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— ¿Tae?

Suga.

— Quiero ver las pruebas.

¿Estás seguro?

Asintió aunque su amigo no le viera—. Ha pasado una semana y... Jimin no ha hablado conmigo al respecto.

Nadie admite una infidelidad, Yoongi —suspiró—. Llego en veinte.

Yoongi volvió a asentir—. Bien —colgó.

[...]

— ¿Cómo han estado las cosas con Jimin? —Tae bebió de su soda.

— Normales... Aunque debo admitir que ha estado un poco más cariñoso. Parece que invertimos nuestros papeles. Ahora yo soy quien le rechaza y él es el que busca consentirme de cualquier manera.

— ¿Aún dice "ño"? —preguntó con una sonrisa de lado.

— Ño —rió y bajó la cabeza—. Hace mucho que no usa esa palabra. También se cambió el color del cabello, últimamente se arregla mucho...

— Qué raro —tomó el sobre con la "evidencia" dentro y lo puso frente a su amigo—. Ábrelo.

Yoongi juntó los labios y dejó salir todo el aire que había contenido.

No quería ver las pruebas de infidelidad de su novio, pero su lado masoquista le obligaba a hacerlo.

Bastó con ver la primera foto del interior del sobre para comenzar a llorar.

— ¿Sug...

— Vete, por favor —sollozó cubriéndose el rostro.

— ¡No! Ya es la tercera vez que me corres de tu casa por culpa de...

— ¡Taehyung, necesito estar a solas! —gritó dejando a la vista sus mejillas y nariz completamente rojas.

El mencionado bufó y se acercó al sobre para tomarlo, pero Yoongi le detuvo, dándole a entender que quería que dejara la evidencia.

— Suerte —murmuró y salió de la casa dando un portazo.

El pálido volvió a tomar las fotos.

Su novio, su Jimin, su inmaduro chico; conversaba animado en una de las fotos dentro de un restaurante con una pelinegra hermosa —porque sí, a los ojos de Yoongi, la chica era preciosa y no dudaba el hecho de que a su novio también le pareciera de ese modo—, en otra estaban tomados de la mano mientras sonreían y la última que vio le partió el corazón por completo; se abrazaban mientras reían.

Se veían tan felices.

Hacían una muy bonita pareja.

Yoongi sorbió por la nariz y se limpió las lágrimas con su antebrazo.

— Tal vez... Tal vez ya es hora de darle un fin a nuestra relación... —susurró.

[...]

— ¿Estás seguro de querer teñir tu cabello de nuevo, Min? —preguntó Jee-In, la estilista.

— ¿Por qué no? Es justo y necesario.

— Te quedarás calvo —bromeó—. No han pasado ni tres meses desde que cambiaste de peliverde a peligris, arruinarás tu cabello.

— No lo creo —sonrió débilmente hacia el espejo—. Confío en ti, en los químicos que usas y los tratamientos que aplicas en mi cabello. Estoy muy seguro de querer cambiar a negro.

— Al cliente lo que pida —Jee-In elevó ambos pulgares—. Ese color te quedará de maravilla y estoy segura de que impresionarás a cualquiera que se te cruce en el camino.

ÑO | JSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora