11: El principio del fin

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La música había sido el único sonido que había habido en todo el viaje. Stiles estaba nervioso y Derek algo enfadado, le había propuesto tantas veces a Stiles que retrocedieran el camino hacia atrás y se mudaran, pero Stiles le decía que ya no quería hablar más del tema. Iba hacia una locura, pero irían juntos, Derek no le iba a dejar solo pasara lo que pasara. Por su parte, Stiles cambiaba cada dos por tres de sintonía en la radio, mientras se mordisqueaba las uñas en gesto estresante. Derek le miraba de vez en cuando para asegurarse que no se había vuelto loco del todo y entonces volvía la vista a la carretera con gesto disgustado.

El camino les llevaría hasta las afueras de Seattle. Era donde vivía el abuelo Argent. Era una amplia casa en el más profundo bosque que podía dar miedo desde fuera, no porque fuera fea sino por lo mucho que imponía por su decorado antiguo. Derek había conseguido la dirección en casa de los Argent. Era una casa llena de cazadores experimentados y ellos eran dos, un Alfa con toda su manada muerta y un Beta principiante. Una locura definitivamente.

Pararon en una gasolinera y aunque lo que quedaba de camino, tampoco hablaron, al menos Stiles cogió la mano de Derek mientras cambiaba de marcha para luego mirarle con ojos tristes. Era una mirada que decía ''Lo siento por ser tan egoísta, pero tengo que hacerlo''. Derek le hubiera odiado si hubiera podido odiar a Stiles. Solo se enfadaba y aun así pensaba que era injusto, él se hubiera lanzado a lo kamikaze si no fuera porque había encontrado en quien apoyarse. En Stiles.

La noche se hizo y aún no habían llegado a su destino pero estaban apunto. En el silencio el móvil de Stiles sonó y los dos se tensaron. Eran unos momentos muy tensos para esos sustos. Era el padre de Stiles, la excusa de su marcha era tan pobre que aun no sabía como le había dejado marchar.

–Papá, estoy bien –suspiró cansado, le había dicho eso el día anterior mil veces.

–¿Has llegado ya a Washington? –escuchó Derek al otro lado del móvil.

Stiles le había dicho que era el único que podía encontrar a Scott. Que estaba desatado por su gran amor por Allison y que solo hablaría con un amigo. Melissa estaba de los nervios, ya que no encontraba rastro de su hijo ni lo encontraría, pero era la única opción que Stiles encontró para marcharse varios días. Si al final no volvía, se pensarían que los dos amigos se fugaron para vivir aventuras. Stiles solo esperaba que eso hiciera a su padre menos daño que saber que su hijo había muerto.

–Si le encuentro les lo haré saber en cuanto le vea –tomó aire lentamente, algo agobiado –Quédate con la madre de Scott, necesita apoyo.

Stiles sabía que su padre estaba en cierta manera colado por Melissa, pero nunca lo diría. En los dos días antes de irse Stiles había intentado unirles como buenamente pudo, si se juntaban no estarían tan solos y Stiles se iba más tranquilo. Derek le echó la bronca por ir de celestina, pero le daba igual. Melissa había perdido su hijo y nunca más lo vería y su padre estaba tan solo que le dolía verle así. Si estaban juntos todos ganaban.

–Te tengo que colgar papá, te quiero –dijo como si fuera la última vez.

–¡Espera! –el Sheriff tenía algo más que decir pero Stiles no podía seguir hablando del tema.

–Se cor-ooor-taaa –hizo los ruidos de perder la cobertura con la boca y colgó.

Derek le miró raro pero no dijo nada. Stiles guardó el móvil y se quedó mirando al Alfa.

–¿Vas ha decir algo en todo el viaje o esto va a ser mi castigo?–preguntó algo enfadado –Sabes que estos momentos podrían ser los últimos juntos. Bueno, los últimos en general, Derek.

El Alfa le miró unos segundos.

–No tendrían porque serlos –Derek lo dejó caer de nuevo y Stiles ladeó la cabeza.

–Como quieras –se dio por vencido y apoyó la cabeza contra la ventanilla.

Derek simplemente volvió a mirar a la carretera otra vez enfadado. Se juraba que nunca más le propondría huir pero siempre lo hacía una y otra vez más, ¿Por qué? Porque esperaba que si le presionaba suficiente cediera, como si estuviera encabezando con vengar a Scott casi por ser lo correcto, pero si Derek le dijera una y otra vez que tenían que irse al final aceptara. Pero no era así.

Derek había pensado la noche anterior en golpearle la cabeza y llevarle a la otra punta del país o quizás del mundo, pero Stiles le odiaría y no podría tenerle todo el día atado a la pata de la cama por mucho que le gustara.

Lo que quedaba de camino fue silencio. Ninguno de los dos habló hasta que el coche se aparcó en el denso bosque de Seattle. Stiles se quitó el cinturón rápidamente pero se quedó unos segundos parado sin salir del coche, por su parte Derek tardó en quitárselo pero salió antes. Una vez los dos fuera se miraron y se acercaron. Stiles le abrazo para rodearle con los brazos, inspiró el aroma de Derek y apoyó su cabeza en su hombro. Se sentía bien y quería recordar ese momento para siempre. Por su parte Derek seguía con su cara de enfado, pero le rodeó igualmente.

–Perdóname –le dijo Stiles al oído.

–No hay nada que perdonar, se porqué lo haces... solo que me gustaría que no fueras tan cabezota –le dijo dándole una leve colleja.

Stiles rió y se separo de él.

–Se que eso es lo que más te gusta de mí –le dio un pequeño beso y apoyó su frente junto a la suya –Tenemos que hacerlo por todos, va a salir bien, ¡Veras que si!

Derek no estaba tan convencido, pero no le iba a decir que moriría. No pensaba asustar a Stiles de esa manera. Si la vida era justa, solo un poco, ganarían y podrían vivir sus vidas tranquilas sin miedo de que los Argent les dieran caza. Pero la vida no era justa, nunca lo había sido.

–Tiene que salir bien.

Los dos se dieron un último beso. No fue gran cosa, nada fuera de lo común, ya que esto indicaría que era el ultimo y no querían aceptarlo ninguno de los dos. Se desvistieron, una fuerte lluvia hizo presencia y sus cuerpos empapados pasaron a ser el de un lobo en su totalidad.

Una vez convertidos, acercaron los hocicos y Stiles le mordió el cuello en plan juguetón. Los ojos del Alfa, rojos como la sangre, le miraron con gesto serio y luego le dio con una pata en la oreja. Al final los dos se quedaron quietos y observaron de entre la oscuridad del bosque. Derek corrió y Stiles le siguió rápidamente hasta aquella casa temible casa presenciada bajo los relámpagos y la torrencial lluvia. Ambos entraron de una por la enorme puerta de aquella vieja casa.

Todos lo demás fue pura guerra.

Solos [Sterek]Where stories live. Discover now