Cap. 12

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Al cabo del rato volvemos al coche para ir camino a su casa, ha habido un momento extraño, estábamos cerca el uno del otro hablando, de golpe algo ha pasado por la cabeza de Matt y se ha separado y ha estado unos minutos un poco extraño, no sé qué le habrá pasado, no creo haber dicho nada malo, agradecidamente ya está normal.

Me gusta verle conducir, lo hace muy bien, es algo que siempre me ha parecido muy sexi de un hombre, pero supongo que será porque yo lo hago fatal. Cuando llegamos a su casa me toca despertar a Tragón, se ha pasado todo le viaje durmiendo de lo cansado que estaba, me encanta este animal.

Entro a su casa, es grande, con decoración industrial, se nota que está decorada por él, es muy masculina. Entro en el comedor y me siento en el sofá de piel desgastado, es muy cómodo. Miro a mi alrededor, tiene chimenea, eso me encanta, siempre he dicho que si algún día me compro una casa tiene que tener chimenea. Me quedo pensando en este lugar en invierno, imaginándome con la chimenea encendida y los dos tumbados en este sofá tapados con una manta abrazados. Muevo la cabeza varías veces para intentar quitarme esa idea de la cabeza, no puede ser, dentro de poco me voy.

Vuelvo a fijarme en la casa. Las paredes son de ladrillo visto, con grandes cristaleras, de un lado cuelga un reloj hecho con engranajes de otros relojes, me gusta. Encima de la chimenea tiene un cuadro, me levanto para observarlo con detalle, no creo que sea el mejor sitio para ponerlo, el cambio de temperatura será demasiado brusco cuando encienda la chimenea. Me gusta, la técnica es buena y los colores están bien escogidos, aunque hay pinceladas demasiado pensadas, pero aun así me gusta. Matt me descubre mirándolo, pero es algo que no puedo evitar.

_ No es gran cosa, iba paseando un día y se lo compré a un alumno de una de las escuelas de por aquí.

_ Me gusta, ¿cómo se titula?

_ No lo sé, simplemente pensé que los colores le pegaban al salón-se encoge de hombros, supongo que lo compró como quien compra un jarrón o una planta-. Me costó 50 libras.

Nos sentamos los dos (bueno, los tres) en el sofá para hacer tiempo, me ha dicho que me quede a cenar a su casa, se ve que van a venir sus amigos, yo ya le he dicho que no hacía falta, pero él ha insistido mucho y no ha parado hasta que he aceptado.

Tragón está tumbado apoyando su cabeza en mi pierna, yo le acarició la cabeza, echo de menos tener perro, pero desde que se murió el mío hace unos años no me he visto capaz de tener otro, todavía le echo de menos.

_ Le caes bien, normalmente al principio suele ser más cauto, pero contigo se ha encariñado enseguida.

_ Tengo buena mano con los perros, supongo que notan el cariño.

_ ¿Tú no tienes?

_ Mi perro murió hace dos años, se llamaba Copo. Lo pasé muy mal, lo tenía desde niña, creo que es lo más duro por lo que he pasado jamás, para mí era como mi hermano pequeño. Después de él no me he sentido preparada para tener otro, pienso que todavía sería como un sustituto de Copo y no creo que ningún animal se merezca eso.

_ En un tiempo...

_ Sí, siempre me han encantado y supongo que en un tiempo adoptaré uno, cuando me sienta preparada -nos quedamos callados un rato, es curioso que el silencio no me resulte incómodo con él-. Me gusta tu casa.

_ Poco a poco la voy arreglando, en mis días libres. Arriba están las habitaciones con sus baños, aquí abajo solo está la cocina, un baño, el salón y la sala de lectura.

_ ¿Tienes sala de lectura?

Asiente y me indica que le siga, supongo que por el entusiasmo con el que se lo he preguntado. Me lleva por el pasillo, está todo lleno de fotos en blanco y negro enmarcadas, principalmente de paisajes exóticos y retratos preciosos, no sabía que le gustara la fotografía. Puedo ver por el camino el jardín de parte de atrás, es grande. Llego a la habitación me quedo con la boca abierta mirándola maravillada, me podría pasar la vida en esta habitación. En el centro hay una enorme cristalera que da al jardín delantero (el de la calle), delante de la cristalera hay un escritorio con un ordenador y libros encima. Pero lo mejor son las paredes de los lados, con dos librerías que ocupan toda la pared, de arriba a abajo, con escaleras corredizas y repletas de libros. Nunca había visto en la vida real este tipo de librerías, solo en las películas. Entro con la boca abierta mirando los libros, es increíble, me pasaría en esta habitación toda mi vida, esto es el cielo.

El viaje de toda mi vida -COMPLETADA -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora