Vigésimo Cuarto Capítulo.

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Luciana POV

Los Sakamaki tienen una forma peculiar de lidiar con los problemas en la mansión. Lo comprobé al ver a Sakamaki Ayato patear la cabeza de Mukami Azusa con violencia, tanto que incluso yo sentí el impacto, y tomarle el cabello al delgado vampiro para obligarle a alzar la cabeza, dejando ver su nariz sangrante y labios partidos bajo la luz de una antorcha.

— Es un animal — susurré, sin esperar una respuesta por parte de Shuu, quien estaba a mi lado —. Azusa no sabe nada, ¡no debería-...!

— Cállate — espetó Shuu, y me encogí —. Te van a oír.

¿Dónde están? — al otro lado de las barras de metal oxidado, la voz de Ayato era un gruñido animal, violento y tosco, que se dirigía hacia el menor de los Mukami.

No lo sé... Lo juro... — Y, al contrario, la voz de Azusa pendía de un hilo imaginario.

Por lo que sabía, ahora los siete hermanos Sakamaki estaban divididos en distintos puestos de la mansión, rotando cada hora; Reiji, con Subaru y Kanato; Ayato, interrogando a los Mukami; Akia, buscando rastros; Shuu, conmigo; y quién sabe dónde estaría ese vampiro de la fedora descolorida. Habían pasado horas desde el colapso de Kanato y Subaru, y por lo que había oído, su estado iba en picada.

Según Reiji, tendrían suerte de sobrevivir lo que quedaba de la semana.

Según Shuu, Reiji era demasiado optimista.

— No entiendo — volví a abrir la boca a pesar de que Shuu me ordenó que hiciera silencio —. Ruki y Kou huyeron, se llevaron a Yui, pero ¿por qué? Y de pronto, Subaru y Kanato colapsan, horas después de su desaparición... Y esa chica, Annie, Amy, Allie...

– Avril — me corrigió Shuu, y ese nombre me dio un escalofrío.

Ella. No la hemos visto en días. ¿Qué tiene todo esto que ver entre sí? ¿Cual es la conexión?

Basta... — la voz de Azusa simulaba el gimoteo que un gatito herido, pero otro golpe lo cayó de pronto.

— ¡Me detendré cuando hables, pedazo de mierda!

— Avril es tu hermana — me recordó Shuu, y suspiré —. No tenemos idea de cómo es que ha vuelto; supuestamente, había muerto. Pero ahora, va de aliada con Raito, y no sé por qué, y tiene estos poderes tan bizarros y estúpidos...

— En resumen, es una amenaza.

— Para algunos. Para otros, es más como una ayuda... Pero no puede hacerlo sola.

Señaló con el mentón a Azusa, quien temblaba, encadenado a una pared, sujeto por las muñecas y visiblemente aturdido. Ladeé la cabeza; Azusa había sido de mucha ayuda en su momento, con esa habilidad tan rara de los sellos, pero...

Y fue como un chorro de agua fría en las cabeza.

— Los sellos — susurré, mirando a Shuu —. Avril le dio esa habilidad.

— Es muy posible. Pero, ¿cómo? Los sellos son exclusivos para realeza, y casi nadie sabe de ellos, porque son muy antiguos. Apenas los conocemos nosotros; son del siglo XIX, o algo parecido...

— Si es mi melliza, entonces no hay forma de que estuviese viva en los años 1800... —suspiré.

— Ella no - dejó su mano en mi hombro y me giré para verlo —.Pero Raito sí. Y adivina quién está muy oculto últimamente.

Nuestro Último Aliento [Tercera Parte de Soñando con un Final Feliz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora