#22. Es toda una Gryffindor

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Las personas son seleccionadas en Gryffindor no sólo por ser valientes al enfrentarse a varios retos y salir del peligro sin temer, sino porque aunque puedan estar lastimándose, ayudan a los demás, y no importa qué.

-¿Qué pasa? -Preguntó la aludida.

-Pues... tu padres ya vienen -dijo, arrepintiéndose de lo que iba a decir.

La Weasley se asomó por la ventana y frunció el ceño. Miró al chico a la cara, se la evaluó y salió del cuarto. Segundos después regresó y le dijo:

-No salgas, iré por mi madre para que arregle eso -dijo, antes de volver a irse.

Scorpius se sentó en la cama de la chica y se dedicó a observar el cuarto de ésta. Ya una vez lo había visto, pero no había entrado, nada más había visto a la pelirroja en toalla y cantando -el pensamiento hizo que un ligero color carmesí apareciera en sus mejillas -. Se paró con cuidado, como si fuera a hacer algo malo, y se paseó por todo el cuarto, deteniéndose en las cosas que le llamaban la atención.

Si había algo que abundaba en ese cuarto, esos eran libros. Había por donde quiera que miraras, y a Scorpius no le disgustaba esto, y ni siquiera le sorprendía. De cierta forma, ya se lo imaginaba.

Después de ver cartas que decidió no leer, fotos en donde Albus salía bastante gracioso y la pelirroja también, libretas, lápices (incluso se topó con un estuche de maquillaje al cual lo vio como con asco), encontró algo que había llamado por completo su atención.

Era un porta retratos. Con una foto. En ella salía Albus. También salía Rose.

Pero también salía él.

La encontró con trabajos, de hecho aún se preguntaba cómo le había hecho para encontrarla. La foto estaba cubierta por otra foto en donde nada más la Weasley salía sonriendo con sus largas trenzas cayéndole a los costados, y un sombrerito de lana que cubría sus orejas de la nieve.

-Y necesito que no te alteres.

La voz de la Weasley lo hizo dar un respingo y soltar el porta retratos, por pura suerte lo alcanzó a cachar, pero era demasiado tarde, la Weasley lo había visto y no lo miraba con buena cara.

-Me estás preocupando, Rose... Necesito que me digas qué fu- ¡Por Merlín Santo! ¿Qué te pasó, Scorpius? -Preguntó Hermione acercándose al chico.

Le tomó la cara entre las manos, y lo empezó a examinar.

-Yo-

-Pues-

La Weasley y Scorpius se miraron sin saber qué decir. Sabían que con la verdad iban a meterse en problemas, en especial Scorpius, pero también sabían que mintiendo... las cosas empeorarían.

-¿Qué pasa, Hermione? -Preguntó el Sr. Weasley entrando a la habitación de su hija.

Tenía un sándwich a medio comer en la mano, y a Scorpius no se le pudo haber antojado más, observó con algo de vergüenza y miedo a la vez al padre de la Weasley, pero intentó poner una actitud indiferente.

-Los dos -dijo Hermione, con su semblante serio -. Quiero una explicación. Y la quiero ya.

-Es que-

-Pues noso-

-¿Te lo ha hecho mi hija? -Preguntó el Sr. Weasley amenazadoramente.

-¡No, papá! -Exclamó la Weasley -. Mira es que... ayúdame, anda.

-¿Qué hacían los dos aquí solos, eh? -Preguntó el Sr. Weasley. Hermione rodó los ojos y la Weasley lo fulminó con la mirada.

-Estaba intentado curarlo -explicó la pelirroja simplemente -, y aunque ha dejado de salir sangre... no parece haber mejorado.

Weasley, como la palma de mi mano (ATP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora