿Has ganado dinero por eso?- ella asentía de nuevo, con más seguridad y una sonrisa de orgullo.- pues buen trabajo.
- Ahora, dime- comenzaba a decir mientras guardaba su celular en su bolso- ¿a qué se dedica semejante hombre con traje Armani de dos mil dólares para ganarse la vida?- mordía su labio inferior.
- De echo, costó tres mil quinientos –fingió una mueca de preocupación- soy gerente de una inversora.
- Interesante –pero no lo decía en serio. Su vida entera se la había pasado escuchando charlas sobre dinero perdido, dinero ganado, altas y bajas, malas y buenas inversiones... ya estaba acostumbrada a ese mundo.
- No pareces expresarlo- comentó y recordó que no se habían presentado- por cierto, ¿cuál es tu nombre?
- Oh –sonrió avergonzada- cierto, lo lamento. Soy Ana Elizabeth, puedes llamarme Liz, Ellie, Ana... como te plazca, todos me gustan.
- James Phillips –asentía al ver que no se tomarían de las manos como típicamente se hace al conocer a alguien- mucho gusto, Ellie.
- Lo mismo digo- sonrió ampliamente. La banda había regresado pero sin su vocalista. Rayos, pensó. La invitarían a cantar. Un desconocido la vería en ese pequeño escenario cantando, pero ¿qué no todos eran extraños también? No, él era diferente, tenía la sensación de que lo seguiría viendo o que probablemente se lo volvería a encontrar en el futuro. Se aterró por primera vez. La extrovertida se hacía una pequeña mariposilla introvertida y tímida.

F L A W S /IMPERFECTOS Where stories live. Discover now